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OPINIÓN - LUNES, 10 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN

Oportunidades perdidas

Por Andrés Gómez Fernández


El comienzo del curso marca un punto de inflexión en el conflicto de EpC. Por una parte la ofensiva para que los padres “objeten masivamente y cuanto antes”, con independencia del curso escolar en que se implante la materia y del tipo de Colegio (público, privado o concertado); por otra, cuándo se enseñará la polémica disciplina. Al parecer este curso será en 3º de la ESO, y no en todas las autonomías, y el próximo se impartirá en 2º de la ESO, en aquellas comunidades que no lo hayan hecho en este curso. En Primaria no formará parte del programa hasta el curso académico 2009-10.

La ferederación de Religiosos de la Enseñanza-Centros Católicos (FERE-CECA), ha tomado la decisión de impartir la materia, de acuerdo con el ideario de los centros y de publicar una guía de apoyo. Esta Federación se opuso a la EpC en el Consejo Escolar del Estado, pero entiende que, una vez aprobada la asignatura por ley, debe impartirla. No obstante, como ya se indica anteriormente, con la adaptación de los contenidos al ideario católico de sus centros, por lo que considera que la objeción de conciencia carece de sentido en ellos. Con todo, advierte de que tramitará las que los padres presenten en sus centros.

Pero no es así la postura presentada por la Confederación Católica de Padres (Concapa), que ha mostrado su apoyo a los padres andaluces –los primeros en movilizarse- que han llevado a los tribunales a la EpC, al tiempo que aseguró esperar mucho que otros padres se animen a ejercitar este derecho, teniendo en cuenta que se trata de una materia de carácter ideológico, implantada sin consenso y por decreto, de forma obligatoria, por el actual Gobierno. Además, no descartó una eventual manifestación si el Gobierno persiste en mantenerla.

Esta última Confederación afirma: “Todos sabemos que la EpC pretende impartir una educación en valores y la experiencia nos enseña que los valores nunca se imponen, sino que se proponen, y que a la hora de elegir una u otra opción –entre las muchas posibles- hay que hacerlo siempre en libertad. Libertad para que los padres podamos elegir. Libertad para que nuestros hijos puedan ser educados de forma acorde con nuestras convicciones (Artículo 27.3 de la Constitución Española) y libertad para los profesores que tienen que impartir la materia”.

Creo, y no quisiera equivocarme, que la aparición de varios libros de texto, de distintos enfoques y planteamientos, han venido a empeorar la situación, donde los críticos han acusado al Gobierno de querer adoctrinar a los alumnos mediante una asignatura que, en principio, sólo debe enseñar valores. Por su parte, los partidarios consideran necesario que nuestros estudiantes reciban nociones básicas de ciudadanía en un momento en el que están pasando de la infancia a la madurez.

Los temas que provocan más polémica en la EpC son los referentes a la familia y relaciones sexuales, expuestos de forma distintas por, hasta ahora los libros publicados –SM. Anaya, AKAL… Pero lo verdaderamente cierto –sigo con mi especial análisis de ver la situación- será el desarrollo que de cada contenido le den los propios enseñantes; en suma, en los que recaen el éxito o el fracaso de esta controvertida asignatura.

En esa lucha –padres-Ministerio- cabe tanto la objeción de conciencia como los recursos ante los tribunales o una manifestación pública, si el Gobierno cumple con las amenazas y sanciona a las familias. Sanciones que causarían un gran bochorno y desprestigio a nuestro país ante el resto de las naciones, quedando en entredicho la calidad de nuestro sistema democrático por asemejarse más a sistemas totalitarios con los que este Gobierno parece sentirse más en sintonía.

Y la guinda a todo esto la acaba de poner nuestro Presidente del Gobierno, en recientes declaraciones, donde ve oportunidades perdidas en muchas generaciones, que no han dispuesto en sus estudios con la EpC. Claro, que no añadió que uno de los damnificados era él.
 

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