La preponderancia por renta per
cápita que siempre tuvo Ceuta respecto de los vecinos
norteños marroquíes y que, aún se mantiene, puede tener los
días contados una vez que Marruecos, empujado por el flujo
económico francés y también español, convierta a su región
norte en un serio motor de la economía marroquí aprovechando
la sinergia que le producirá el inicio de la actividad del
macro puerto de Tanger Med que le dará salida comercial a
millones de toneladas de contenedores hacia el Mediterráneo
y el Atlántico. Una clara apuesta personal de Mohamed VI por
dotar a esta zona del país que siempre fue premeditadamente
olvidada por su padre, Hassan II quien nunca olvidó los
problemas que le ocasionaron los paisanos del norte durante
parte de su reinado.
Sin embargo, el actual monarca alauí ha creido siempre en
las benevolencias que ofrece el norte de su país; no en vano
nunca faltó, desde pequeño, a las vacaciones veraniegas del
entorno de Kabila.
Su mirada al norte, tras dejar relativamente zanjado desde
el punto de vista internacional el asunto del Sáhara, con la
especial anuencia de España y con el apoyo de Estados Unidos
por erigirse Marruecos en el gendarme antiislamista del
Magreb, debe ser también interpretada y analizada
políticamente.
El anunciado desarme arancelario, la construcción del super
puerto, la creación de dos zonas francas en los límites de
Ceuta, la apuesta turística clara (residencial y de ocio)
desde Cabo Negro a Castillejos y la adecuación de
infraestructuras con nuevos viales, son actuaciones
encaminadas a dotar a esa zona del país de unos niveles de
prosperidad que superarán a nuestra ciudad si no es capaz de
adecuar sus objetivos con clara ayuda estatal, no a
competir, pero sí logrando absorber sinergias de un entorno
que evolucionará notablemente y que, de no responder, podría
fagocitar -desde el punto de vista económico- a Ceuta. El
tiempo pasa y cada vez resta menos para que el norte de
Marruecos comience a activarse hasta alcanzar la velocidad
de crucero prevista.
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