Dos comunidades con notorio
arraigo en esta ciudad (una bimilenaria, la hebrea y otra,
la musulmana, de más reciente entrada en la historia) están
de enhorabuena estos días. El miércoles el mundo judío
celebró el “Rosh Hashaná”, nada menos que 5768 años de
vibrante historia: desde Ur de Caldea a Eretz Israel,
pasando después del rodillo de las legiones romanas de Tito
(70 de la Era Común) y hasta el 14 de mayo de 1.948 por el
paréntesis de la diáspora. La “Umma” por su parte y
siguiendo las directrices de su libro sagrado, El Corán, dio
comienzo ayer en el Magreb (a excepción de Libia, el coronel
Gadafi siempre marca su impronta) al sagrado mes de Ramadán,
debidamente glosado como no podía ser menos ayer mismo en
“El Pueblo”, pues por circunstancias que no vienen al caso
la comunidad musulmana supera ya, de hecho, el 50% de los
efectivos demográficos de Ceuta, ciudad querida. A las
puertas de la provisional redacción de este medio tuve
ocasión, ayer hacia las 14.00, de intercambiar un saluda y
un mutuo deseo de paz y felicidad con Larbi Mateis, singular
líder de una controvertida corriente ideológica, “El Tabligh”,
en boga entre muchos musulmanes ceutíes, quedando por ambas
partes con la sana intención de encontrarnos un día de estos
para charlar, en paz y tranquilidad, sobre asuntos de
interés común. No era el momento de comentar a mi
interlocutor la curiosísima ‘Carta al Director” publicada en
el mismo día y en otro medio escrito de Ceuta por Abselam
Hamadi, presidente de la Comunidad “Al Bujari” y en la que
pasaba revista a los comentarios de un aguerrido discípulo
de “sidi” Mateis, además de al que esto suscribe. Hombre, en
fechas tan señaladas como éstas yo entiendo que los
musulmanes de la ciudad deberían dejar aparcadas sus
rencillas y dedicarse a lo suyo, al rezo, al estudio de los
textos, la petición de la “baraka” y a preparar, por las
noches, sabrosas y nutritivas “hareras” con sus noventa
componentes, pues estamos en un mes sagrado y noventa son
los sagrados nombres de Alá/Dios.
Cruzado El Tarajal, Tetuán y sus alrededores estaban
tranquilos, expectantes, esperando el ocaso y la celebración
del primer “desayuno” de Ramadán. En calles y tramos de
carreteras brigadas de operarios se afanaban por despejar
las toneladas de lodo y residuos que embarraban el asfalto,
drenando también zonas bajas que habían quedado anegadas
tras las trombas de agua caídas estos días y que,
lamentablemente, se llevaron al menos dos vidas (un profesor
fulminado por un rayo y una niña) en la zona de Xauen.
Sin duda puede haber, como en Ceuta, algunos problemas de
ordenación urbana pero, desatadas, las fuerzas de la
naturaleza son imposibles de encauzar, pese al brillante
trabajo desarrollado en la Ciudad Autónoma por los bomberos
y fuerzas de seguridad. Si Alí Lemague (político ceutí de
pro y a la vez con pasaporte marroquí) viviera como yo en
Marruecos, a quién iba a reprocharles la anegación de campos
y calles?; ¿al Rey Mohamed VI…?. Mira que sobran casos en
Ceuta donde morderle hasta la yugular al “Gobiernín” de mi
querido y respetado Juan Vivas, pero Lemague y su gente de
la UDCE-IU prefieren, a lo que parece, jugar a la oposición
con la inclemente meteorología de 1.400 litros por m2 y los
designios de Dios.
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