El editor decidió, hace ya tiempo,
que su periódico contara con unas instalaciones modernas.
Una idea que se le había metido entre ceja y ceja a José
Antonio Muñoz, a quien El Pueblo de Ceuta le
tiene comida la sesera. De ahí que viva siempre pensando en
cómo mejorar el producto.
La obra, que ha durado meses, está ya finalizada. Aunque se
encuentra en esa fase final donde se trabajan los detalles
para rematar una tarea cuyos resultados se pueden catalogar
de espléndidos.
Ha conseguido la empresa, sin duda, unas oficinas donde los
periodistas podrán disfrutar de unas comodidades tan
merecidas como necesarias para afrontar cada día un trabajo
que exige muchas horas en el interior del edificio.
Ello, unido al acierto de que los profesionales válidos
vayan adquiriendo veteranía en la Casa, me permite aventurar
que el camino emprendido es el mejor. Y, desde luego, me
satisface formar parte de un proyecto que, contra viento y
marea, ha sido no sólo capaz de resistir los embates
enemigos, sino que su principal valedor está dispuesto a
mejorarlo, sin pararse en barras.
Está ya El Pueblo de Ceuta arraigado en la ciudad,
tras doce años de vivir los acontecimientos de una tierra en
la cual los periódicos nacientes morían siendo infantiles.
Aquejados todos del mal del monopolio.
De ahí que, aun a costa de caer en el redoble de tambor,
vuelva a destacar el mérito de un rotativo que incluso supo
afrontar la etapa del GIL sin descomponer la figura.
Manteniendo la firmeza de su oposición sin salirse del
terreno que su editor creyó conveniente pisar en aquellos
momentos donde unos aprovechados arribaron a la ciudad para
convertirla en otra cueva de Alí Babá...
Aun así, he de confesarles que no pocas veces suelo
tenérmelas tiesas con quien manda. Pero son enfrentamientos
a cara descubierta y en los que cada cual expone sus quejas.
Todas ellas en defensa del periódico, claro es. Si bien
vistas desde perspectivas distintas. Como no podía ser de
otra forma.
En los últimos días hemos discutido acerca de que el
contenido de esta columna debía ser todo referido a Ceuta.
Una decisión la suya, es decir, la de José Antonio Muñoz,
que yo comparto pero con excepciones: hay noticias
nacionales que merecen la pena ser tratadas.
Porque este espacio permite que sean mezcladas las artes con
la política y el fútbol. En rigor: la columna ha de ser una
plaza pública en la cual toda idea tenga su acomodo; siempre
y cuando se plasme de la mejor manera posible.
Lo que sería un contradiós es convertir el sitio en un
habitáculo en el cual more en todo momento la noticia
ampliada. Una forma de escribir para salir del paso, dejando
en la escritura la huella de un estar peleado con el mundo
local, cuando todos sabemos que, a fin de cuentas, en las
críticas se puede llegar sólo tan lejos como quiera el dueño
de la empresa y aconsejen las circunstancias. Y a quienes no
entiendan el mensaje, yo les prometo aclarárselo otro día.
Hoy, como es habitual, he estado leyendo, como profesional
de la cosa, todas las noticias locales y nacionales. Y en
vista de que deseo no llevarle la contraria al editor, para
no discutir con el amigo, he decidido finalizar la columna
con lo único que merece ser destacado en la ciudad. Al
menos, así lo creo yo: la posible concesión de la Medalla de
la Ciudad en su categoría de Plata a Eduardo Gallardo,
en la sesión plenaria del lunes, día 9.
Vaya, pues, mi felicitación a Mohamed Alí, por su
acierto al pedir que se le conceda semejante galardón a un
hombre cabal. Lo demás, querido editor, no merecía mi
atención.
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