El análisis de la fenomenología
terrorista, en este caso de matriz islamista, aplicada a la
organización “Al Qaïda” suele priorizar análisis
coyunturalmente historicistas, minimizando el ortodoxo
contenido ideológico subyacente en el mismo y dejando a un
lado la primera obviedad: 1.- Paralelismos ideológicos
primigenios, que podemos rastrear casi hasta los primeros
tiempos del nacimiento de la comunidad islámica como hecho
sociopolítico, son consustanciales al desarrollo del
islamismo movimientos de corte extremista (si bien con un
arsenal terrorista más primitivo) que han servido de icono a
Osama Ben Laden y los suyos.
Por otro lado, el movimiento terrorista de “Al Qaïda”
representa per se toda una elaborada interpretación
mediática de carácter trascendente, que apuntaría a su
proyección como hierofanía dentro de conjuntos
interrelacionados. Partiendo de elementos comunes del Islam
como religión, la ideología de “Al Qaïda” reelabora en
beneficio propio las tres grandes agrupaciones clásicas de
conjuntos hierofánicos en provecho propio, manipulándolas y
apropiándoselas como elementos de intermediación, a través
suya, entre el musulmán de a pie y su destino final en el
Cielo de Aláh: 2.- Así pues, “Al Qaïda” engloba y proyecta
en su particular cosmovisión los tres conjuntos hierofánicos
presentes en el Islam:
a) La Naturaleza, de rango creacionista en las que sus
diversas realidades se muestran como tipos de hierofantas:
desde el Cosmos a los elementos naturales, ordenados con un
fin predeterminado que desembocarían ineludiblemente en una
particular visión teleológica y apocalíptica.
b) Los Espacios Sagrados, como elementos de mediación (fruto
de la asunción pretendidamente superada de una idolatría
primigenia) entre Dios/Aláh y los hombres que proyectarían,
simbólicamente, su significación ritual y religiosa: desde
el suelo santo e inviolable de La Meca y Medina, a la
interculturalmente abrahámica Jerusalén, siempre
naturalmente bajo la égida superior y dominante del Islam.
c) El Tiempo Sagrado, que marca la historia humana con una
dimensión escatológica hasta el final de los tiempos, cuya
marcha atrás ya habría comenzado desde la aparición del
primer signo: el nacimiento y predicación del “Sello de los
Profetas”, Mahoma, el Mensajero de Dios/Aláh como él mismo
habría advertido, señal desencadenante del profético
advenimiento del Mahdi.
La conjunción de estos elementos arrojaría luz sobre el
entramado teológico de “Al Qaïda”, arrumbando peligrosos
discursos teorizantes hábilmente manejados por el entramado
terrorista enraizado en el Islam y sus corifeos mediáticos:
el colonialismo de Occidente, la existencia del Estado de
Israel o la actual guerra de Irak y Afganistán como causas
desencadenantes del fenómeno terrorista. Admito que pueden
puntualmente coadyudar, pero nada más. La ideología
terrorista de “Al Qaïda” hunde sus raíces en el salafismo
yihadista, el pensamiento de Ibn Taymiyya, la escuela
jurídica hambalí y un exacerbado wahabismo. Solo partiendo
de este prisma podemos enfocar con claridad el problema.
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