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OPINIÓN - SÁBADO, 1 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Dicen, no sé la razón qué tendrán para decirlo, que los famosos mueren de tres en tres. En esta ocasión el dicho se ha cumplido y el número de famosos que han fallecidos han sido tres. Cada uno de ellos, famosos en campos diferentes de la vida. Una gran actriz, un genio de la Literatura y un deportista de elite. Emma Penella, Francisco Umbral y Antonio Puertas, nos han dicho adiós, dejándonos destrozados.

Sin duda alguna por su edad, veintidós años, el fallecimiento del jugador del Sevilla y de la selección nacional, Antonio Puertas, ha sido la que más ha impactado en todos los sectores de la sociedad. Esa sociedad que se sigue preguntando, cómo es posible, qué un deportista al que no hacía mucho se le había realizado un reconocimiento médico haya podido fallecer en esas circunstancias. Y es que la muerte, desgraciadamente, no hace distingos a la hora de llevarse a las personas. Como decía la sabia de mí abuela, cada uno tenemos que marcharnos cuando nos llega nuestra hora, sin que nada ni nadie puedan impedirlo.

Fui testigo presencial, a través de la televisión, de cómo, Antonio Puertas, caía sobre el terreno de juego del Sevilla en el encuentro que disputaba contra el Getafe. La verdad no pensé, ni por un sólo momento, que esa sería la última vez que viera con vida al jugador del Sevilla, y más cuando salió por sus propios píes camino de los vestuarios. Lamento en lo más profundo de mi ser que un chaval, con veintidós años, hay visto truncada toda una vida llena de ilusiones. Descanse en paz.

Todos sabían que, Emma Penella, no se encontraba bien, pero ningunos podían imaginar que le final estuviese tan cerca, que apenas tuviesen tiempo de decirle adiós. La gran actriz, perteneciente a una saga de grandes actores, con actuaciones sensacionales en cine y teatro se le recuerda, lo que es la vida, por su trabajo en la serie de “Aquí no hay quien viva” y su frase de “Váyase, señor Cuesta”. El cine y el teatro se visten de luto ante la perdida de una gran actriz y una gran señora de la escena. Sirvan estas líneas como un sentido homenaje, a una gran dama.

Y cerramos el capítulo de los tres famosos fallecidos con Paco Umbral, el maestro de maestros de todos los columnistas españoles. Servidor, lector asiduo de todo cuanto escribía, Francisco Umbral, siente un gran vacío al llegar a la última página del “EL MUNDO” y no encontrar las pluma majestuosa de uno de mis más admirados columnistas.

Francisco Umbral llegó a Madrid desde su Valladolid, con una maleta cargada de ilusiones y las esperanzas opuestas en convertirse en un gran escritor. Y a fe que lo consiguió con el paso del tiempo, dejándonos un legado del bien escribir y en cuya fuente de sabiduría y de su bien hacer, hemos de beber todos aquellos que, cada día, nos dedicamos a escribir una columna de opinión.

De Francisco Umbral se cuentan muchas cosas, muchas historias, incluso de su mal carácter, pero lo que nadie le puede negar es que era un genio de las letras, al que se le negó su pertenencia a la Real Academia de la Lengua. Y es que, en este país ser un genio, está muy mal visto por los analfabetos de turno, que no quieren ver su talento hasta que no se mueren. ¡País!.
 

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