Después de la comida viene la
digestión y en ella estamos, tratando de cuadrar los últimos
acontecimientos de las elecciones marroquíes. Supongo que a
estas alturas el lector ya se habrá dado cuenta de por qué,
en los últimos días, escribía siempre en mis titulares de
“frustración electoral”. La participación se ha constreñido
notablemente y eso solo tiene una lectura, avalada por lo
demás durante años de trabajo de campo: el pueblo marroquí
no se fía de sus representantes políticos. Bien es cierto
que en países occidentales, como los Estados Unidos, el
porcentaje de votos sobre la potencial masa electoral es aun
inferior, pero con una diferencia: el sistema no se
cuestiona; en Marruecos sí. Y aquí entraríamos en otra
consecuencia de carácter más letal: la deriva de legitimidad
del sistema político marroquí (aunque, por fortuna, no se
cuestiona la institución monárquica base, no lo olvidemos,
de la estabilidad del país), necesitado de una reforma en
profundidad.
Junto al desencanto, emerge amenazante la sombra del jeque
Yasin y su insurgente formación, si bien por vía pacífica,
“Justicia y Caridad”. En un comunicado de la misma comentado
por su portavoz, Fathala Arsalane, se recomendaba a sus
militantes y simpatizantes la abstención, por considerar
inútil cualquier participación no ya en el gobierno si no en
el juego electoral. Ello constituiría otra de las razones
(además del uso del dinero), al contrario de hace cinco
años, que lastraron el despegue de los hombres y mujeres del
moderado ‘Partido de la Justicia y el Desarrollo’ (PJD),
como bien se advierte en Tetuán: Amín Boujoubza (quien no
tiene buena sintonía con los líderes locales de “Justicia y
Caridad”) recogió el día 7 en Tetuán una cosecha inferior en
varios miles de votos a las anteriores elecciones (a grosso
modo, pasó de 20.000 a 12000). Claro que habría una
interpretación añadida: el porcentaje de voto en la ciudad
de Tetuán ha sido solo ¡del 18%!. Y si hablamos del campo,
en él tienen una fuerte presencia el ‘Movimiento Popular’ y
el ‘Istiqlal’, pese a que no consiguieron representación. En
conjunto, las gentes de Othmani sacaron en el norte seis
diputados: dos en Tánger, dos en Larache-Alcazarquivir, uno
en Xauen y otro en Tetuán. Y en el conjunto del Reino ya se
sabe: los segundos más votados y, en la Lista Nacional de
Mujeres, los primeros, con 7 candidatas. En Martil, sobre
unos 16.500 votantes ejercieron su derecho al voto poco más
de 6000: el PJD logró 1500 votos, “una buena cifra, 300 más
que en 2002, pero sin pagar un dirham. Esa es nuestra cuota
y estamos orgullosos de ella”. Por el contrario Achboun, sus
concejales y demás acólitos estaban a la puerta de las urnas
y en las cercanías de ¡38 colegios electorales!, haciendo
adivinen ustedes qué. Échenle la imaginación que quieran.
Bochornoso. Suficiente para inhabilitar a su lista SAP. ¡”Hchuma,
Hchuma”!.
A título personal (yo no soy un político, solo hago mi
trabajo y por tanto no debería de estar en el candelero) les
adelanto que nuevas circunstancias me impelen a tomar
algunas reservas: desde la protección pasiva, aumentando las
medidas de precaución hasta las jurídicas, pues me temo que
voy a tener que acudir a los tribunales marroquíes para
exigirle explicaciones a un cobarde y corrupto pendejo, por
muy diputado que sea. Y de paso actualizar mi archivo
gráfico de fuentes y otras menudencias para remitirlo, con
las debidas garantías y acompañado del oportuno texto, al
Palacio Real de Rabat a nombre del joven soberano alauí:
Mohamed VI. Este país, este pueblo y su Rey se merecen algo
mejor que vendidos personajes chupando del erario público.
Puede que en esta región del norte alguno no acabe la
legislatura. Ya verán.
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