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OPINIÓN - LUNES, 24 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Mohamed ibn al-Wahhab, el unitario intolerante
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Continuando con nuestro hilo expositivo de ayer y obviando, por el momento, el papel de “puente” representado por Ibn Taymiyya, nos encontramos entre 1703 y 1791 (1115-1206 de la Hégira) con la presencia, en Arabia Central, de Mohamed ibn al-Wahhab, intransigente reformista y predicador quien, en 1744, selló una alianza político-religiosa (inspiración quizás de la pactada por Osama Ben laden y el muláh afgano Omar) con un ambicioso jefe tribal, Mohamed ibn Sa´ud (el precedente y paralelismo histórico más exacto se remontaría a los almohades del Atlas marroquí) que daría pie en 1880 (después de varias intentonas) al nacimiento del reino del fanatismo despótico y la intransigencia, puede que el referente más deleznable de la aplicación mundana, “shari´a” en mano, de las normas del Islam: Arabia Saudí, el cortijo de la corrupta y decadente Casa de Saud cuya bandera, cruzada por dos curvos sables, no simboliza precisamente la paz. ¿Hablará de ello en Ceuta el experto Said Ziani?. Un inciso, amigo lector, si eres “muslim” y vas a cumplir con uno de los pilares de tu religión peregrinando al santo lugar de la Méca. ¡Cuídate!: ni uses tu rosario, ni cites al venerable santuario del “Yebel Alam”, ni lleves contigo obra alguna del místico andalusí Ibn Arabí; esconde tus raíces, pues las gentes esas saudíes son herejes peligrosos, base ideológica de la eclosión integrista de nuestros días. Predicando con el ejemplo Ibn al-Wahhab se impuso con la violencia, estigmatizando como desviacionistas a los musulmanes que no pensaban como él, condenó amables prácticas religiosas populares, prohibió (otro soterrado obseso sexual) el mínimo contacto social entre hombres y mujeres obligando al uso de la “barba islámica” (¡!) entre los varones, desterró la música y proclamó la Guerra Santa o “Yihad” (además de “esfuerzo” el término significa precisamente eso) contra los sunnís “tibios” y los shiís “herejes”. Tras su muerte y una vez implantado, el “wahabismo” masacró en 1803 a la población shií de Kerbala (ni entonces existían Israel ni vivía Bush, ¿me entienden?), fueron devastadas mezquitas y mausoleos de La Meca y Medina, destrozándose numerosas obras de arte con amarga impotencia del Califato turco de Estambul; los jerifes hachemíes, legítimos custodios de los Santos Lugares del Islam y que sobreviven actualmente -gracias a la decisiva intervención británica- en Jordania, fueron asesinados o expulsados… En síntesis, el wahabismo es una secta catalogable en el antiguo “Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas”. En cualquier sociedad democrática estas gentes, como los nazis, deberían ser perseguibles de oficio… Pero en España y en el resto de Europa somos estúpidos y cobardes, mientras curiosamente el personal de esta ralea está apoyado al otro lado del Atlántico por quien ya saben ustedes. ¿Y me dicen encima que los wahabíes, que han contaminado religiosamente a la “Umma” gracias a sus petrodólares, se mueven por España como pez en el agua siendo estos días, uno de sus exponentes, invitado por el demiurgo del Tabligh a dar una conferencia en Ceuta…? ¿No se habrá alojado en uno de los varios “pisos francos”, verdad?.
 

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