Anteayer y al filo de la madrugada
rematé en las nuevas instalaciones del periódico que el
lector tiene en sus manos, aun oficialmente sin estrenar y
con la inestimable ayuda del equipo técnico de “El Pueblo de
Ceuta” -auténtico corazón del medio-, unas apretadas páginas
sobre las elecciones marroquíes que, en otras condiciones,
bien hubiera podido estirar. Si bien tanto con el Editor,
José Antonio Muñoz, como con su hijo Angel había tenido
ocasión hace días de pasear por las mismas, recién venido de
la Península y antes de tomar camino hacia la capital de
Marruecos, hasta anteayer noche no fui consciente de la
estudiada morfología de estas modernísimas instalaciones ni
de los avanzados medios tecnológicos con los que han sido
equipadas y que facilitarán, en grado sumo qué duda cabe, el
trabajo periodístico.
En estos tiempos en los que las aguas bajan revueltas,
salpicando con su espuma el devenir de esta Ceuta abierta a
vientos de diferentes latitudes y que va a tener que
afrontar, en menos de tres años, importantes retos para sus
señas de identidad que cuestionarán bolsillos y lealtades,
es admirable que un empresario tenga la vista y el coraje no
ya de replegarse hacia un merecido descanso sino, al
contrario, seguir proyectando sus esfuerzos e ilusiones en
un medio que, como “El Pueblo de Ceuta”, va camino de
iniciar una nueva singladura adentrándose, con paso firme y
al amparo de unas instalaciones modélicas, en las sendas del
futuro. Quizás no sea solo una casualidad que, aun alentados
por unas coordenadas firmemente españolas, los ventanales de
este medio se abran al cielo luminoso y las azules aguas de
la Bahía Sur, rasgadas por la oscura silueta de Cabo Negro y
con las blancas y altivas montañas del Gorgues perfilando la
línea del horizonte.
La proyección de “El Pueblo” tiempo ha que a saltado de
tierras caballas, siendo seguido con analítica lectura al
otro lado de El Tarajal. Si desde España se siguen, con
afecto y atención, los acontecimientos vividos por nuestros
vecinos del sur, ‘mutatis mutandis’ y en puridad no es menos
cierto -lo comentaba hace unos días en Rabat con Larbi
Mesari, ex ministro de Asuntos Exteriores- que desde
Marruecos se siguen con el mismo prisma el día a día de sus
vecinos del norte, los españoles. Una historia compartida y
una geografía vecinal deberían hacer hoy, de ambos países,
unos socios estratégicos capaces de afrontar las procelosas
aguas de la globalización (que obligará a ambos a cambiar el
paso, acoplándolo) y otros riesgos comunes. Todo ello nos
induce a la percepción de que el proyecto empresarial y
mediático de José Antonio Muñoz, editor de “El Pueblo de
Ceuta”, supera las limitaciones de 20 km2 saltando con su
dinámica más allá de estrechos y montañas, pudiendo
convertirse -con ilusión, metodología, trabajo bien hecho y
la debida prudencia- en un referente de la prensa escrita de
esta parte del norte de Africa. Los medios físicos están
sobradamente puestos; falta ahora por ubicar los recursos
humanos, adecuándolos a los objetivos y previniendo
sorpresas. De ahí mi titular.
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