Entonces fue en Zaragoza. El
desastre fue grande, salvaje, algo que no debiera volverse a
repetir, por cuanto, entonces, murieron doce personas, de
las que cinco eran niños. Una canallada.
Yo he querido dejar pasar unos días para escribir sobre el
ataque al cuartel de la Guardia Civil de Durango.
Al oír la noticia me vinieron a la mente las imágenes de
veinte años atrás en Zaragoza. Lo que yo no sabía, al oír la
noticia de Durango es que allí, también, había niños. Me
dicen que cinco. Afortunadamente aquí no hubo desgracias
personales, pero ya es una auténtica desgracia nacional que
hoy, ahora, en este mismo año y en el siglo XXI haya tantos
salvajes sueltos, que “velando” por “no sé qué” toda su
afición es romper el orden establecido, tratando de
aniquilar a quienes son vigilantes de ese orden.
Todas las informaciones que han ideo saliendo, durante estos
días, apuntan a que ETA hizo estallar un coche bomba cargado
con 100 kilos de explosivos. Lo de menos es si se trataba de
amonal y pentrita, como se ha llegado a publicar, o si era
otro tipo de explosivo. El daño y la salvajada son los
mismos.
La intención era matar, ETA no amaga, ETA da, si es que
puede, mientras que desde la parte contraria, desde el orden
establecido, a ETA ni se la amaga, ni se la da, se la
“advierte”, advertencia que se la pasa, se la ha pasado y se
la seguirá pasando por ... ahí.
El punto de mira de ETA, en esta ocasión, era doble, primero
volar el depósito de gas y, a continuación eso ya se
encargaría de la carnicería siguiente. Auténticamente
horroroso.
La seguridad, por fortuna, estaba en el muro exterior del
cuartel de la Guardia Civil, así como en varios blindados
que frenaron el golpe mortal.
Y ya va siendo hora de actuar con energía aquí, porque si
todos los atentados son horrorosos, en los que ETA programa
contra las Fuerzas de Seguridad no hay aviso de nada, se
ataca y cuanto más daño hagan mayor es su éxito y más lo
celebran. Es su forma de actuar.
Esta era la respuesta, de verdad, al final de la tregua que
se dio a primeros de junio, y este era, si es que no hay
más, el que se había detectado, el que se preveía, por parte
de todos los organismos que controlan la seguridad y el
orden. Lo malo es que, se había detectado, pero no había ni
idea de por donde iban a salir en esta ocasión.
Los controles en estaciones, aeropuertos y lugares de
grandes concurrencias han sido grandes, los cuarteles, o
este en concreto, no parecían el punto de mira, y mira por
donde, ahí estaba la diana.
Los expertos, si es que los hay, en este tipo de
actuaciones, dicen que la forma de actuar el 24 de agosto
fue muy similar a como actuaron en Zaragoza en 1987.
Y la Guardia Civil parece que es el blanco más solicitado
por estos salvajes, pues al de Zaragoza en 1987 hay que
añadir en 2002 otro en Santa Pola, también en la casa
cuartel, allí estalló un coche y murieron un hombre de
cincuenta años y una niña de ocho. ¡Otra vez los
niños!.También en 2002 Urdax en Navarra recibió, en su
cuartel, dos granadas que por suerte no se cobraron ninguna
vida, y para que no quede en esto sólo, en 2004 los
terroristas hicieron estallar otro artefacto en la casa
cuartel de Luna, en Zaragoza.
Más barbarie es imposible y los datos que van aflorando no
son nada optimistas, cuando se empieza a hablar de comandos
que llevan otro tipo de vida, diferente a lo que se conocía
hasta ahora, con viajes en autobús, metro...
Si ahora, tras este atentado, se nos dice que ya se venía
advirtiendo, me parece muy bien por la información, pero
ello no va a justificar, en absoluto, lo ocurrido, ni los
“coqueteos” que se vienen dando con quienes no debieran
tener un lugar al sol.
Y este ataque al cuartel de la Guardia Civil también se ha
cobrado su otra parte con varios centenares de personas que
sufrieron daños cuantiosos.
Para ir finalizando, el ataque, para más INRI, parece que ha
sido obra de un “comando Vizcaya”, uno de tantos, que se ha
ido formando en la tregua. Esto ya no podemos decir que sea
el principio, pero lo que no parece es que sea el final.
|