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OPINIÓN - SÁBADO, 1 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

A vueltas con la educación

Por Quim Sarriá


Suave despertar he tenido, con la ciudad desperezándose toda a mi alrededor y algún que otro atleta veterano, corriendo a pasitos por el Paseo, con pañuelo liado a la cabeza. Una vez más me despierto demasiado temprano para el gusto local y como no encuentro la manera de volver a dormirme, como no sea tomando pastillas contra el insomnio cosa que nunca hago, salgo a la calle y doy mi acostumbrada vuelta, que no carrera, por la ciudad de mis recuerdos.

Noticia va, noticia viene, cabe destacar la total desinformación que existe en la ciudad acerca de una de las nuevas asignaturas que el Gobierno plantea para éste mismo curso. Me estoy refiriendo a la Educación para la Ciudadanía –tal vez tenga otro título definitorio pero me quedo con éste- sobre la que algunos se hacen cruces y se apresuran a expresar su opinión en un auténtico alarde de desinformación con las mismas armas que utilizaron años ha, años del yugo uncido al cuello de todos y las flechas dispuestas para repeler cualquier intento de retornar la democracia.

No hay nada de malo, absolutamente, que nuestros críos tengan conciencia de su propia condición humana en la dimensión individual, aceptando la propia identidad y las diferencias con sus semejantes para desarrollar, en positivo, su autoestima y con ello englobar la dimensión social en un todo.

No hay nada de malo, absolutamente, que nuestros críos aprecien expresar sus sentimientos y sus emociones con el fin de tener esas facilidades de comunicación que les permita participar, sin miedo, en actividades sociales de grupo quitando la prepotencia prematura para trabajar en una actitud solidaria y tolerante mediante el uso del diálogo y con ello mediar en los conflictos que sobrevengan. No se puede negar, a nuestros críos, que desarrollen la iniciativa personal con la responsabilidad que conlleva y darles ocasiones para que pongan en práctica distintas formas de convivencia y que participen en las actividades plenamente con el respeto, la cooperación y el pleno rechazo a la violencia.

No hay nada de malo, absolutamente, que nuestros críos asuman y valoren los derechos y deberes derivados de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y conocer nuestra Constitución; hasta conocer profundamente la identidad de los valores que los fundamentan y valoren moral y éticamente las actitudes personales y colectivas sobre las realidades sociales con el reconocimiento de la pluralidad de la sociedad actual, con el conocimiento cultural de la diversidad de la convivencia y defender, con ello, la igualdad de derechos y oportunidades de todos; apartando firmemente las situaciones injustas y discriminatorias por razón de sexo, raza, creencias o diferencias sociales.

No hay nada de malo, absolutamente, que nuestros críos tengan una orientación sexual que anule la vulneración de su dignidad humana y que le cause perjuicios en la convivencia cotidiana de la sociedad. Es preferible que reciban esa educación a través de profesionales que no de la calle; a la larga, quiéranlo que no algunos, nuestros críos ya andarán informados sobre el tema mucho antes de lo que muchos padres creen y no quieren creerlo encima. No hay nada de malo, absolutamente, que nuestros críos aprendan a reconocer los derechos de las mujeres, valorar la diferencia de sexos y con ello realzar la igualdad de derechos entre ellos, rechazando plenamente los estereotipos y prejuicios que supongan discriminación.

No hay nada de malo, absolutamente, que nuestros críos conozcan los principios en que se basan los sistemas democráticos y el funcionamiento de nuestro Estado y de la Unión Europea, para tener conciencia de nuestro patrimonio y de la diversidad social y cultural. Insistiéndose en la necesidad de que conozcan, nuestros críos y los no tan críos que algunos lo necesitan, las bases fundamentales de la vida democrática y saber, consiguientemente, obrar de acuerdo con ellos en todos y cada uno de los ámbitos de la convivencia, asumiendo los deberes como ciudadanos en el mantenimiento de los bienes comunes y aceptando el papel del Estado como garante de los servicios que usarán. Asumiendo, con ello, la importancia de la participación en la vida política y en el desarrollo de la cooperación, el asociacionismo y el voluntariado.

Y como no hay nada de malo, absolutamente, que nuestros críos aprendan ésta asignatura, tampoco lo hay, ni habrá, nada de malo que muchos de los ciudadanos detractores de la misma se inscriban para aprenderla y abrir un poco la cerrazón mental de seguir negando la evidencia de unos hechos y situaciones que el devenir de los tiempos las hacen necesariamente válidas y, con ello, dejar de estar anclados en un islote perdido en el espacio sin tiempo. No hay peor ciego que el que no quiere ver y por lo visto los hay aún. No es necesario ser sordo. La Ley está escrita, está aprobada dentro de la legalidad (estamos en una democracia ¿no?) y como tal hay que acatarla en todas sus consecuencias, quiéranlo que no. Ya tendrán tiempo de descargar culpas en el regazo de San Pedro antes de entrar en el Paraíso… que por cierto siempre estará abierto a los alumnos de Educación para la Ciudadanía, en igualdad de condiciones que los que no tuvieron, desgraciadamente, esta clase de educación. Así os luce el palmito, señores detractores.

No se por qué no aceptan una cosa que aún no ha dado sus primeros pasos y constatar si está bien o está mal durante un tiempo prudencial de observaciones. Con elucubraciones insensatas porque sí, nunca avanzaríamos hacia nuestro propio reconocimiento como valioso ser humano y con presentar falsos o intencionados datos supuestamente detractores no se consigue nada, si no es el odio del propio hijo, hacia uno mismo, por habérsele negado lo que otros, la inmensa mayoría saben. ¿No te jode?
 

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