Tengo un amigo que en cuanto oye a
vascos y catalanes sostener que son ellos pueblos oprimidos
por el resto de España, se descompone. Pierde su empaque y
su boca se convierte en una máquina especializada en
proferir interjecciones.
No lo puede evitar; es superior a sus fuerzas el tener que
soportar las quejas, para él grotescas, de quienes no se
cansa de airear que han gozado siempre de una situación
privilegiada en España.
Cuando está en esa situación, lo primero que hago es dejarle
que se desfogue; de lo contrario, peligra hasta mi
integridad. Pues anda sobrado de músculos… Días pasados,
coincidimos en la cafetería del Hotel Tryp. Y me preguntó si
había leído el artículo escrito, en El Periódico de
Cataluña, por Joan Puigcercós: el hombre fuerte de
Ezquerra Republicana y aspirante a la sucesión de Carod
Rovira.
Le respondí que sí; que había formado parte de mis lecturas
de cada mañana, gracias a Internet.
Inmediatamente, se puso en guardia y con los nervios en
tensión y el ademán agresivo, volvió a preguntarme:
“¡Bueno!, ¿y qué…?” Pues que, como radical nacionalista
catalán que es, yo creo que está poseído por un
particularismo atroz.
-Explícate…
Lo que yo quiero decirte es que al tal Puigcercós no le
importan en absoluto las esperanzas o necesidades de los
otros. Por lo tanto, jamás se solidarizará con ellos para
auxiliarlos en ningún afán.
A ver si consigo aclarártelo mejor. Ateniéndonos a sus
declaraciones, es evidente que peca de egoísmo y de
superioridad manifiesta. He aquí dos sentencias suyas que
así lo confirman: una, cuando nos recuerda que Cataluña no
puede seguir formando parte del estado actual de las
autonomías, porque le impide a los catalanes llegar a los
niveles justos de bienestar y calidad de vida que les
corresponde a una sociedad avanzada cual la catalana. Otra,
cuando afirma tajantemente: “España, sin tapujos, es un
lastre para Cataluña”.
Mi interlocutor se enciende. Y se dispara: “No me digas que
lo dicho por ese fulano no es para acordarse de todos sus
muertos…”.
Esa es una apreciación tuya, que yo no comparto. A él no se
le puede exigir más. Estamos hablando de un señor que
detesta a España y a los españoles.
Hay catalanes, también vascos, claro está, que les pasa como
al hombre condenado a vivir con una mujer que no ama. Y
siente las caricias de ésta como si le estuvieran herrando.
La diferencia, hasta ahora, es que mientras algunos vascos
matan para lograr la independencia; hay catalanes
nacionalistas que se contentan con la amenaza verbal del
separatismo, con el único fin de seguir engordando la
faltriquera.
-¿Estás insinuando que al tal Puigcercós, como a otros
nacionalistas catalanes, no hay que prestarles mucha
atención cuando se pronuncian como victimas del Estado
español, al cual no quieren pertenecer?
Lo que intento es que entiendas que dejarse llevar por lo
que se dice, en política, es errar lamentablemente.
-Menos mal que siempre tendremos diputados como Paco
Antonio González.
Mi amigo, como ustedes pueden comprobar, pertenece a la
cofradía del patrioterismo vivacartagenero
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