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OPINIÓN - VIERNES, 31 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Hace veinte años
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Entonces fue en Zaragoza. El desastre fue grande, salvaje, algo que no debiera volverse a repetir, por cuanto, entonces, murieron doce personas, de las que cinco eran niños. Una canallada.

Yo he querido dejar pasar unos días para escribir sobre el ataque al cuartel de la Guardia Civil de Durango.

Al oír la noticia me vinieron a la mente las imágenes de veinte años atrás en Zaragoza. Lo que yo no sabía, al oír la noticia de Durango es que allí, también, había niños. Me dicen que cinco. Afortunadamente aquí no hubo desgracias personales, pero ya es una auténtica desgracia nacional que hoy, ahora, en este mismo año y en el siglo XXI haya tantos salvajes sueltos, que “velando” por “no sé qué” toda su afición es romper el orden establecido, tratando de aniquilar a quienes son vigilantes de ese orden.

Todas las informaciones que han ideo saliendo, durante estos días, apuntan a que ETA hizo estallar un coche bomba cargado con 100 kilos de explosivos. Lo de menos es si se trataba de amonal y pentrita, como se ha llegado a publicar, o si era otro tipo de explosivo. El daño y la salvajada son los mismos.

La intención era matar, ETA no amaga, ETA da, si es que puede, mientras que desde la parte contraria, desde el orden establecido, a ETA ni se la amaga, ni se la da, se la “advierte”, advertencia que se la pasa, se la ha pasado y se la seguirá pasando por ... ahí.

El punto de mira de ETA, en esta ocasión, era doble, primero volar el depósito de gas y, a continuación eso ya se encargaría de la carnicería siguiente. Auténticamente horroroso.

La seguridad, por fortuna, estaba en el muro exterior del cuartel de la Guardia Civil, así como en varios blindados que frenaron el golpe mortal.

Y ya va siendo hora de actuar con energía aquí, porque si todos los atentados son horrorosos, en los que ETA programa contra las Fuerzas de Seguridad no hay aviso de nada, se ataca y cuanto más daño hagan mayor es su éxito y más lo celebran. Es su forma de actuar.

Esta era la respuesta, de verdad, al final de la tregua que se dio a primeros de junio, y este era, si es que no hay más, el que se había detectado, el que se preveía, por parte de todos los organismos que controlan la seguridad y el orden. Lo malo es que, se había detectado, pero no había ni idea de por donde iban a salir en esta ocasión.

Los controles en estaciones, aeropuertos y lugares de grandes concurrencias han sido grandes, los cuarteles, o este en concreto, no parecían el punto de mira, y mira por donde, ahí estaba la diana.

Los expertos, si es que los hay, en este tipo de actuaciones, dicen que la forma de actuar el 24 de agosto fue muy similar a como actuaron en Zaragoza en 1987.

Y la Guardia Civil parece que es el blanco más solicitado por estos salvajes, pues al de Zaragoza en 1987 hay que añadir en 2002 otro en Santa Pola, también en la casa cuartel, allí estalló un coche y murieron un hombre de cincuenta años y una niña de ocho. ¡Otra vez los niños!.También en 2002 Urdax en Navarra recibió, en su cuartel, dos granadas que por suerte no se cobraron ninguna vida, y para que no quede en esto sólo, en 2004 los terroristas hicieron estallar otro artefacto en la casa cuartel de Luna, en Zaragoza.

Más barbarie es imposible y los datos que van aflorando no son nada optimistas, cuando se empieza a hablar de comandos que llevan otro tipo de vida, diferente a lo que se conocía hasta ahora, con viajes en autobús, metro...

Si ahora, tras este atentado, se nos dice que ya se venía advirtiendo, me parece muy bien por la información, pero ello no va a justificar, en absoluto, lo ocurrido, ni los “coqueteos” que se vienen dando con quienes no debieran tener un lugar al sol.

Y este ataque al cuartel de la Guardia Civil también se ha cobrado su otra parte con varios centenares de personas que sufrieron daños cuantiosos.

Para ir finalizando, el ataque, para más INRI, parece que ha sido obra de un “comando Vizcaya”, uno de tantos, que se ha ido formando en la tregua. Esto ya no podemos decir que sea el principio, pero lo que no parece es que sea el final.
 

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