Observo durante unos minutos el embarque de gente que
regresa de sus vacaciones, con la perspectiva de una larga
ruta de retorno a sus respectivas casas, y que descubren en
sus rostros la desgana de una vuelta a lo rutinario de sus
vidas.
Si por estas tierras siempre tenemos el mes de enero como
uno de los más difíciles de recorrer, al tener mermadas
nuestras economías a causa de los despilfarros navideños y
de los magos… no deja de ser también septiembre otro mes que
nos aterra los bolsillos ante las perspectivas de la entrada
de nuestros niños en el cole.
Hasta la fecha, el estudio realizado sobre la situación
económica española no refleja la auténtica y monumental
parida deudora de la mayoría de los españoles que han caído
en la trampa de las hipotéticas, en particular, y del
encarecimiento del coste de la vida en general.
Los datos difundidos por los principales indicadores de la
economía española son bien distintos a lo que perciben los
ciudadanos en su propia situación personal. A pesar de que
las estadísticas aseguren de que la economía española sigue
creciendo (4%); uno de los informes, habituales de cierta
entidad bancaria, contradice claramente los datos
macroeconómicos, contraponiendo las cuentas de las familias
españolas.
Las familias españolas, en su conjunto, ya deben más de los
que pueden ganar cada año y ello se traduce en grandes
dificultades para llegar a fin de mes. La deuda alcanza ya
un 127% respecto de la renta bruta familiar (incluidos los
salarios, las subvenciones y las prestaciones después del
pago de impuestos), con lo que la deuda por hipotecas y
otros créditos, respecto a una familia con 30.000 euros
anuales de ingresos, ya alcanza unos 38.100 euros. Lo que se
entiende que tras los pagos de los créditos y los gastos de
consumo deja la capacidad de ahorro en un -1%. En otras
palabras: si en el año 2000 cada familia podía ahorrar unos
900 euros anuales, hoy en día su cuenta queda en número
rojos de más de 300 euros como término medio.
Este vuelco económico se inició al comienzo del “boom”
inmobiliario, cuando dominaba el modelo en que el ahorro
familiar financiaba la expansión de las empresas a las que
prestaban el mismo. Tal vez tengamos el consuelo de un
balance confortable por la participación en el patrimonio
común (la Seguridad Social), pero con severos perfiles de
riesgo a medio plazo.
Esta perspectiva que se nos presenta debería ser ampliamente
expuesta por los responsables de nuestra economía y darnos
datos reales sobre la verdadera situación de la moneda en el
país. Nos estamos acercando a los EE.UU en donde deber más
de lo que se puede ingresar es habitual y así están las
cosas: crisis hipotecarias como para hundir al más guapo.
Dejando de lado los números, me marean más ahora que antes,
paso a comentar el síndrome de los “monstruos” marinos que
asaltan nuestras playas extendiendo el pánico entre los
bañistas. Resulta que un pobre pez manta, tal vez espantado
por las hambrientas fauces de los tiburones financieros, se
acercó totalmente desorientado a la playa de La Paella (Tarragonés)
en un intento de buscar un remanso de paz entre los finos
arenales de la Costa Dorada.
La exageración de los bañistas, que la avistaron cuando se
acercó a 10 metros de la orilla, hizo saltar las alarmas y
todos, sin excepción, salieron del agua por sí mismos. No
había para tanto, más aún cuando se trataba de una manta
tipo milano, que en absoluto es peligrosa para los humanos,
y que al darse cuenta de la presencia de gente dio un golpe
a la cola y se largó en busca de lugares menos concurridos.
Este pez se puede pescar en el Delta del Ebro, lugar al que
acostumbro a acudir con bastante frecuencia. Las hay de buen
tamaño y pueden pesar unos 30 - 40 kg o más. Son más fáciles
de pescar que una hipoteca, pero su temporada es muy corta.
Las pescamos durante el mes de agosto cuando las aguas están
más cálidas.
Se cogen con sardina a fondo y con barca anclada, los
señuelos tienen de ser algo fuertes y de buena calidad, ya
que tienen una fuerza impresionante. Una vez pescada y a
bordo, hay que tener mucha precaución ya que utiliza su cola
como un látigo, que la dispara muy rápidamente y, como he
dicho antes, tiene mucha fuerza. Dentro del mar no se portan
así, son amigables y a veces “cariñosas”. Las mantas milano
se alimentan de plancton, incluyendo peces pequeños y
calamares. Generalmente tienen rémoras oportunistas pegadas
a la parte inferior, que buscan las sobras que quedan de la
alimentación y también buscan protección…
Bueno, he expuesto una pequeña reseña de un pez harto
conocido por todos los componentes de la pandilla que
formamos cuando vamos al incomparable Delta y aunque no
tenga nada que ver con el contexto de este artículo, sí
resulta congruente su huída hacía lugares más tranquilos.
Esto es porque los humanos estamos empeñados en huir, casi
siempre, hacía adelante y cuando se tratan de deudas
económicas, más adelante aún queremos ir, en la creencia que
pidiendo créditos para sufragar el anterior podemos
salvarnos, cuando en realidad no hacemos más que tirar
nuestro patrimonio por la borda de una manera ilógica y mal
calculada, eso sí: con la ayuda de los tiburones financieros
sin escrúpulos. ¿Cuándo aprenderemos?
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