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OPINIÓN - MARTES 9 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Blanco sobre negro

Por Quim Sarriá


Corre el año de 1997, fecha en que ceso como presidente y fundador de un organismo nacional del deporte tras años de constante lucha por superar numerosos obstáculos y llevar a buen puerto el proyecto. Justo poco después de mi cese un asesinato etarra sesga la vida de un concejal que estaba secuestrado.

Diez años han transcurrido desde aquel luctuoso acto. Diez años después me encuentro con la jubilación parcial en mi bolsillo y diez años después se sigue hablando, escribiendo, rezando de y por Miguel Ángel Blanco.

De verdad, personalmente no tengo absolutamente nada que oponer a esos actos que se celebran en homenaje al concejal asesinado, pero sí quiero protestar, y enérgicamente, sobre la farisaica forma electoralista que tienen de conducir estos actos a cuenta de una víctima.

Me explico: ETA no solamente ha asesinado a Miguel Ángel Blanco. Ha matado a miles de hombres y mujeres a lo largo de su siniestra trayectoria de atentados y, por lo que se ve, todos esos asesinados no cuentan con nombres y apellidos en ningún homenaje que no sea el de sus más íntimos allegados… eso no es justo. Los tratan como a caracoles (humanos a pesar de todo) asados a fuego lento y consumidos en la más ignominiosa irrealidad.

La utilización política de víctimas del terrorismo debería estar totalmente prohibida o, al menos, hacerlo con todas y cada una de las víctimas en el sentido de ofrecer un auténtico homenaje y no un rédito mediático permanente, que conlleva la ubicación del punto de mira de los electores a determinado partido político. Todo ese montaje mediático, sin obviar mi más sincero respeto, no es más que una perogrullada por cuanto ofende a los familiares de las demás víctimas del terrorismo etarra, como una especie de desdén a su condición no política.

Militares, Guardias Civiles, funcionarios, gente de a pie, en fin todas las víctimas merecen tener su propio homenaje –en las mismas condiciones y efectos mediáticos- y, principalmente, porque en el Cielo no se distingue absolutamente nada de lo que esas víctimas representaron en vida. O se hace un homenaje a cada una de ellas o bien se mantienen en el recuerdo de cada uno en el conjunto de todas, como punto integrante de luctuosos hechos, manteniendo el silencio como auténtico y puro homenaje por respeto. No sólo es Miguel Ángel Blanco y otros que se cuentan con los dedos de una mano.

Las coordenadas, de estos actos, están desvariadas por la concentración de determinado partido político en una supuesta lucha, solitaria, a tontas y a locas contra sí mismo y contra el Gobierno legalmente constituido. Esta actuación del PP sólo beneficia a la propia banda terrorista, que se troncha a carcajadas en cada salida de tono de los peperos y por la perplejidad retratada en el rostro gubernamental. Situación tan lamentable como esperpéntica que se traduce como una afrenta a las víctimas del terrorismo, incluido el propio recuerdo de Blanco, en ese maniático posicionamiento destructivo e inoperante en el tablero político español. Esta situación sólo ocurre en el mundo árabe, donde se matan unos y otros entre ellos mismos. Tal vez la herencia de aquellos musulmanes, de los 800 años de ocupación, tenga la culpa y seamos, en realidad, más moros de lo que creemos.

La deslealtad demostrada hasta la fecha, yo diría rebeldía, por el PP hacia el Gobierno de la nación española, en la que se integran varias nacionalidades quieran que no los peperos, pasará cuentas en las próximas elecciones generales y, ni siquiera, nuestro Presidente ceutí sabrá resolver el algoritmo en que se han metido. Y eso que tiene fama de ser un magnífico economista. Con todo, sobre lo negro, no se me quita de la cabeza la aberración que han hecho en Cataluña, en un momento álgido de la situación política en la tierra de los supuestos separatistas, con el fulminante despido de Josep Piqué que, con su salida, arrastra un buen puñado de votos. Si no, al tiempo.

En fin, tal como están las cosas me importa un bledo lo que haga el PP con sus cosas y su gente. No por muchos homenajes a Blanco que hagan cambiará el negro panorama de las expectativas sobre las próximas elecciones generales; los familiares de las demás víctimas del terrorismo etarra supeditarán este protagonismo, de una sola familia, a la meditación sobre la orientación de sus votos. Y aunque se lo propusieran, ya es tarde para enmendar la plana y si lo tratan de hacer caerán de nuevo en errores de bulto. Con ajo se lo coman.
 

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