¿Tuvieron ustedes ocasión de leer
en prensa, hace un par de fechas el discurso de Rajoy? Sí,
“ese” discurso en el que se presentaba como líder del PP
para marzo -2008. Acojonante e impresionante. Las primeras
frases fueron una vomitera dialéctica de españolidad y de
españolismo del bueno, del fetén, de rebozarnos, en lugar de
en harina, como los chanquetes, en el mágico término que es
el nombre de nuestra España.
Y, para poner la guinda al pastel de patriotismo, suelta el
barbas Rajoy un “Amo a España” que era exaltación de
sentimientos, apego a nuestras raíces, danza cromosómica de
arquetipos hispanos y ocasión de gozo para quienes, durante
tantos años, hemos padecido la desintegración, el
desmoronamiento del terruño patrio en nacionalismos baratos,
ventajistas y poblados por estómagos agradecidos. Mea culpa.
Siempre consideré a Rajoy un tecnócrata, preparado e
inteligente, pero excesivamente distante y con un punto de
frialdad. Hasta que se ha desmelenado y ha hablado en el
idioma que todos sentimos y en el que millones de españoles,
latimos. ¡Olé y olé los cojones de Rajoy! Y que, los
nacionalistas paletos se vayan preparando, que ya está bien
de independencias capitalizadas en partidas y en
subvenciones y de chupópteros medrando a la sombra de la
banderola regional de turno. Vamos a ganar, España va a
ganar y les vamos a joder y a echarles las cuentas al
céntimo de tantos dineros desbaratados por mor del pozo sin
fondo de las Autonomías y de la “Nación de naciones” y
mamoneos afines.
Me ha complacido Mariano Rajoy, este barbas entrañable a
quien fallan sus asesores de imagen y los pijines del
marketing de Génova 13. Porque es en la cercanía, en el
verbo rotundo, en la expresión de sus auténticos amores,
donde el barbas da la talla y se crece, que no en el
discurso Light proclamando centrismos para que voten los
rebotados del socialismo, estúpida entelequia, la izquierda,
o vota izquierda o se va al campo a comerse una tortilla de
papas aprovechando el domingo y no acude a las urnas. Y la
derecha neocon idem de idem, vota a los suyos y más que va a
votar. Porque este Rajoy de la testiculina numantina ha
puesto los huevos encima de la mesa y junto al micrófono,
para repetir sin descanso una frase que ha emocionado a los
millones de católicos españoles: “Como Dios manda”. Habla el
tipo de gobernar y echa mano del Padre, del Arquitecto
Universal, del Hacedor y proclama y clama que gobernará
“Como Dios manda”.
Y los laicos de la izquierda buenista, los hipócritas del
marxismo ñoño encubierto en la Educación para la Ciudadanía,
que es un catecismo cateto y simplonato, para aborregar a
los niños, como aborregaron las nefastas ikastolas a
generaciones de las que han surgido los indeseables piojosos
de la kale borroka, los ateos y los apóstatas, los renegados
y los asquientos, abren la oreja apolillada a ese “Como Dios
manda” y les entra el faratute y el espeluco, la alferecía y
el “repente”. Regurgitan flemas azufrosas y sopesan si
atacar o no atacar a ese hombre bueno que recuerda al buen
Dios en sus discursos y que se ha metido, con sus pelotas, a
millones de creyentes en el bolsillo. Atacar no pueden,
porque, los cristianos, por las buenas, son ovejillas
pascuales, palomillas blancas resplandecientes, inocentes
cabritillas siguiendo al Buen Pastor. Pero, cuando nos tocan
nuestros valores y nuestras creencias, nos encendemos, nos
esfaratamos y se nos revuelven en la entrepierna los
genuinos genes de los Cruzados. Cosas del ADN. Y este Rajoy
nos revolica la carga guerrera de nuestros ancestros y
volvemos con él a ser soldados, poetas y santos. Españoles.
Como Dios manda.
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