El ganador de la IX edición del Premio Convivencia, Daniel
Barenboim, es un pianista y director de orquesta israelí,
nacido en Buenos Aires (1942, Argentina). Aprendió piano con
sus padres, el profesor Enrique Barenboim y Aida Schuster.
Estudió en la Academia Santa Cecilia de Roma y fue alumno de
Nadia Boulanger (composición, París) e Igor Markevich
(composición, Salzburgo). La familia Barenboim se trasladó a
Israel en 1952 y dos años después los padres llevaron a
Daniel a Salzburgo donde se le descubrió como un niño
prodigio, debutó en su ciudad natal a los 7 años, y a los 9
interpretó a Bach acompañado de orquesta en el Mozarteum de
Salzburgo.
Ha recorrido el mundo interpretando música clásica y
romántica sobre todo, y tiene en su haber grabaciones muy
estimadas. Debutó como director en 1957 y, frente al
populismo exhibicionista de ciertos directores, cultiva la
concentración en su trabajo. Su independencia profesional se
hizo notoria en París, en relación con el proyecto de ópera
popular moderna plasmado en la Opéra de la Bastille, en que
por discrepancia con la política musical socialista dimitió
como director del teatro y de la orquesta de París
(1975-89). Entre 1989 y 1991 fue titular de la orquesta
sinfónica de Chicago y desde 1992 director artístico y
musical de la Deutsche Staatsoper en Berlín. Posee las
medallas Beethoven (1958), Paderewski (1963) y de la
Sociedad Beethoven (1982).
Desde 2002 tiene también la nacionalidad española y goza por
tanto de doble nacionalidad. Justo un año antes vivió una
gran polémica por dirigir a su orquesta La ejecución de las
obras de Wagner todavía es ardientemente controvertida en
Israel. Así, la cobertura de la ópera ‘Tristán e Isolda’, de
Richard Wagner, músico preferido de Adolf Hitler, bajo su
dirección condujo a un escándalo que hizo girar su nombre
por todo el globo. Se han impedido otras representaciones
wagnerianas, en parte debido al sabotaje con protestas por
parte de supervivientes del Holocausto.
No obstante, precisamente este carácter desafiante ha sido
la justa razón por la que se llevará el galardón del Premio
Convivencia.
|