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OPINIÓN - SÁBADO, 1 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / VERBA SEQUENTUR

¿Totalitarismo o democracia? Este es el dilema
 


Miguel Massanet Bosh
miguelmassanet@elpueblodeceuta.com

 

¿Es que todavía existe alguien en España que piense que estamos en una democracia? Cualquiera que albergara la más mínima esperanza de que así fuera regrese a la realidad y repase sus conocimientos sobre política, para que pueda tomar conciencia de la dura realidad que nos rodea. No hay duda que las explicaciones simples y claras son las que mejor nos pueden ilustrar a cerca de un tema tan manido y que, no obstante, tan confusos tiene a muchos de nuestros conciudadanos. Comencemos, si les parece, por conocer lo que entendemos por “democracia” y parece que una definición bastante ajustada podría ser que: “se trata de un sistema político que permite el funcionamiento del Estado en el cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que le confieren legitimidad al representante”. Bien, creo que nos puede servir para contrastar en qué se parece el gobierno que tenemos con la anterior definición que, por supuesto no es mía, sino de expertos en la materia.

 Empecemos por contemplar la forma en que los ciudadanos españoles elegimos a nuestros representantes políticos. Los mecanismos electorales de que nos hemos dotado empiezan por contradecir el propio espíritu de lo que debe ser la democracia: gobierno del pueblo para el pueblo. Nuestro sistema electoral favorece que por mor de unos procedimientos caducos y de la aritmética electoral pueda ocurrir lo que, en la actualidad está sucediendo y es que, unas minorías escuálidas tienen la llave del gobierno de toda la Nación. Si además podemos constatar que estas minorías son precisamente las que desean que España deje de ser una nación para desmembrarse en pequeños estados independientes, ya tenemos la demostración de cómo la voluntad mayoritaria puede ser burlada y contradicha por un número pequeño de ciudadanos. Esto por supuesto no es democracia. Se supone que los representantes de los votantes deben ceñirse a cumplir la voluntad de lo que les votamos y, de paso, que el gobierno se limite a administrar los bienes que se le confían con honestidad sin extralimitarse en sus funciones; por ejemplo, es evidente que a un gobierno no se le entrega la nación para que pueda disponer a su arbitrio como desmembrarla o convertirla en algo distinto a lo que se le ha entregado. Pongamos el ejemplo de una vivienda alquilada donde es impensable que el inquilino puede hacer reformas sustanciales sin el debido permiso del propietario.

Contemplen, sin embargo, la facilidad con la que el Ejecutivo que nos gobierna esta´haciendo de España un sayo federal, a su conveniencia, sin que el pueblo español haya tenido ocasión de opinar en cuestiones tan trascendentales como pudieran ser las negociaciones con terroristas (que tienen en su haber casi un millar de muertos) o, pongamos por caso, cuando vemos que a Catalunya se le ha dado un trato preferente respecto al resto de autonomías, otorgándole un Estatut que, prácticamente, representa una independencia encubierta. Si uno de los principales ejes de la democracia es el aforismo “todos somos iguales ante la ley” ¿qué clase de democracia es esta que nos priva de opinar a los ciudadanos respecto a cuestiones tan trascendentales? Es evidente que los que ostentan el poder tienen intención de perpetuarse en el mismo y a esto no se le llama democracia que, efectivamente, se basa en la alternancia política y no en el totalitarismo que se adivina en todas las acciones del PSOE, Veamos qué clase de democracia es esta que nos venden las izquierdas, que consiste en desacreditar por cualquier medio a las derechas y erigirse en la única opción para los electores. Fíjense ustedes como han acuñado una expresión peyorativa para designar a cualquier persona que no está de acuerdo con sus tésis. Somos “fascistas” los que no estamos de acuerdo con los matrimonios homosexuales; somos fascistas los que defendemos a la iglesia; lo somos los que queremos que se castigue a los terroristas y, por supuesto incurrimos en ello los que propugnamos una moral y una ética para cortar la ola de violencia, sexo, drogas etc. Es decir, que el término fascista se ha convertido en comodín para privar de la facultad de expresar sus ideas a los que no comulgamos con el comunismo o el socialismo. Esto, evidentemente, tampoco es democracia, que se basa en la igualdad de oportunidades para defender las ideas con plena libertad. Inténtenlo ustedes en el País Vasco y verán la clase de democracia que tienen los abertzales.

También vemos como queda la famosa igualdad ante la ley y el cacareado Estado de Derecho que nos quieren vender ministros como Rubalcaba, Fernández Bermejo y la vice de la Vogue. La defensa de los débiles se ha convertido en una utopía; porque lo que se lleva es lo de los famosos “derechos humanos”, entiéndanme ustedes, los derechos humanos de los terroristas; de los atracadores y de los asesinos. Si usted intenta defenderse y lesiona al que le atraca es muy probable que se vea en dificultades con los jueces; si usted dispara un arma de fuego ya puede prepararse a enfrentarse a la ley, incluso que sea un policía y actúe en legítima defensa; si usted es propietario de una vivienda, el inquilino no le paga y pretende desalojarlo o, lo que aún es peor, que se la hayan invadido los okupas; tiene usted que aguantarse, porque la ley los proteje por encima de sus legítimos derechos de propiedad. Es decir que la ley portege con mimo a todos los delincuentes pero, es implacable con las personas decentes; ¿podemos considerar que estamos en un régimen democrático? Yo creo que no. No se puede discriminar por razones de sexo, pero ahora contemplamos como se discrimina a favor de las mujeres con una Ley de Igualdad en las listas electorales que no favorece a nadie, sólo que obliga a los partidos a incluir a personas menos preparadas en sus listas para cumplir la normativa.

 En fin que, visto lo visto, en España tenemos todo menos una democracia. Yo pensaría que vamos directos a un totalitarismo al que se nos va conduciendo, entre la abulia de muchos y la inconsciencia de otros, como corderos al matadero. Pero como somos “fascistas” nos debemos callar para que los otros puedan hacer homenajes a los criminales y poner como ejemplo a seguir a la Dolores Ibárruri que, así como van las cosas, no sería extraño que, los progres de siempre, la propusieran para ser canonizada.
 

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