Con el editor de EL FARO, Rafael Montero Palacios, de
telonero de lujo en el sillón reservado a los testigos y los
sistemas de videoconferencia estropeados, lo que
imposibilitó contar con el testimonio del ex comisario
Fermín Diego, al que las partes acabaron renunciando
definitivamente, la Sala de Vistas de la Sección VI de la
Audiencia Provincial de Cádiz con sede en Ceuta que sigue el
juicio contra el ex delegado del Gobierno Luis Vicente Moro
y otros tres acusados por elaborar y filtrar un informe
sobre el presidente de este mismo tribunal vio ayer
testificar por fin a la más esperada de todos los testigos
que han desfilado por el proceso.
La que fuera titular del Juzgado de Instrucción número 2 de
Ceuta, Begoña Cuadrado Galache, que ahora ocupa ese mismo
puesto en el número 18 de Madrid, era la más esperada por la
prensa, por los familiares de represaliados por sus
decisiones jurisdiccionales que no se han perdido ni un
segundo del juicio y, obviamente, por las partes, que
después de un tira y afloja en las sesiones de julio sobre
la oportunidad de que testificase acabaron acordando citarla
hace dos meses.
De ella se esperaba que aclarase si, como habían asegurado
previamente los imputados que se han reconocido autores de
la famosa ‘nota informativa’ sobre Tesón, el ex comisario de
Ceuta Alejandro del Valle y el inspector Mariano Arévalo,
era la fuente que había contado al ex jefe de la Unidad de
Delincuencia y Crimen Organizado (UDYCO) José Luis Fernández
Peire el contenido del mismo.
Sin embargo, la juez decidió hacerse la sueca, como hizo en
su día Peire ante el Tribunal, y desentenderse de todo el
embrollo del caso, que dijo entender “perfectamente” pero
con que evidenció mostrarse molesta por verse salpicada.
“Nunca he tenido ningún problema con el señor Tesón, lo diga
quien lo diga, y quien lo haga miente”, dijo tajante la
instructora del Sumario 5/2000, ‘caso Kimbi’, a preguntas de
la fiscal Ángeles Ayuso.
Ese presunto “malestar” con el magistrado que habían
sostenido Moro, Valle, Arévalo y algún otro testigo como el
ex número 2 de la UDYCO Esteban Gutiérrez no fue lo único
que negó Cuadrado. También rechazó con un punto de
perplejidad el que nunca se hubiese sentido “bombardeada”
por la Audiencia Provincial, como se había dicho en la Sala,
y aseguró que lo único que le hizo percibir algo parecido a
esa sensación fueron “los centenares de recursos que
presentaban tras cada decisión judicial las más de 20 partes
personales implicadas en el 5/2000”.
“Nunca dije nada del señor Tesón ni de la Sección VI de la
Audiencia”, amplió Cuadrado, quien quiso dejar claro que de
esos “cientos” de recursos sólo se admitieron en forma de
revocaciones “dos o tres” aparte de las libertades de
algunos de los inductores del ‘caso Kimbi’ como ‘Abdelilah’
o ‘el Chino’.
Según la juez, esa fue la única vez que la llamó por
teléfono el magistrado, del que afirmó que tampoco le ha
visto “nunca” en chándal por los juzgados de Instrucción,
que nunca le vio “ni lo hubiera permitido” inmiscuirse o
interesarse más de la cuenta por casos como el 5/2000 y que
“nunca” percibió que quisiera entrometerse en su actividad
jurisdiccional.
El único momento en el que su testimonio se acercó a la
versión de los hechos de los acusados fue cuando reconoció
haber advertido “desánimo” policial tras “alguna libertad”
ordenada por la Audiencia [aunque no recordó si las ocho que
dictó ella misma previamente habían despertado o no esa
misma sensación] y cuando admitió que se sintió un tanto
contrariada cuando el magistrado revocó un auto de prisión
[el de ‘Abdelilah’] y no hizo lo mismo con otro “exactamente
igual” [el de ‘Tafa Sodia’].
Sí reconoció, en cambio, que en esa ocasión el propio Tesón
la llamó para advertirle de sus intenciones y de que debía
modificarlo si no quería que el afectado saliese de la
cárcel. Esa fue, según Cuadrado, la única ocasión en la que
el magistrado se puso en contacto personalmente con ella.
Todo lo demás entre ambos no pasó, según dijo, de
comentarios “profesionales”, marco en el que también situó
sus relaciones con los policías dedicados al ‘caso Kimbi’,
especialmente con Peire, cuando la fiscal Ayuso pareció
querer ponerse en el papel de Miguel Sebastián y dejarle a
ella el de Gallardón.
Para terminar, la juez acabó contradiciendo incluso la
versión que dio Moro en su testifical. Si el ex delegado
dijo hace dos meses que había recibido en su casa la visita
de Cuadrado al menos en dos ocasiones la juez redujo el tema
a una comida “a la que fui invitada a través de amigos
comunes” y a otros encuentros fuera de su domicilio “nunca
los dos solos”.
Nada fuera de lo que se esperaba de ella en los mentideros
locales: que seguiría la línea trazada por Peire en su
declaración asegurando que nunca manifestó descontento con
el proceder de Tesón y que, por lo tanto, la ‘nota
informativa’ sobre el magistrado no se elaboró a partir de
palabras suyas.
A pesar de ello, en un giro inesperado, al final del
interrogatorio la juez se ofreció a aportar en privado una
información procedente de “otras investigaciones” realizadas
durante su actividad en Ceuta que, según dijo, podrían
contribuir a formar una opinión más objetiva sobre la
“credibilidad” del testimonio el ex jefe de la UDYCO. Sin
embargo las partes, aparentemente desorientadas, no
recogieron el guante de Cuadrado y el presidente del
tribunal, Manuel Grosso, decidió pasar página y no atender
su oferta.
A vueltas con la filtración
Sin posibilidad de escuchar a Fermín Diego, el resto de la
última sesión de vista oral con testigos se centró en
esclarecer el papel de los acusados, especialmente del jefe
de Prensa de la Delegación, Roberto Franca, en la filtración
a EL PAÍS del informe que Moro encargó realizar a Valle y
Arévalo.
Para ello pasó por la Audiencia el editor de EL FARO, Rafael
Montero, que se limitó a respaldar punto por punto el
testimonio de la directora del diario, Carmen Echarri, quien
al declarar aseguró que Franca estaba presente cuando, días
antes de su publicación en el periódico del Grupo PRISA, la
difunta Elena Sánchez le leyó, según su versión, el
contenido de la nota.
Montero reconoció que la periodista le informó de dicho
encuentro en Delegación; dijo haber desestimado de plano la
posibilidad de publicar cualquier información al respecto al
no tener el documento original y admitió haber advertido a
la esposa del magistrado de que había “algo” que aseveró no
haber conocido nunca al detalle “que podía perjudicar a su
marido” y concluyó recalcando que jamás supo por su
actividad profesional de que el magistrado estuviese
implicado en nada parecido a lo recogido por los policías en
su texto.
La sesión se cerró con la audición de la grabación que
Franca hizo de una conversación que mantuvo pocos días antes
de que se iniciase el juicio con el periodista de EL PAÍS
José María Irujo, firmante de la información que recogió el
contenido de la nota sobre Tesón. En dicha charla, aunque de
forma esquiva, Irujo tranquilizaba a Franca y, aún
advirtiéndole de que se acogería al secreto profesional, le
recordaba que él no había hecho “nada” y que no debía
preocuparse más que “lo justo”.
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