LUNES. 17
La actividad en la redacción es frenética. Los redactores
han de amoldarse a un nuevo formato y los técnicos laboran
sin descanso para llegar a la hora del cierre con la estima
por las nubes. Todos tratan de hacer un Pueblo de Ceuta que
se meta por los ojos. Es, precisamente, la frase que le he
oído a alguien que nunca tuvo reparos en ponerle pegas a un
periódico que jamás fue santo de su devoción. Hay realidades
que no se deben negar. Y es que El Pueblo de Ceuta, contra
viento y marea, se ha convertido en un medio de una
importancia extraordinaria y en una ciudad a la cual le ha
costado lo suyo aceptar a este periódico como cosa propia.
Nos avalan, sin embargo, doce años de lucha denodada con el
único fin de ser lo más veraz posible en nuestras
actuaciones. Para tal menester, solemos echar mano de la
coherencia y, sobre todo, tratamos de que no se nos vaya la
olla a la hora de analizar los hechos. Nos queda mucho que
mejorar, sin duda; pero el editor ha sido capaz de montar
las estructuras mejores. Lo cual es un éxito que redunda ya
en beneficio de cuantos pertenecemos a esta empresa.
MARTES. 18
Llego al hotel Tryp y coincido en la cafetería con Paco
Sánchez Paris y Manolo Gómez Hoyo. Y, lógicamente, la
cháchara comienza. Paco me pone al tanto de algo que me
agrada sobremanera. Y a Manolo le doy las gracias por una
nota suya, escrita de su puño y letra, que recibí días
atrás. En un momento determinado, Paco y Manolo se marchan y
yo me quedo porque he decidido comer en el hotel. Lo hago
con Gloria y ambos salimos muy satisfechos de un sitio donde
la calidad de la comida compite con el buen servicio. En
rigor, comer en el Tryp es, actualmente, una gozada. Debo
confesar que muchas personas me habían celebrado lo que hoy
me ha sido posible descubrir. Ufano ha de estar Pepe Ávila,
director del establecimiento, por conseguir que haber comido
en el Tryp sea motivo suficiente para airearlo con la
certeza de estar haciendo justicia. Las delicias de
entradas, el vino, el arroz negro, y el postre, permítanme
decirle que son motivos suficientes para repetir. Visiten el
comedor de un hotel en el cual la cocina es capaz de
producir ambrosías.
MIÉRCOLES. 19
Durante mis caminatas, muy de mañana, suelo yo pasar a veces
por el barrio donde se yergue aún tristemente lo que queda
de la que fue estación de ferrocarril. Hoy, al pasar junto a
ella, dos vecinos me han pedido que recuerde el estado tan
lamentable en que se encuentra el edificio. Les digo que ya
tenía previsto destacar el hecho. Todo edificio abandonado a
su suerte, es decir, puesto en las manos del diablo de la
dejadez, se convierte rápidamente en una ruina. Y en la
ruina, tal y como dijo el poeta, lo selvático y feroz se
manifiesta mejor que en el desierto o el bosque virgen.
Porque en todo lugar ruinoso existe la venganza del fracaso,
de la pereza, de esa forma de ser tan nuestra de permitir
que los hierbajos crezcan en el solar abandonado o en la
casa llena de historia. La estación de ferrocarril, sin
duda, está pidiendo a gritos que se le preste la atención
que merece. De no ser así, mejor acabar con ella. Derruirla.
JUEVES. 20
Quien me habla es del Partido Popular. Militante de los que
gustan de ir casi todos los días a la sede sita en teniente
Arrabal. Y lo hace, como otros muchos, porque le agrada
sobremanera el poder hablar con los mandamases de su
partido. En su caso, en el caso de quien me cuenta la última
hora de los populares, no existe ningún interés por medrar.
Es decir, que no entra dentro del círculo de los que viven
pendientes de ver al presidente del partido para preguntarle
lo ya consabido: que cuando le tocará ocupar un cargo o bien
si cualquiera de los suyos puede, al fin, meter la cabeza en
algún sitio donde se gane buena soldada y se trabaje lo
justo. Las clásicas canonjías que el gran jefe se reserva
para distribuirlas a su antojo. Quien me habla me pone al
tanto de que hay muchos militantes disgustados porque Pedro
Gordillo ha puesto en su sitio a alguien que no le cae bien
a casi nadie. Y la sede está abandonada. Y, sobre todo, me
dice que el local se resiente ante el abandono a que la
tiene sometida el presidente. Incluso me apunta lo
siguiente: se están repartiendo unas cartas a los afiliados,
compuestas de muchas quejas al respecto. Al respecto de lo
que muchos creen que no está haciendo bien el todopoderoso
presidente.
VIERNES. 21
Hacía ya mucho tiempo que yo no me topaba con el presidente
de la Asociación Deportiva Ceuta. Hoy nos ha sido posible
saludarnos e intercambiar opiniones acerca del equipo
entrenado por Diego Quintero. En principio, Felipe Escane me
ha preguntado si me gusta el equipo. Y le he dicho que sí.
Aunque lo he puesto al tanto de los detalles tácticos que
deben ser trabajados. Los cuales me reservo porque sé que el
entrenador los conoce muy bien y pronto serán corregidos.
Del entrenador le he hablado lo bien que éste merece. Él
también confía muchísimo en el técnico. Esperemos, pues, que
no salga el listo de turno atentando, en cuanto se le
presente la menor oportunidad, contra Diego. El presidente,
además, me ha preguntado si yo le tengo manía a Cecilio
Castillo. Y mi respuesta ha sido clara: ninguna. Es más,
recuerdo que Cecilio siempre me trató con gran consideración
en momentos concretos de mi vida. Lo cual no es óbice para
haberle dicho que su presencia, la de Cecilio, como glosador
-es decir, dando explicaciones y haciendo comentarios- en la
televisión pública, me parecía improcedente.
SÁBADO. 22
Cualquier día nos desayunamos con la noticia de que los
dirigentes de la Federación Española de Fútbol, los cuatro
jinetes de las cuentas mal llevadas, deberán sentarse ante
el juez de turno. El hecho me obliga a pensar: si en el
estamento nacional, con todas las miradas de la prensa
puestas en los posibles desvaríos contables, pueden ocurrir
tales desaguisados, qué no será en el ámbito regional. Por
ejemplo en Ceuta: cuya federación tiene un presidente que se
hace el lipendi cada vez que se le habla del asunto. En
cambio, se muestra siempre dispuesto a criticar a los demás:
caso de Francisco Paris; a quien trata de denigrarlo y suele
amenazarlo veladamente, por orden de quien le permite ocupar
un espacio desde el cual hace el ridículo escribiendo. Está
comprobado que el rezar mucho no hace mejor a las personas.
¡Ay, los sepulcros blanqueados!..
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