Van entrando en avalanchas, digan
lo que quieran, son europeos, y lo que sí parece es que su
llegada no es como la de otras partes del mundo, con efecto
llamada. Sin embargo, en la embajada de Rumanía se afirma
que la entrada en el UE de este país, así como de Bulgaria
no ha causado, como temía el Gobierno español, un incremento
migratorio.
De todas formas, una cosa es la realidad, tal y como está, y
otra las estadísticas oficiales. Porque lo que nadie puede
discutir es que , con la adhesión de Bulgaria y de Rumanía a
la UE, el día primero de enero de este año, ha su puesto una
llegada, grande, de inmigrantes de ambos países, acaso no
haya sido una llegada tan masiva como esperaban, pero sí son
muchos, auténticas avalanchas en algún momento, por mucho
que los datos oficiales traten de enmascararlos.
Cuando menos, el número de permisos de residencia se ha
duplicado, con mayor número de rumanos, por supuesto, cuando
comenzaba el verano. Hasta hoy, habrá que ver, de verdad,
los datos fiables.
Asociaciones de inmigrantes y la embajada rumana en Madrid
aseguran que la casi totalidad de nuevas tarjetas son de
ciudadanos de Rumanía y de Bulgaria que ya estaban en España
con anterioridad. ¿Clandestinamente?.
Los datos oficiales que proporciona el INE ( Instituto
Nacional de Estadística) para el día 31 de diciembre de
2006, en España eran 525.000 rumanos y aproximadamente la
cuarta parte, 121.000 ciudadanos búlgaros.
Pues bien, el pasado día 30 de junio, al final, por tanto,
del primer medio año de 2007, había 404.604 tarjetas y
permisos de residencia de rumanos y 99.860 de búlgaros,
según la información que proporciona el Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales, que es a donde pertenece la
Secretaría de Estado de Extranjería.
Con estos datos aportados hay algo que falla, porque no es
normal que cuando “no se había abierto la puerta” aún
hubiera oficialmente más inmigrantes de estos dos países, un
25% más, que ahora que es más accesible su llegada.
Y es extraño, salvo que el ministro Caldera cuente primero
al revés y luego siga contando al revés menos la realidad
existente. Y hay más, cuando el portavoz de la Federación de
Asociaciones de Inmigrantes Rumanos en España ha explicado
que se ha producido una ralentización.
Esto no lo entiende nadie, si había 525.000, y ahora hay
404.600, eso no es ralentización, eso es pérdida numérica,
con lo que hay que partir de la base de que, con la
posibilidad de asentarse aquí legalmente, lo que han hecho
ha sido irse. ¡¡Abramos las puertas a todos, para que se
vayan los que llegaron ilegalmente!!. Así cesarían las
llegadas de incontrolados.
Bromas a parte, el Ministerio o no sabe lo que dice, con
estos números, o no dice lo que sabe con todo lo que está
entrando de una forma controlada –los menos-, y
descontrolada en auténticas avalanchas, también de rumanos.
Acaso el ministro Caldera no vea que también en su pueblo,
Béjar, ahora hay muchos rumanos trabajando en la
construcción o en la hostelería, y lo mismo en todas las
zonas de alrededor, incluido mi pueblo donde y se cuentan
por docenas, mientras que hace un año no había media docena.
Para el portavoz de la Federación de Asociaciones de
Inmigrantes Rumanos en España hay casos que se han vuelto a
su tierra ante las buenas perspectivas que la adhesión
comunitaria ha despertado en su país de origen: “ En Rumanía
los salarios están creciendo muy rápidos; allí la economía
va bien ...”. Esto significa que al no haber excedente de
mano de obra, los que producen trabajo tienen que subir los
salarios. Hay más oferta que demanda de trabajo.
Estas apreciaciones oficiales, que no dudamos que tengan su
punto de partida, para el futuro, cierto parecen chocar
ahora y aquí con la auténtica realidad.
La embajada de Rumanía en Madrid dice: “ no disponemos de
cifras oficiales, porque estas corresponden a la autoridades
españolas”. En definitiva, un camelo que nadie se cree.
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