A los ciudadanos les interesa
sobremanera que sus calles estén limpias, que el césped de
los jardines verdee más que los campos de golf del Reino
Unido, que las obras públicas causen las menores molestias,
y que la red de alcantarillado responda en los momentos
precisos como una esponja. Y así podríamos seguir enumerando
acciones que son muy apreciadas por los vecinos.
Hay políticos que desdeñan el prestarles atención a lo que
ellos llaman políticas menores, sin darse cuenta de que
cometen un error. Ya que las personas se identifican con su
barrio con la misma fuerza, o más, que dicen amar a su
ciudad.
Días atrás, a un programa de Canal Sur Radio, llamado
el Verano por Montera, dirigido por Pepe da Rosa,
llamó una señora que dijo ser de Ceuta, pero que vivía en
Andalucía. Y le preguntaron, porque de ello trataba el
programa en cuestión, que dijera el rincón más bonito que
tenía Ceuta.
La señora, dicharachera, lo primero que resaltó es que Ceuta
tenía un alcalde muy bajito pero que había conseguido que la
ciudad estuviera no sólo bonita sino también limpia como una
patena.
Pepe da Rosa, conductor de la emisión de un espacio
de entretenimiento cultural, le recordó a la señora que a él
no le interesaba saber si el alcalde era bajito y de qué
manera estaba Ceuta limpia y bonita. Que él quería que
hablara de un sitio destacado de su tierra.
Pero la buena señora, atacada de un deseo de resaltar las
bondades del alcalde, volvió a las andadas: “Mire usted, en
Ceuta tenemos un alcalde bajito pero que tiene la ciudad
siempre en estado de revista, además de preciosa”.
A Pepe da Rosa, como a cualquier hijo de vecino que hubiera
estado al frente del programa, se le acabó la paciencia y
dejó a la participante sin voz. Pasó de ella, y suspiró
largamente... Toda una metáfora de hastío hacia alguien que
se había empeñado en contar lo que no reclamaba el guión.
De cualquier manera, dicharachera y lejos de temerle al
sentido del ridículo, la mujer no dudó en responder lo que
no le preguntaban: que ser bajito no era óbice para que
Juan Vivas fuera el mejor alcalde que haya tenido nunca
esta tierra. Y lo avalaba presumiendo de ciudad por las
ondas.
Es verdad, que si uno mira hacia atrás, y lo hace sin el
menor asomo interesado, sólo cabe decir que Ceuta es una
joya comparada con aquella que uno comenzó a vivir en el
albor de los años ochenta. E incluso de los noventa. Lo cual
puedo asegurar por la siguiente razón: yo me pateaba sus
calles y lo mismo subía andando hasta El Príncipe que acudía
presuroso a las faldas del Monte Hacho a fin de contar las
muchas deficiencias que existían. Si bien en el empeño, todo
hay que decirlo, siempre hallaba un motivo digno de ser
destacado.
Los fondos FEDER y el interés del presidente, Vivas,
hicieron posible que la ciudad fuera adquiriendo un nuevo
estilo y se convirtiera en lo que es actualmente: una ciudad
que se mete por los ojos y que causa asombro entre quienes
nunca la habían visto o llevaban muchos años sin poner los
pies en ella.
Negar esta evidencia, o bien hacer del elogio una muletilla
malévola con el único fin de demostrar que la labor
realizada por el Gobierno es débil y sumamente explotada,
supone faltar a la verdad. Y, claro, ante esa postura, uno
cree conveniente e indispensable, adoptar la actitud de la
señora que largó lo que ella quería en Canal Sur Radio. Por
más que le sobrara lo de bajito: una condición que nada
tiene que ver con los hechos.
Al Gobierno es necesario recordarle que le quedan muchas
cosas por hacer. Mas nunca por motivos interesados. O sea,
cuando no soplan vientos favorables para el editor de turno.
Los periodistas deben ser más listos al hablar de
alcantarillas...
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