Empezamos a cuestionar el ¿Para
qué?. Acaso para atraerse unos votos, o para desprestigiar a
unos y aparecer como salvadores otros. Eso es lo que podemos
deducir de lo que dice la ministra María Teresa de la Vega,
al afirmar que la Ley de la Memoria no busca hacer una
valoración histórica.
¿Pues qué es lo que busca? ¿Condenar y salvar según su
juicio personal?. Por mal camino vamos, y todo ello al haber
desestimado la petición de CiU de que la Ley de la Memoria
Histórica comprende una mención a los abusos cometidos por
el bando republicano, durante la guerra.
Todo lo que no sea tratar con objetividad lo ocurrido en un
bando y en otro, es malversación de los hechos, interpretar
caprichosamente lo ocurrido y, en definitiva, falsear la
historia. Si eso es lo que aplaude la señora de la Vega está
en un error, y un error de ese tipo habrá que juzgarlo,
también, como tal.
Hablar de memoria histórica es decir que:” el 18 de julio de
1936 se produce un golpe de Estado militar contra el orden
legítimamente constituido de la República. Franco lo inicia
en Canarias, Mola en Pamplona, Queipo de Llano en Sevilla,
Cabanellas en Zaragoza...” .
No hemos puesto de nuestra cosecha nada, pero tampoco vamos
a poner, ni quitar nada al decir:” el número total de
muertos, según los historiadores, se aproxima a los 600.000,
de los cuales 100.000 corresponden a la violencia desatada
en la zona rebelde y 55.000 a la violencia propia de la zona
republicana...”.
¿Por qué aclarar unas cosas y ocultar otras?. En la Memoria
Histórica tenemos que decir, porque así fue que: “mientras
Picasso pintaba el Guernica para la Exposición Internacional
de París (1937), el cardenal Goma preparaba la carta
colectiva de los obispos. Estaba pintando otro cuadro muy
diferente”.
Cuando de la Vega dice:” la Ley que el Congreso está
tramitando servirá para resarcir a las personas que
sufrieron las consecuencias del franquismo”. Está colocando
una parte de lo que fue, pero no todo, y esa será una
historia desvirtuada, incorrecta, incompleta y, por
consiguiente, parcial. Eso no es historia, eso llámenlo como
quieran, pero no es historia.
Y aquí viene el punto en el que no va a coincidir con lo que
propone CiU, puesto que afirma que: “ esa futura ley no debe
entrar en distinciones entre víctimas de uno u otro bando
porque su objetivo es resarcir a los que perdieron el
derecho al reconocimiento después de la guerra”.
Pues bien, si eso es lo que se pretende búsquese otro
titular, llámese de otra forma, pero no Memoria Histórica,
salvo que para los que impulsan esto unos tengan memoria y a
los otros los consideren amnésicos.
Ahora mismo, y a medida que pase el tiempo irá creciendo más
la idea, estamos convencidos de que esta ¿ley? Nació con la
ambición de reunir un amplio consenso, mientras que, poco a
poco, se está convirtiendo en un verdadero rompecabezas para
el legislativo.
Porque IU, CiU y PNV son los únicos que siguen apoyando,
aunque algunos, ahí está CiU, más tibiamente.
Desde el primer momento el PP no entraba en ese grupo de los
que apoyaban tal ley, ERC tampoco lo va a apoyar, y hay más,
de los grupos que apoyan al PSOE, hay tantos cruces de
intereses que será casi imposible que salga una ley a gusto
de CiU y de IU, o del PNV entendiéndose con los otros dos.
En definitiva, un galimatías difícil de salvar, y más cuando
el portavoz de IU anunció que el voto de su formación IU-ICV
en los Presupuestos Generales del 2008 estará supeditado al
acuerdo con los socialistas en una lista de leyes entre las
que se encuentre la de la Memoria Histórica.
IU y CiU no van a poderse entender, al menos en la forma,
pues IU no aceptará que se equiparen “brotes de violencia
aislados en el bando republicano” con “la represión
sistemática franquista sustentada por todo un aparato
jurídico”.
Esto es lo que suele ocurrir, cuando por unos votos para
gobernar se da un cheque en blanco a grupos que nada tienen
que perder, pero sí pueden ganar mucho a costa de los grupos
que fueron más fuertes en las urnas.
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