A mediodía y después de recibir a
la cadena “El Yazira” un cansado y ausente Saâd El Othmani
me abrazaba en su despacho, mientras un decepcionado Lahcen
Daoudi entraba tras mío después de conceder unas duras
declaraciones a la agencia ‘France Press’. Por varios
conductos me habían ido llegando noticias contrastadas y
nada edificantes sobre un proceso electoral que, pese a los
esfuerzos de la administración y las directrices del propio
Rey, se había enfangado en corruptelas, irregularidades
notorias y violencias. Mohamed VI está apostando en firme
por la democracia y el futuro, pero muchos de los partidos
marroquíes que tanto presumen de ella parecen haberla
abandonado con sus comportamientos: le están fallando a su
propio Rey… De entre todos, puede que solo el PJD -el
partido “islamista”- sea uno de los que ha guardado un
escrupuloso respeto a las reglas del juego y más aun: los
candidatos del ‘Partido de la Justicia y el Desarrollo’
(salvo un reducido cupo de maniobra que tiene el secretario
general) han sido refrendados en una especie de primarias
internas. ¿Pueden decir lo mismo el resto de las formaciones
partidos?.
Hacia las 11.30 un visiblemente enfadado -literalmente
“cabreado”- Daoudi, cabeza de lista por Fez y vicesecretario
general de los islamistas moderados, hablaba en su estilo,
sin pelos en la lengua: “Ha sido una mascarada. La
corrupción es nuestro principal problema”. El Othmani por su
parte, más prudente y reflexivo, meditaba sus respuestas a
este columnista, el segundo en ser recibido esta mañana. En
un despacho pulcramente ordenado y con aire reflexivo,
ligeramente meditabundo, me confesaba: “El enfrentamiento ha
sido entre el PJD y el dinero, manejado de una forma
espectacular. No ha habido adversario político, nuestro
enemigo ha sido el dinero. ¡Mucho dinero a última hora!.
Estas elecciones, por desgracia, no han consolidado la
democracia ni darán una buena imagen de Marruecos en el
exterior”. Othmani aprovechó para preguntar mi opinión y la
del entorno que yo trataba, en referencia a la comunidad de
periodistas extranjeros y a los observadores
internacionales. Contesté sin ambages con un claro
españolismo: “pucherazo”. Y matizo: “os han cerrado de forma
sucia el camino”. Othmani asiente en silencio.
¿Qué opciones tienen ahora estos hombres y mujeres,
legítimos representantes del islamismo político marroquí y
firmemente comprometidos con el juego democrático y el
futuro de su país…?. Sin duda y en un primer arrebato lo que
apetece -me pongo en su lugar- es mandarlo todo al carajo,
retirándose a priori de cualquier compromiso de gobierno,
pero dejando de esta forma al régimen marroquí a culo
pajarero. Othmani es un hombre de talante moderado, leal a
la Corona y sin duda patriota; estudiará con su equipo todas
las opciones posibles buscando una salida.
Quien tampoco se merece lo acontecido es Mohamed VI ni su
administración, cuyo único pecado es haber sido
“neutralmente negativa”, es decir: dejó hacer, sin manipular
pero tampoco sin intervenir. ¿El resultado?: un aumento de
la abstención en casi diez puntos, implicaciones del
narcotráfico en financiaciones irregulares (Tetuán y Xauen
por ejemplo) y proliferación de bandas violentas (¿preludio
de milicias partidistas?) a la sombra de caciques locales:
entre Nador y Alhucemas los enfrentamientos han sido de
órdago, con la participación de 600 personas y 40 coches
destruidos. Mientras concluyo estas líneas se debate en un
hospital de Rabat, entre la vida y la muerte, Raho Hilaa,
cabeza de lista por el PPS brutalmente golpeado en Tifelt-Rommani,
a pocos kms. de la capital mientras discutía con el “caíd”
de la circunscripción. En Mohamedia (Casablanca) Abderrahim
Zaidani, cabeza de lista del partido del ‘Renacimiento” era
apuñalado gravemente. Rabat amaneció hoy gris y plomizo, sin
perspectiva, a tono con el ambiente. Una pena: este país y
este pueblo se merecían algo más.
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