Los días festivos, en que no salimos de excursión fuera de
la ciudad de residencia, acostumbro a pasarlos recorriendo
la misma en plan turista local. No para recorrer una ruta
planificada en colaboración con la Oficina de Turismo (eso
está para los foráneos), sino para constatar los cambios
habidos en la ciudad después de una larga ausencia parcheada
con esporádicas visitas.
La primera excursión local que efectúo es al Tarajal,
concretamente por la mil veces citada zona de los barracones
comerciales, lugar de enormes repercusiones en los recuerdos
principalmente por ser zona de paso obligado al y del país
vecino. Zona ceutí verdaderamente degradada hasta caer en la
categoría incluida en la designación de lugares
tercermundistas.
El acceso a la zona de los barracones comerciales ya es una
premonición de lo que voy a visitar. Es la primera vez que
piso esa zona y nada más que llegar a la entrada, a través
de una carretera descendente desde el cruce de la cuesta que
accede a la barriada del Príncipe, noto un enorme abandono
en materia de mantenimiento ciudadano que no me entra en la
cabeza esa actitud de las autoridades responsables de la
Ciudad Autónoma con pretensiones de Comunidad.
Basura, compuesta en su mayor parte por envoltorios
comerciales y neumáticos de automóviles, es una palabra que
queda corta para designar la impresión que produce en el
visitante el increíble volumen de desechos y la caótica
distribución de ellos por todas las calles y rincones del
lugar.
No entiendo cómo proclaman nuestras autoridades que la
ciudad es una de las más limpias de España y ello merced a
la dedicación que tienen en el cuidado del entorno
ciudadano… si empezamos por observar nuestras costas ya
tenemos indicios del total abandono del tema de la limpieza.
No entiendo que no hayan tomado medidas para evitar esta
situación antisocial y tremendamente antiecológica, más aún
si tenemos en cuenta las precauciones que se deben tomar en
la prevención de incendios cuando la materia diseminada por
todo el recinto tiene visos más que inquietantes de
producirlos.
Si el Gobierno local dispone de una partida presupuestaria
para el servicio de limpieza y cuya concesión la ha obtenido
una empresa, con un amplio incremento económico, es de
suponer que ese servicio es para toda la Ciudad Autónoma… o
es que la Ciudad Autónoma sólo está dentro de los límites
“decentes” demarcados por las Puertas del Campo, las
Murallas y el Monte Hacho.
La verdad es que, desde que he iniciado mi recorrido
turístico de porrón y alpargata, el abandono de la limpieza
de nuestro territorio con pretensiones de Comunidad
Autonómica es una auténtica vergüenza que por sí sola
desacredita cualquier declaración de buenas intenciones y
menos mal que no se han incluido, las zonas degradadas, en
ningún programa publicitario sobre la Ciudad. La simple
observación de los lugares alejados del centro de la Ciudad
Autónoma implica la clasificación de la misma como avance
tercermundista del continente africano. Una vergüenza para
cualquier ceutí que se precie de ser auténtico caballa.
No escribiré sobre las basuras acumuladas a lo largo de toda
la costa que comprende desde el final de la playa del
Chorrillo hasta la frontera, eso quedará para otro día,
escribo sobre el recinto que comprende los barracones
comerciales del Tarajal y la necesidad de que nuestras
autoridades se impliquen más por la labor y, a modo de
sugerencia, obligar a los responsables de la zona que se
ocupen ineludiblemente de sanearla adecuadamente cada día.
No es suficiente que cada día vea grupos numerosos de
trabajadores, de la empresa contratada para tal menester,
llevando sus carritos y sus escobas por el centro de la
ciudad y limpiando lo que no se tiene que estar limpiando
cada minuto, no es suficiente para que la declaración de
Ciudad más limpia de España tenga valor y sí es suficiente
para declararla como ciudad más puerca del país.
Como todo el mundo sabe, una imagen vale más que mil
palabras y las que aquí presento ya es más que una
afirmación de lo que escribo. Basuras acumuladas y
diseminadas; neumáticos abandonados a la buena del diablo;
envoltorios con alto riesgo de provocar incendios; moto de
agua desguazada y abandonada en un rincón (otro día
escribiré sobre los coches abandonados en pleno centro de la
ciudad); envases y demás desperdicios acumulados en terrenos
delimitados con vallas de varillas; paro el carro para no
seguir avasallando con datos y porque creo que es suficiente
para plantear el problema.
Sinceramente creo que la Ciudad no está preparada para
asumir la categoría de Comunidad Autónoma, por cuando las
autoridades que pretenden tal salto cualitativo no se
preocupan del entorno territorial y ello implica un cero
patatero en una supuesta calificación. Y sólo estoy hablando
de una ínfima parte de un territorio de cerca de 20 km2
descuidada por un servicio de limpieza que viene sufragado
por algo así como 30 millones de euros… y sólo por limpiar
el centro neurálgico de la ciudad, en un significado
alternativo de cómo evitar que las suelas de los zapatos de
nuestras autoridades, en el cotidiano deambular desde su
domicilio al despacho oficial, se ensucien con el polvo
callejero; como en una clara manifestación de que al resto
le den por… Mucha pompa y boato que es similar a los
decorados hollywoodenses: mucha fachada y mucha basura.
Lamentable visita para quién está acostumbrado a ver, en
Cataluña, las calles y campos bastante mejor presentables.
Más que suficientemente lamentable. Punto negativo que sube
el marcador de las decisiones de aceptación ciudadana.
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