¿Qué murmuran? ¿Qué si me creo
repuesta en una cátedra de la Universidad de Salamanca tras
un largo exilio? No. Estoy reinando en el artículo de
autoinculpación de ayer, acerca de la falta de democracia
interna que ha reinado en los madriles peperos y decía que,
el que, por decisión unipersonal del líder de turno le
sucede en el puesto, se aferra a él como un jabatillo
airado.
Ni convenciones del partido, ni congresos, ni posibilidades
de que, aspirantes a ocupar la Presidencia, presenten
programas de actuación, se postulen como líderes y venzan en
las urnas convenciendo con sus ideas. Malo, malo. El
liderazgo no es una herencia que se pueda otorgar de forma
graciosa y, la absoluta falta de líderes que hemos sufrido a
lo largo de los años, nos ha hecho acostumbrarnos a no
seguir de forma apasionada a un tipo que deslumbre con sus
ideas, sino a seguir como borregos a aburridos burócratas
impuestos desde Génova 13 o, en su día, desde la cochambrosa
sede de Silva 23. ¿Qué que puede hacerse cuando, en un
partido, no atrae absolutamente “nadie” porque todos
resultan uniformemente aburridos, correctos políticamente y
una especie de sietemesinos siameses donde ninguno destaca
por nada en especial? Pues muy sencillo. Por amor a España y
a los españoles, se lanzan ojeadores y cazatalentos, por las
empresas, por las universidades, por las consultas y los
bufetes, por las fábricas y las barriadas, por arriba y ¡recáspita,
la revolución! Por abajo.
Nada de escoger con pinzas apellidos rimbombantes y “de toda
la vida” ni a privilegiados por cuna, ni a “hijos de “ ni al
amiguete, ni al pelota, ni al enchufado. Meritocracia
auténtica. Que no es mérito doblegarse ante el jefecillo de
turno y agitarle el botafumeiro, ni es mérito tener el
genuino Master en Adulación al de Arriba, ni es mérito ser
trepador ni catamelones, ni palmero ni mariachi. Gente que
valga, por méritos propios, que se haya currado lo que
tiene, sin haber sorbido la primera cucharadilla de leche en
cuchara de plata. Me los traigan becarios, hartos de pasar
fatigas, curtidos por la vida, gente luchadora y tenaz,
crecidos y baqueteados en las dificultades y por ello
capaces de conocer y sentir las penas ajenas. A nosotros, a
los votantes y afiliados de a pie de urna, a los que
otorgamos poder y privilegio con nuestros sufragios, no nos
impresionan ni los señoritos del pan pringáo que lo han
tenido todo dado desde la cuna, ni los cachorros de la
oligarquía, ni la gente “de familia”. ¿Es que la pijería nos
va a dar de comer y nos va a arreglar la usura bancaria que
ha dejado a los españoles hipotecados y con el culo al aire?
No. Ellos no son como nosotros. Ni saben de sudores fríos
ante el mileurismo, ni conocen la realidad de magníficos
universitarios compartiendo piso con colegas, porque no se
puede acceder a un alquiler en solitario, la renta se come
el sueldo. Que nuestro Ministro de Sanidad salga de las
urgencias de la Seguridad Social y de bregar con las listas
y con la falta de medios, con los MIR de sueldos míseros y
con las ATS que tienen que emigrar a Portugal. Que el de
Justicia sepa de guardias en los Juzgados, de locutorios
sombríos de cárceles superpobladas, que haya olido el miedo
de los detenidos y comprobado como salen las criaturas
deshidratadas y echas polvo de los inmundos calabozos,
huelga de hambre de setenta y dos horas porque “la bandeja”
apesta a podrido y solo se puede tomar el zumo y las
galletitas. Que nos den vida auténtica, vivida y sentida,
sangrada y hasta llorada. Que no queremos Ministros
jilipollas y engreídos, irreales y distantes. ¿Cultura? Me
traigan un catedrático de instituto, hartito de bregar con
santos y con bestias, de desasnar criaturitas y recibir más
de una colleja del chorizo oficial del aula. ¿Qué donde les
buscan y les captan? Sobre el terreno, que entre quienes
votan PP hay muchos líderes y mucha buena gente ninguneada.
¿Qué los Poderosos de Génova 13 “jamás” abandonarían el
puestazo para dejárselo a un líder natural y electo y que el
PP tiene “númerus clausus” y no entran novedades
peligrosas?. Malo. Decíamos ayer que malo. Hoy digo:
cazatalentos y convenciones, urnas y papeletas. Eso es ser
como Dios manda.
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