Cuando se escribe periódicos para
pasar revista a la clase política, el primer deber del
articulista es, sin duda, procurar por todos los medios no
intimar con ningún miembro perteneciente a una actividad que
está siempre bajo sospecha. No es bueno, de ningún modo,
estrechar relaciones con los políticos. Ya que tarde o
temprano, a quien escribe puede temblarle el pulso de la
amistad y terminar ocultando actuaciones desfavorables, que
debieran exhibirse en plaza pública.
Válgame el introito para decir que a mí me cae la mar de
bien Nicolás Fernández Cucurull: senador del Partido
Popular. Y, sin embargo, nunca he tenido con él la menor
consideración cuando he creído conveniente criticarle
cualquier salida de tono. Que no fueron pocas. A las que él
respondió siempre con el mejor talante y la sonrisa
petrificada en su gesto. Tal vez por ello, por esa manera
extraordinaria de encajar mis críticas, en ocasiones acres,
me puedo permitir el lujo de airear la simpatía que le
profeso.
Me topo con el senador en la avenida de Sánchez-Prado;
esa arteria que se ha convertido en ágora de la ciudad. Tras
los saludos de rigor, le pregunto que si está convencido de
que en su partido siguen confiando en él para incluirlo,
nuevamente, en las listas. Y el tópico surge con suma
facilidad: “Yo estoy a disposición de lo que decida mi
partido. Y creo que puedo repetir. Pues de todos es conocido
el trabajo que vengo realizando como parlamentario”.
Luego saco a relucir las posibilidades que tiene el PP de
ganar las próximas elecciones. Y lo argumento diciéndole que
izquierda y derecha defienden las mismas ideas. Las
políticas sociales son iguales. Por más que los dirigentes
se afanen en destacar las diferencias.
Fernández Cucurull me responde que sí pero que no… Y me
habla, como ejemplo, del berrinche que ha cogido el ministro
Solbes al ver las propuestas electoralistas que está
haciendo el Gobierno de Zapatero. Proyectos inviables
porque no hay dinero para realizarlos. Piensa, Manolo,
que hasta ahora los socialistas han venido sacando pecho
gracias a la enorme gestión económica de nuestro partido y
de Rodrigo Rato, concretamente.
Lo que tú digas, Nicolás; pero me vas a permitir que
insista: las políticas sociales son iguales; el Estado del
Bienestar es de piñón fijo, gobierne quien gobierne, sea la
derecha o la izquierda; las políticas económicas son iguales
con Rato o con Solbes. Dado que estamos en un sistema
capitalista de mercado y en la legislación europea
mercantil, lo cual es intocable. En la política exterior,
bien sabes que estamos en la OTAN….
Pide la palabra el senador: “Estamos en la OTAN, desde
luego, pero conviene recordar cómo Zapatero retiró a los
soldados de Irak.
Sigo sin dar mi brazo a torcer y le recuerdo al senador que,
por más que trate de hacerme ver que existen diferencias
abismales entre las ideas del PP y del PSOE, ninguno podrá
cambiar los logros existentes: Bienestar Social, derecho a
huelga, educación generalizada, sanidad pública, pensiones…
Y es cuando Nicolás Fernández Cucurull denuncia el problema
de los nacionalistas y las conversaciones con ETA. Problemas
en los que ambos partidos debieran estar unidos. Pero los
socialistas, asegura él, tratan de que los populares
desaparezcamos del mapa.
También vosotros tenéis vuestra guasa cuando os da por salir
a la calle cogidos de la mano del clero. Segundos de
silencio. Al final, coincidimos en que la bronca
nacionalista o cualquier atentado, pueden influir a favor de
una de las partes.
A pesar de lo hablado, una cosa es cierta: las mujeres,
mayoritariamente, apuestan por José Luís Rodríguez Zapatero.
Con lo cual es otro factor que puede convertirse en
determinante a la hora de la verdad.
|