Si consideramos que el Islam es una religión que se va
expandiendo como un cáncer incurable, esto es debido, más
que nada, a la actuación del mundo occidental que se
autonombra garante de la democracia y que, merced a eso
mismo, provoca que se solivianten quienes consideran
intromisiones desvergonzadas en su mundo.
La propaganda islamista, principalmente la que proviene de
Al Qaeda o de Bin Laden, que es lo mismo, está consagrada a
clamar venganza contra los nuevos corsarios que se ceban en
sus riquezas más que en salvar los países islamistas.
En un artículo que escribí, hará ahora dos años, daba mi
opinión de que la invasión de Irak no era otra cosa que la
representación de actos de piratería internacional
refrendados por el estado más poderoso del mundo. Ello no me
confiere dotes de adivino, de ninguna de las maneras, porque
una actuación del calibre de la guerra de Irak no es más que
una repetición de la guerra de Vietnam y de otras guerras
del carácter expansionista del imperio norteamericano y
salta a la vista de todos que se trata de una invasión por
otras causas que no son precisamente humanitarias.
El petróleo, ese oro negro que vuelve loco a Bush, y con él
a los defenestrados Blair y Aznar, hace que los EE.UU
reescriban su propia historia pero a nivel mundial. Una
reedición de la época de los buscadores de oro. Se hicieron
multimillonarios merced a sus crímenes derivados de la Ley
del Más Fuerte y sus legendarios saqueos de otros países
(México, California, islas caribeñas, Panamá, etc.)… todo un
asco superlativo.
Un hombre, que estuvo en el Gobierno de Bush, ha sentido en
lo profundo de su ser la llamada del arrepentimiento y ha
confesado que la guerra de Irak se inició por el petróleo y
nada más que por el petróleo. Mucho se empeñan, los actuales
componentes de la cuadrilla de piratas del moderno Blake, en
tratar de minimizar esas declaraciones que no hacen más que
refrendar la afirmación hecha por el arrepentido de sus
crímenes.
Viendo las cosas desde mi punto de vista, mucho dudo de que
las torres gemelas hayan sido abatidas por Bin Laden. El
gobierno norteamericano necesita un pretexto para invadir un
país, con grandes bolsas de petróleo, que carece de recursos
humanos suficientemente preparados para sacar adelante y/o
defender esa riqueza y con la perspectiva de que en un
futuro lejano, esos países árabes productores de petróleo,
tengan la llave de la economía mundial y con ello el poder.
Para refrendar ese pretexto y que los países occidentales
les apoyen, tienen que presentar un motivo tangible y
suficientemente poderoso para que los demás se dobleguen a
las exigencias del gobierno norteamericano.
Como los norteamericanos tienen una tendencia malévola de
considerar la vida de los seres humanos (los otros) como si
fuera la de un mosquito molesto, nada les impiden matar si
obtienen beneficio de ello. Por este razonamiento, la
historia demuestra fehacientemente este rasgo del pueblo
norteamericano, no me extrañaría absolutamente nada que en
un día próximo se descubra que las torres gemelas fueron
derribadas por ellos mismos. Un espléndido pretexto para
invadir, no sólo Irak sino el mundo árabe por completo.
Ese Estado suelen prescindir de la vida de miles de hombres
y mujeres, como lo demuestra el envío masivo de soldados a
las guerras en las que interviene –llama la atención que la
mayoría de muertos del ejército de los EE.UU sean latinos y
otros inmigrantes- y por ello no tienen escrúpulos al
presentarse como salvador del mundo. No olvidemos que es el
país del celuloide mejor preparado para hacer realidad meras
fantasías.
Nunca he creído sobre esas apariciones de Bin Laden por
televisión. Me resultan muy chocantes que siempre emitan en
momentos de máxima tensión negativa para los
norteamericanos. Más bien se corresponde a una campaña
publicitaria para paliar las actuaciones de Bush y sus
bucaneros. ¿No te jode?
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