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OPINIÓN - DOMINGO, 9 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Elecciones marroquíes: decepción y frustración
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

A mediodía y después de recibir a la cadena “El Yazira” un cansado y ausente Saâd El Othmani me abrazaba en su despacho, mientras un decepcionado Lahcen Daoudi entraba tras mío después de conceder unas duras declaraciones a la agencia ‘France Press’. Por varios conductos me habían ido llegando noticias contrastadas y nada edificantes sobre un proceso electoral que, pese a los esfuerzos de la administración y las directrices del propio Rey, se había enfangado en corruptelas, irregularidades notorias y violencias. Mohamed VI está apostando en firme por la democracia y el futuro, pero muchos de los partidos marroquíes que tanto presumen de ella parecen haberla abandonado con sus comportamientos: le están fallando a su propio Rey… De entre todos, puede que solo el PJD -el partido “islamista”- sea uno de los que ha guardado un escrupuloso respeto a las reglas del juego y más aun: los candidatos del ‘Partido de la Justicia y el Desarrollo’ (salvo un reducido cupo de maniobra que tiene el secretario general) han sido refrendados en una especie de primarias internas. ¿Pueden decir lo mismo el resto de las formaciones partidos?.

Hacia las 11.30 un visiblemente enfadado -literalmente “cabreado”- Daoudi, cabeza de lista por Fez y vicesecretario general de los islamistas moderados, hablaba en su estilo, sin pelos en la lengua: “Ha sido una mascarada. La corrupción es nuestro principal problema”. El Othmani por su parte, más prudente y reflexivo, meditaba sus respuestas a este columnista, el segundo en ser recibido esta mañana. En un despacho pulcramente ordenado y con aire reflexivo, ligeramente meditabundo, me confesaba: “El enfrentamiento ha sido entre el PJD y el dinero, manejado de una forma espectacular. No ha habido adversario político, nuestro enemigo ha sido el dinero. ¡Mucho dinero a última hora!. Estas elecciones, por desgracia, no han consolidado la democracia ni darán una buena imagen de Marruecos en el exterior”. Othmani aprovechó para preguntar mi opinión y la del entorno que yo trataba, en referencia a la comunidad de periodistas extranjeros y a los observadores internacionales. Contesté sin ambages con un claro españolismo: “pucherazo”. Y matizo: “os han cerrado de forma sucia el camino”. Othmani asiente en silencio.

¿Qué opciones tienen ahora estos hombres y mujeres, legítimos representantes del islamismo político marroquí y firmemente comprometidos con el juego democrático y el futuro de su país…?. Sin duda y en un primer arrebato lo que apetece -me pongo en su lugar- es mandarlo todo al carajo, retirándose a priori de cualquier compromiso de gobierno, pero dejando de esta forma al régimen marroquí a culo pajarero. Othmani es un hombre de talante moderado, leal a la Corona y sin duda patriota; estudiará con su equipo todas las opciones posibles buscando una salida.

Quien tampoco se merece lo acontecido es Mohamed VI ni su administración, cuyo único pecado es haber sido “neutralmente negativa”, es decir: dejó hacer, sin manipular pero tampoco sin intervenir. ¿El resultado?: un aumento de la abstención en casi diez puntos, implicaciones del narcotráfico en financiaciones irregulares (Tetuán y Xauen por ejemplo) y proliferación de bandas violentas (¿preludio de milicias partidistas?) a la sombra de caciques locales: entre Nador y Alhucemas los enfrentamientos han sido de órdago, con la participación de 600 personas y 40 coches destruidos. Mientras concluyo estas líneas se debate en un hospital de Rabat, entre la vida y la muerte, Raho Hilaa, cabeza de lista por el PPS brutalmente golpeado en Tifelt-Rommani, a pocos kms. de la capital mientras discutía con el “caíd” de la circunscripción. En Mohamedia (Casablanca) Abderrahim Zaidani, cabeza de lista del partido del ‘Renacimiento” era apuñalado gravemente. Rabat amaneció hoy gris y plomizo, sin perspectiva, a tono con el ambiente. Una pena: este país y este pueblo se merecían algo más.
 

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