No es la primera vez y creo que no
será la última que yo escriba sobre tráfico, aunque en esta
ocasión, más que a los agentes me tengo que remitir al
director general, Pere Navarro.
Y es que en los políticos de carné en la boca, que por ese
carné reciben ciertas prebendas, uno puede encontrarse con
cualquier cosa, y en pocas ocasiones esa cosa es buena.
No sé, ni me interesa, cual sería la profesión del tal
Navarro, antes de ostentar ese buen cargo que tendrá hasta
que otro de su grupo le mueva la silla, o hasta que gane las
elecciones otro partido y él tenga que salir por la misma
puerta que entró. Y digo que desconozco la profesión de Pere
Navarro, pero mucho me temo que conductor y metido en la
carretera, día a día, no era lo suyo. Partimos de ahí.
Dejando de lado profesiones, la sorpresa me ha llegado
cuando veo que en un desayuno informativo dice:” La Guardia
Civil no cumple con sus compromisos”. Hasta ahí podríamos
llegar.
No me une ningún grado de parentesco con nadie de la Guardia
Civil, sí me une cierta amistad con varios, y desde luego si
hay un cuerpo que cumple a rajatabla con sus funciones, ese
cuerpo es el de la Guardia Civil, con lo que el político
Pere Navarro, lo primero que se me ocurre es que debiera ir
unos días a “escardar cebollino” y a continuación habría que
decirle que: “ Para hablar de la Guardia Civil lo primero
que tiene que hacer es lavarse la boca”.
Y es que, recojo sus palabras, sigue diciendo:” La dirección
General de la Guardia Civil tiene una asignatura pendiente,
no ha cumplido con los compromisos que había adquirido con
la DGT”.
A esto hay que responder que si es cierto que la DGT ha
cumplido siempre y correctamente con la Guardia Civil,
porque ya lo que nos faltaba era oír al director general de
Tráfico, que sea la Guardia Civil la culpable de los malos
resultaos de Tráfico.
Yo tengo que decirle, Señor Navarro, la Guardia Civil, en su
puesto, es un grupo de profesionales que saben a donde van,
saben lo que se hacen, y si el tráfico dependiera totalmente
de ellos, tendría un sentido muy distinto del que tiene,
cuando se programa desde unos despachos en los que la cabeza
visible es un político que ha recibido el cargo por su
obediencia y por otras funciones en el partido que un día ha
ganado las elecciones.
A la Guardia Civil no se le ocurriría “meter miedo” como
desde otros organismos se hace, en vísperas de Navidad, con
anuncios en las autopistas, por ejemplo, como: “El pasado
año murieron x en estas fechas”. Citas como estas no se les
ocurren a profesionales como son los de la Guardia Civil.
En vez de notas de este tipo, unos profesionales lo que
harían sería quitar, poco a poco, los puntos negros que hay
y que no sabemos si en la DGT se han enterado de ello. Por
poner otro ejemplo.
La cosa no viene de ahora, y es que la falta de
entendimiento entre el director general de Tráfico y la
Guardia Civil se ha puesto de manifiesto ya en más de una
ocasión, y tuvo su culmen en la famosa crisis de los
radares, cuando dijo:” Diez radares pueden hacer el mismo
trabajo que toda la Guardia Civil”. Semejante falta de
respeto y semejante falta de consideración, llevó a tal
indignación en el Cuerpo, que un agente de Galicia (creo que
fue) llevó a escribir una carta al mismísimo Rey, para que
mediara y Pere Navarro se disculpara públicamente de sus
declaraciones.
Queda muy claro, serán difíciles las buenas relaciones,
entre el “político de dedo” y los profesionales de verdad,
pues el tal Navarro ha sufrido varios desencuentros con la
Agrupación de Tráfico del Instituto Armado.
Hay que repetir, hay desacuerdo, por no decir otra cosa,
entre las dos instituciones, la una profesional total
(Guardia Civil), la otra institución necesaria, pero con su
primera cabeza, menos que amateur. Yo me inclino por los
profesionales, sin más.
Las instituciones deben servir, las instituciones no deben
estar a la greña con sus vecinos, y aquí el director general
de tráfico no ha dado la talla, porque la Guardia Civil
tiene una trayectoria que todos podemos seguir, él, cuando
haya otro partido en el poder, ya veremos a donde se dirige,
porque los cargos de dedo para entrar también son de dedo
para salir.
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