Mientras la Bolsa va de batacazo
en batacazo (una bajada del 2’29%, el viernes pasado) y el
euroibor de subida en subida, pese a las contínuas
inyecciones de liquidez del Banco Europeo; en casa da la
sensación de que somos inmunes al desaliento y parece que
estamos viviendo en el mundo de Alicia en el País de las
Maravillas, un país que es ajeno a todos los vaivenes de la
economía americana y europea; y, si no me creen, vean
ustedes como al señor ZP y a su nuevo asesor, el señor
Botín, les ha dado por negar la realidad, como si todos los
ciudadanos de este país –como parece ser la intención de la
la señora Cabrera con su Educación para la Ciudadanía –,
fuéramos incapaces de sacar nuestras propias conclusiones de
lo que está aconteciendo a nuestro alrededor. Comprendo que
el señor Solbes, presionado por su partido, se muestre cauto
y balbucee, entre incoerencias, sus temores de que hay
signos preocupantes; pero lo que no es de recibo es que, el
propio Jefe del Ejecutivo, se empeñe en negar lo evidente.
Si, señor Rodriguez Zapatero, puede que a usted no le haya
afectado, pero ya somos muchos cientos de miles de
ahorradores los que estamos sufriendo en nuestras economías
las consecuencias del desplome de la vivienda en EEUU y de
su influencia en el sector hipotecario. Una bajada del Ibex
de 14.000 puntos no es algo baladí para los ahorradores;
añada a los que han hecho un sacrificio para poder adquirir
una vivienda y que han visto como los plazos hipotecarios,
en menos de un año, han experimentado subidas de más de cien
euros mensuales y a aquellos que, como consecuencia del
encarecimiento de los productos de primera necesidad (pan,
leche, carne, pescado y verduras) se están dando cuenta de
que sus sueldos no les llegan para terminar el més. No
olvide tampoco a los sufridos padres de familia que tienen
que enfrentarse a un encarecimiento de los libros de texto y
del ajuar preciso para que sus hijos puedan ir al colegio.
No son unos pocos, como decía la inefable señora Chacón, son
¡cientos de miles o millones los afectados,los que se
deberán estrechar el cinturón para sobrevivir!
No todos somos como Botín y el resto de grandes banqueros;
no todos cobramos un millón de pesetas mensuales como el
señor Pepiño Blanco y no todos podemos lucrarnos, como los
de la Oficina Económica del Gobierno –con el señor Arenillas
al frente –, de las bicocas privilegiadas de estar donde se
deciden las Opas y se perjeñan los acuerdos con otros
gobiernos o gobernantes amigos. Muchos de los que estamos
padeciendo el parón económico, que usted niega con tanto
descaro, somos personas que durante toda la vida hemos
estado ahorrando para complementar las ridículas pensiones
que se perciben de la seguridad social. Y digo ridículas,
porque no tienen comparación con las que se perciben en
Alemania, Inglaterra o Francia. Y es que ustedes son una
nulidad, con sus fantasías tercermundistas, con sus
planteamientos del comunismo trasnochado y con sus flirteos
con los separatistas, no buscan más que perpetuarse en el
poder, sin tener en cuenta que han dilapidado la herencia
que recibieron del anterior gobierno; han sido y son
incapaces e ineptos para enfrenterse a la crisis que se nos
echa encima y, ante ella, todo lo que se les ocurre es decir
que todo va bien y no pasa nada. ¡Cómo se nota que sus
sueldos siguen intactos, sus prebendas aseguradas y su
vergüenza por los suelos! Díganle al señor Chavez que menos
ofertas de globos utópicos y más realidades, que las amas de
casa todavía están esperando los sueldos que se les
prometieron y las vacaciones gratis que tenían que
disfrutar.O ¿es que han perdido la memoria? ¡Claro que
recordar puede ser incómodo cuando les puede restar votos!
Menos PER y más trabajo, señor Chávez, que no con la
vagancia de algunos, el conformismo de otros y la insensatez
de los demás es como se levanta una Nación, sino con
trabajo, con esfuerzo y con sacrificio, no permitiendo vivir
de la jauja a una banda de jugadores de mus para que, cuando
lleguen las elecciones, les voten para continuar viviendo de
los subsidios que pagamos entre todos los españoles.
Menos compromisos con Cataluña, señor ZP, y menos alardear
de catalanismo para recuperar los votos perdidos con el
apagón y los trenes de cercanías – por cierto ¿cuándo piensa
cesar a la ministra de Fomento? – y más preocuparse del
resto de comunidades que también tienen derecho a mejorar
sus infraestructuras y a la ayuda del Estado. O ¿es que,
señor ZP, porque son más ricos han de recibir más? ¿Es esta
la doctrina socialista de Pablo Iglesias o de don Julián
Besteiro? Si en lugar de dedicarse a
destrozar España, si en vez de buscar problemas donde no los
había con estatutos y otras zarandajas; se hubieran ocupado
de las verdaderas necesidades de los ciudadanos otro gallo
nos cantaría; porque, ustedes, los socialistas, no han hecho
otra cosa que promulgar leyes, hacer ofertas ostentosas y
prometer el oro y el moro, pero a la hora de la verdad, nada
de nada, La famosa Ley de los 2.500 euros por nacimientos
todavía está en los sótanos de la burocracia; la de la
Dependencia en las dependencias de Hacienda y en el despacho
del señor Solbes que todavía no sabe de dónde sacar el
dinero para hacer frente a ella, menos mal que, como no
tienen estructura suficiente para desarrollarla ( a pesar de
los miles de burócratas de la Administración que tienen la
barriga escocida de tanto rascársela) y están a la búsqueda
de quienes deben o no percibir las ayudas las cosas se
eternizan y la culpa se la cargarán al fin al PP.
Menos leyes, menos promesas, menos tomaduras de pelo y más
eficiencia; el gobierno anterior, al que tanto han
criticado, les pudo dar lecciones de cómo se hacen las
cosas, de cómo se gobierna y de cómo se cumplen las promesas
que se hacen a la ciudadanía. Pero, claro, ustedes tenían
que tirar por la borda todo lo que recordara al PP, y, vaya
si lo han hecho; lo han hecho con tanta eficacia que, hoy en
día, es imposible reconocer en esta España, desacredita
internacionalmente, dividida, enfrentada entre sus
autonomías, amanazada de ser cuarteada y pasto de
advenedizos, que nos han invadido creando la mayor
inseguridad que se ha conocido desde los tiempos anteriores
a la Guerra Civil. La Justicia por los suelos, las leyes
violadas y los que debieran velar por su cumplimiento
mirando hacia otro lado. No nos tomen más el pelo, señor ZP,
y no nos venda como bueno un gobierno formado de nulidades y
de afectos a su persona; porque, mire por donde, me recuerda
usted al abuelo de nuestro Rey, a don Alfonso XIII que hizo
como usted, se rodeó de fieles servidores adeptos a su
persona y ¡así le fueron las cosas!
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