Obviamente no quise acudir a los actos que se desarrollaron
el pasado domingo en el incomparable marco de las murallas
reales, -justo donde en mis tiempos de juventud pegaba
patadas a aquellos balones de fuerte cuero cosidos a mano y
que pesaban, cuando llovía, el quíntuple que los actuales
balones oficiales- por que imaginaba que en vez de celebrar
el Día de la Ciudad Autónoma de Ceuta sería el Día del
Nacionalista Partido Popular, como así fue.
El abusivo protagonismo de los políticos peperos, acaparando
todos los actos para dar publicidad a su partido, no es más
que una muestra del totalitarismo que emana el mismo y la
burla que hace al pueblo de Ceuta ignorando a los
ciudadanos. El espectáculo del peloteo recíproco estaba más
que previsto. Y encima con dinero público.
Las palabras del presidente del PP ceutí fueron el acicate
para que algunos de los presentes, los más inteligentes,
cogieran el portante y se fueran al bar a tomar cerveza.
Desde luego que no era para menos. Colocar el Día de Ceuta
en la agenda del PP y hablar de “…nuestro partido…” en un
acto dirigido a todos los ceutíes no deja de ser una
participación mitinera en toda la regla que demuestra la
poca vergüenza que tienen. El deslucimiento del acto empezó
ahí y siguió con esas incendiarias palabras de uno de los
peores políticos que pudieran existir sobre la tierra y que
no merece ni la décima parte de la placa con que afea una
calle de por sí misma bastante fea. Sólo por lo que dijo en
el acto.
Hablar de Aznar como “nuestro presidente”, y del perejil que
se metió en el culo, resulta a todas luces una auténtica
provocación por la que sólo un demente senil puede ser
perdonado. Tal vez la medalla fuera una pila defectuosa que
averió los circuitos y sólo permitió que funcionaran los más
belicosos, pues el discurso que soltó era más bien una
soflama incendiaria que no deja lugar a dudas sobre su
aspecto corrosivo.
Sigo sorprendido de que en Ceuta continúen teniendo
protagonismo otras instituciones que no tienen,
absolutamente, nada que ver con actos civiles en los que los
auténticos protagonistas son los ciudadanos. Al fin y al
cabo somos los que elegimos a nuestros dirigentes políticos,
no elegimos a los miembros de esas instituciones. Algún día
debería ser dedicado, el Día de Ceuta, a verdaderos actos
que conlleven la realidad de una democracia plena fuera de
cualquier sigla representativa de los partidos. Las medallas
deben ser entregadas a gentes o entidades que nada tiene que
ver con la política. Gentes, como la comadrona, que
destaquen por su labor cotidiana, no por su participación
política. Eso de dar medallas a políticos debe ser dentro de
los congresos, foros o reuniones partidistas, no en días de
las ciudades. Como sigan así no me extrañaría nada que el
año que viene le dieran la medalla de la Ciudad a Pocholo
por ser nieto de quién fue. Eso de las viudas… la troncha.
Hacen cosas que no tienen nada que ver con la democracia y
que pertenecen a la esfera militar, donde sí debían hacer
distinciones relativas, para encima oír reivindicaciones
increíbles que no corresponden a un Estado de Derecho de
ninguna de las maneras, no deja de ser una especie de
vodevil.
Sugiero que los próximos Días de Ceuta se celebren delante
de la estatua de la Constitución, alguna alegría tenemos que
darle a la mujer y a la niña que aguantan vientos y mareas,
ponientes y levantes ¿no?, y con actos auténticamente
demócratas; premiando a entidades que luchan cotidianamente
por realzar la ciudad; por luchar contra la degradación; por
fomentar deportistas y/o entidades culturales; por… de lo
contrario, de seguir esa pauta política de beneficiarse
mutuamente… ¿porqué no damos una medalla al Delegado del
Gobierno? Al fin y al cabo es el representante democrático
de un Gobierno que se esfuerza en mandar euros para que el
PP se los gaste, de manera recíproca, entre sus propios
militantes en actos dedicados, supuestamente, a la Ciudad y,
que yo sepa, no todos los habitantes de Ceuta son del PP. Al
menos yo no lo soy.
Ya sé que dirán que a donde voy con este artículo a estas
horas. No crean que le doy mucha importancia a estas
actividades partidistas, me sale porque de algo tengo que
escribir y como para escribir no existe ninguna urgencia que
merezca la pena, no deja de ser una manera de expresar mi
opinión y como pueden o deben saber, expresar opiniones no
están reñida con el tiempo, aunque sí a veces con el espacio
(el que me deja el periódico) y si unos escriben artículos
con opiniones alejadas de la realidad, con soflamas
verdaderamente insultantes para las personas, todas las
personas, no tengo porqué disimular y fingir para tener el
estómago lleno. No tengo que agradecerle a nadie el que lo
tenga con figura de sesentón. Trabajo para comer. No como
gratis. No vago por estas tierras ni como jubilado
observando cómo trabajan otros ni como pelota, más o menos
oficial del reino de los taifas, digo de la ciudad.
Para terminar, diré a determinados lectores, que defienden a
sus papás, que nunca he designado a nadie –fuera del
contorno político- con nombre y apellidos y que si se dan
por aludidos suya es la culpa por sentirse responsables y
que ello no les autorizan a enviar sus quejas a ningún
familiar que nada pintan con mis opiniones. Tienen el
periódico, supongo, a su disposición para expresar sus
quejas o réplicas por escrito y públicamente, con la
seguridad de que todas y cada una de esas quejas o réplicas
que resulten publicadas tendrá su correspondiente
contrarréplica adecuada, con nombre y apellidos, siempre sin
ánimo de forzar polémicas inútiles ni ofender con afrentas
ni insultos a nadie. A vuestra entera disposición quedo.
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