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OPINIÓN - DOMINGO 2 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Otra grieta en el PSOE
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es la que se ha producido con la renuncia de Rosa Díez a seguir en las filas del PSOE. Y esta es una renuncia, no de cualquier forma, porque Rosa Díez llevaba treinta años de militancia en las filas psoistas.

Las opiniones sobre esta renuncia van en dos direcciones, o el hartazgo de una política de Zapatero con “rumbo a ninguna parte” o una grave y total pérdida de confianza en un partido que ha agotado todos los recursos y no se hace atractivo ni para los más destacados líderes del mismo.

Como se ve son dos direcciones, pero que vienen a confluir en un solo punto de vista: la falta de ritmo y la falta de horizontes de un partido que nada nuevo tiene que decir y nada nuevo puede ya hacer.

Desde focos cercanos a la altas esferas del PSOE se habla con insistencia de que los principales dirigentes del PSOE, y se pone como modelo a Zapatero, han devaluado la “E” de España, al tiempo que han adulterado muchos de los principios de los que partían, con lo que ya el PSOE no tiene una misma voz en todos y cada uno de los lugares que componen la geografía española.

El paso dado por Rosa Díez viene motivado por dos hechos graves para la propia Rosa Díez, primero el haber negociado políticamente con Batasuna, o lo que es igual, con ETA, y en segundo lugar haber menospreciado la Constitución para proporcionar a los catalanes un nuevo Estatuto.

La apreciación esta tiene un doble valor viniendo de donde viene, porque no olvidemos que Rosa Díez es una eurodiputada a la que no se deja defender sus ideas desde dentro del propio partido.

En el PSOE, por lo menos desde algunos pesebres, la acusan de deslealtad, cuando la realidad en estos instantes es muy otra:” que hay una pérdida de confianza en el PSOE, porque empieza a aparecer el síndrome de desconfianza en José Luis Rodríguez Zapatero”. Y eso se da desde dentro del partido.

Rosa Díez, en una rueda de prensa dada en Bilbao, anunció que se marchaba del partido porque: “era una inutilidad defender las ideas por las que me afilié hace treinta años al PSOE”. Era su punto de arranque, mirando hacia atrás y con la vista puesta, también, en sus compromisos: “Prefiero cumplir el compromiso adquirido con los ciudadanos que seguir instrucciones del partido”.

Y además, algo de lo que deberían tomar ejemplo muchos otros, desde otras formaciones políticas, y sobre todo desde el PSOE, la ex eurodiputada explicó también su renuncia a un escaño en el Parlamento europeo.

Alguien, ahora, aunque sólo sea por el “pesebre” que va a recoger, estará echando bendiciones a esta mujer que estando en las alturas, sin necesidad de complicación alguna, se va a alinear en el partido que “¡Basta ya!” presentará a finales de mes, con la idea de poderse presentar a las próximas elecciones.

De todos los movimientos como este, siempre se pueden sacar conclusiones y los socialistas vascos la acusan de deslealtad, por haber estado trabajando desde el partido socialista para poder montar otro.

Creo que se equivocan los socialistas vascos, porque, a lo largo de los treinta años de militancia en el PSOE, Rosa Díez siempre estuvo en su puesto y jamás dio pie a nada que pudiera traicionar al partido, y a sus votantes.

Lo que ocurre, y esto lo debieran saber muy bien todos los socialistas, pero especialmente los vascos, es que hoy el PSOE tiene un lenguaje críptico que no dice lo mismo para Sevilla que para La Coruña, para Bilbao o para Valladolid, y por esas no pasa Rosa Díez ni los socialistas de verdad, por eso sí pasan, y lo entendemos, los estómagos agradecidos a los que les da lo mismo ocho que ochenta y que no saben ver tres palmos más allá de sus narices.

Lo mismo que algunas corrientes dentro del PSOE se ha manifestado el líder de la oposición, Mariano Rajoy, para quien la marcha de Rosa Díez es la muestra evidente de que “no hay confianza en la persona del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero”.
 

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