A Mohamed Alí le adornan cualidades sobradas para hacer de
la política un arte y convertirse con el paso del tiempo en
un líder de referencia. La preparación cultural y
universitaria le hace ser persona destacada entre el gremio
de los llamados políticos de la tierra. Rápido de reflejos,
a veces le juega una mala pasada su clara falta de
experiencia en determinados tercios de la faena política.
Pudiendo opinar de numerosas circunstancias conocidas y
establecer su estrategia como formación, a veces, esa
rapidez y facilidad de entrar al ‘trapo’ de la respuesta ‘a
huevo’ le hace caer en la trampa de la indeseable demagogia
más propia de décadas pasadas, protagonizadas por políticos
ya entonces caducos y trasnochados de los que,
increiblemente, alguno perdura como especie jurásica a tener
en cuenta como interesante ejemplar desde el sencillo punto
de vista paleontológico.
Los asesores de Ali, si es que los tiene este joven político
que ha traspasado recientemente la treintena, deberían
frenar el impulso que da la inexperiencia a la hora de
lanzarse a la crítica por el simple hecho de hacerlo sin
pararse a mirar, más templado, la coherencia de las muchas
veces grandilocuentes afirmaciones poco sostenidas por el
peso que necesitaría una crítica con clase y señera como se
esperaría del considerado como jefe de la oposición.
Cuando Alí habla de la dependencia económica del Estado y
afirma que el Ejecutivo no logra gestionar suficientemente
sus propios recursos, sólo cabe analizar con un mínimo
esfuerzo cuán demagogo puede llegar a ser un ‘político’ a
poco que se entrene. Las aportaciones del Estado por la
llamada desviación del IPSI, es decir, lo que no se recauda
en las previsiones basadas en unos parámetros de un PIB en
crecimiento, lo aporta por LEY el Estado. Los ingresos por
inversión aportados por el Estado o por los Fondos Europeos,
se encuentran dentro del marco de cooperación y la
denominada solidaridad territorial-regional. ¿Afirmaría lo
mismo Alí en Cataluña o en Andalucía, o en Canarias?.
Alí, que vive en Ceuta cuando no descansa, como muchos
ceutíes en las templadas arenas de las playas del país
vecino sabe, porque ve cada día cómo evoluciona
estructuralmente la ciudad en todos lo órdenes, que la Ceuta
avanza como urbe y como sociedad; y la Ciudad como
institución -con sus responsables al frente- deben saber
hacer bien sus deberes y no caer en la complicada tela de
araña tejida desde los intereses más o menos bastardos de
las posiciones de mayor privilegio ostentada -según el color
político- por quienes manejan las arcas estatales. Esto es
lo que debería ver Mohamed Alí. Él haría lo mismo si tuviera
la responsabilidad de gobernar
Alí, político con altura de miras y responsable si; aprendiz
de demagogo no. Ya hubo bastante, compruebe las hemerotecas.
Conocer el pasado ayuda fundamentalmente a no cometer los
mismos errores en el presente con el objeto de no lesionar
el futuro... de todos. Acepte el amistoso consejo.
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