Veo en un reportaje de nuestro
periódico, El Pueblo de Ceuta, que siete antiguos profesores
del Colegio San Agustín de Ceuta serán beatificados en Roma
el 28 de octubre de 2007.
En otros momentos me hubiera impresionado, me parecería el
límite de la grandeza, después de pasar por la tierra, pero
en estos momentos, viendo como se llevan las cosas en el
Vaticano y sus inmediaciones, algunos bancos incluidos,
viendo como se ocultan o falsean ciertos hechos, creo que
estas beatificaciones no son muy de fiar, y no por parte de
los antiguos profesores, sino por las “trapisondas” que
rodean todo el ámbito de las “santificaciones”.
Efectivamente, la beatificación es una declaración hecha por
el Papa, de que un siervo de Dios vivió una vida de santidad
o que ha sufrido el martirio y está ahora en el cielo.
Y aquí está el punto álgido de la cuestión:” ha sufrido el
martirio”. Pero ¿De donde?. Porque aquí y Roma sigue en esa
línea actualmente, parece que el martirio lo sufrieron sólo
unos, cuando la guerra civil, y la realidad es que en ambos
bandos hubo personas martirizadas, y es más, yo mantengo mis
dudas de que los miembros del clero que murieron, no
murieron tanto por ser del clero, como por la barbarie que
una guerra civil acarrea, en un bando y en el otro. Esto
debe quedar muy claro.
Los agustinos, nadie debe dudarlo, fueron la congregación
que más violencia anticlerical sufrieron, pero también hay
que decir que ellos fueron los más comprometidos con las
tendencias fascistas.
Lo religioso, por tanto, no debió ser lo único que les
ocasionó la muerte. Y la pregunta que hoy podríamos hacernos
es si se perseguía a los curas por seguir a Cristo o si se
perseguía a Cristo por estar con los curas. Este es un
dilema que no está resuelto aún.
Pero, volviendo a los agustinos, lo que no cabe ninguna duda
es que su posición les ha permitido estar donde están, en el
templo ideal, por ejemplo, en El Escorial.
Está más que complicado el asunto de la beatificación y más
cuando huele a política, de un lado y de otro.
El Papa Juan XXIII tuvo parados estos procesos, precisamente
por esto, porque olía a política, y otro tanto hizo Pablo
VI. Ninguno de los dos papas daba de paso esto.
Sin embargo, la involución llevada a cabo por Juan Pablo II
ha traído este trasfondo político, a aquellos casos de
canonización que retuvieron, en su momento Pablo VI y Juan
XXIII.
Es posible que fuera, la de los agustinos, la comunidad que
más víctimas tuvo, pero también fue, ya lo hemos dicho, la
que más cerca estuvo de las corrientes fascistas, en los
momentos en los que el fascismo tenía fuerza.
El personal olvida casi todo sobre las canonizaciones que en
los primeros tiempos iba en las bases de las comunidades
cristianas y a partir de ahí se iba imponiendo.
Ahora, sin embargo, está controlado esto por Roma – El
Vaticano – el Papa, lo que parece algo así como,
congregación de los santos de Roma, o en términos más
vulgares, la fábrica de los santos.
En esta situación queda claro que ha perdido mucha seriedad,
se manipulan mucho los modelos a seguir y así los jesuitas
del Salvador no son mártires santos. Depende de cómo sea el
Papa o aquel al que él pone como director de la “fábrica”,
para que salga un modelo u otro por lo que no debe
extrañarnos la frase:” Este santo no es de mi devoción”.
Esto empieza a no tener mucha seriedad.
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