No voy a entrar en el resultado,
que ya en otras partes se ha comentado sobradamente ayer, y
es que con ser importante un resultado de fútbol, con varios
o con ningún gol, hay cosas que valen mucho más, como es el
comportamiento, el saber estar y la imagen.
El Sevilla lleva varias temporadas acaparando la atención,
porque ha pasado, en muy poco tiempo, de ascender desde
segunda división, a ser por dos veces consecutivas campeón
de la UEFA. Eso no lo logran todos los grandes, por lo que
hoy el Sevilla ya es uno de los grandes también.
Además el Sevilla es uno de los equipos que mejor
gestionados están, al menos en lo que respecta a lo
puramente empresarial, pues es capaz de comprar bueno y
barato, además de lo que él saca de su cantera, para al año
siguiente o a los dos años lo que era bueno sea de lo mejor,
y lo que le costó barato lo vende a precios de lujo. En este
capítulo también matrícula de honor, ahora que estamos
comenzando el curso.
Pero todas estas cosas que he citado del Sevilla se quedan
en casi nada, cuando vemos la imagen de españolidad que el
equipo nervionense ha dado en Inglaterra, en su encuentro de
Champions frente al Arsenal.
La imagen está clara:” es equipo español por encima de
todo”, y si hay alguien que lo duda ahí está, ahí estuvo la
bandera de España, no oculta, viéndose bien en su
indumentaria para que la viera medio mundo.
Y es que, uno que lleva todo el verano chirriando los
dientes al ver que, incluso ante sentencias judiciales, se
pasan por ... ahí tales sentencias y se niegan a colocar la
bandera de España donde debiera estar permanentemente, casos
típicos y muy frecuentes en gran parte de Cataluña y Euskadi,
cuando ves la gallardía y el honor que para el Sevilla y el
sevillismo es llevar, en su indumentaria, la enseña
nacional, entonces tienes que decir:”Este, sin duda, es un
equipo de mi país y no se avergüenza de ello”. Es un equipo
que busca el resultado, si es con gran victoria, mejor, si
no, saludando al adversario, pero con la marca de españoles
que no dan la espalda a su país.
A partir de ahora, y yo no soy seguidor del Sevilla, ni lo
he sido nunca, en todos los españoles de bien, en todos los
que antes de un resultado está España, habrá que hacer un
hueco especial al equipo que hace más de dos semanas fue
admirado y acompañado por la desgracia que sufrió con la
pérdida de uno de sus grandes jugadores, Puerta. Ese hueco
hay que hacérselo al equipo que hace dos días en la
mismísima Inglaterra mostró el mejor signo de la unión de
todos los de este país, su bandera.
Y no creo que, a partir de aquí, vayan a abrirse grietas
entre los que son de verdad y los que lo admiten a
regañadientes o se oponen a la españolidad, pero lo que sí
va a estar muy claro es quien es de verdad un equipo
español, y quienes, incluso yendo a la selección, dejan de
lado los símbolos o los colores, porque les interesan más
otras cosas, como el dinero que, incluso, logran y mucho
vistiendo la elástica española.
Hoy más que nunca, desde Ceuta, una ciudad española sin
fisuras y con la firma de alguien que nació en una pequeña
localidad, Piedrahita, que jamás renegó de lo que es España,
tengo que felicitar a ese equipo español de verdad, el
Sevilla.
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