“El lugar de los nombres”, sobrio
y sombrío, guarda entre sus muros un recuerdo atroz: el
intento de exterminio masivo, “industrializado”, de todo un
pueblo, el judío, a manos de sus verdugos nazis con el
silencio cómplice y ominoso de una buena parte del mundo.
Jerusalén, la capital histórica y espiritual de Israel,
recuerda el Holocausto, la “Shoah”, rindiendo un emotivo
homenaje a aquellos seis largos millones de seres humanos,
hombres y mujeres, niños y adultos, bárbaramente asesinados
en el corazón de la ilustrada Europa. Distinguido anteayer
con el Premio de la Concordia por la prestigiosa Fundación
“Príncipe de Asturias”, con sede en Oviedo, el jurado
destaca su esfuerzo en pro de la “superación del odio, del
racismo y de la intolerancia”. La nominación coincide con el
inicio de la fiesta de “Rosh Ashana” (Año Nuevo Judío), 5786
del calendario hebreo, por lo que no deja de estar cargado
de simbolismo para un valeroso pueblo varias veces milenario
que, aun hoy, no ha podido superar demográficamente las
millonarias bajas del genocidio nazi. Por lo demás y en la
misma capital asturiana, en los alrededores del céntrico
Campo de San Francisco la historia atestigua la presencia,
durante la Edad Media, de una minoritaria pero pujante
comunidad hebrea, así como en Avilés o Cangas de Narcea…
Tampoco debe pasar desapercibida la decisión del Jurado, que
a los asturianos nos llena de orgullo, precisamente en estos
tiempos en lo que pugna por abrirse camino, supurando odio y
rencor, una corriente oscurantista que intenta difuminar el
pasado minimizando la tragedia, cuando no exculpando a sus
autores. Si desde filas pretendidamente académicas se ha
intentado negar lo evidente, hasta la misma existencia de
los campos de exterminio (durante la Ii Guerra Mundial,
desde el mismo Consulado de Alemania en Tetuán –sito en las
inmediaciones del actual hotel “Panorama”- se iniciaron
estudios para la construcción de hornos crematorios en la
zona de Larache, llegándose a confeccionar miles de infames
brazaletes con la “Estrella de David” destinados a la
industriosa e integrada comunidad judía del Protectorado),
desde el mundo árabe e islámico se siguió hostigando a gran
parte de los supervivientes (obviando las declaraciones de
las Naciones Unidas) refugiados en el naciente Estado de
Israel, una isla de democracia en el turbulento, implacable
y fanatizado Oriente Medio; desde Siria y Egipto, antiguos
oficiales nazis adiestraron (como hicieron durante la guerra
organizando cuatro unidades “SS” encuadradas por musulmanes
del Cáucaso y los Balcanes) a los ejércitos árabes,
adoctrinados con una misión: rematar la labor del nazismo,
“arrojar los judíos al mar”. Así se escribió la historia;
ahí está la documentación.
Aun hay más: tan sensibles con las caricaturas (deplorables
sin duda), tan delicados con el ejercicio de sus derechos en
América, Europa, Ceuta….., esos mismos derechos que luego
sus propios “hermanos” de religión niegan a los demás en
otros países, el siempre sectario mundo musulmán hizo mutis
por el foro cuando un iluminado, un fanático, el nuevo
Hitler de Teherán, el Presidente de la República Islámica de
Irán, negó varias veces el Holocausto, organizó un “concurso
de viñetas” insultando al mundo judío y amenazó, varias
veces, con eliminar del mapa a Israel…
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