Hay cosas que, ni aún
explicándomelas bien, no consigo entender por más vueltas
que le doy a esa cosas que se llama cabeza. Dicen los que
entienden, o sea el gobierno ceutí, los demás también
entienden para que no se me enfade nadie, que “Apuestan por
un nuevo Estatuto aunque no sirve para ser Comunidad”. Y uno
se pone a pensar, cosa difícil en mí persona, qué si el
asunto no nos vale, con perdón, para nada, cuál es la razón
de que se tengan que reunir todas las fuerzas políticas para
tratar de sacarlo adelante. Es más algunas fuerzas políticas
hasta han llegado a enfadarse, largándose de la comisión que
se había formado para tal menester. Ustedes entienden algo y
que, incluso, se enfaden por hacer algo que, en el peor de
los casos, va a ser un documento para andar por casa. Ahora,
eso sí, nos puede aportar que al ser considerados iguales,
aunque no lo seamos, el Estado nos envíe más dinero. Si es
por eso, porque nos envíen más dinero, servidor da su voto
favorable.
Servidor, perdón por señalas que está una jartá de feo, en
cada ocasión que ha tenido que hacer un comentario o
escribir una opinión sobre el citado asunto, ha mantenido
una postura contraria a que Ceuta sea considerada Comunidad
Autónoma. Por la sencilla razón de que nunca lo
conseguiremos digan, lo que digan o quieran dejar de decir,
todos esos entendidos que, incluso, calladitos estarían
mucho más guapos.
Por principio, qué produce nuestra tierra que pueda
aportarnos algo de riqueza y, de esa forma, recibir las
competencias que tiene el resto de las Comunidades
españolas. Y en el hipotético caso de que se nos concediera
lo de ser Comunidad, cómo pagaríamos los sueldos de todos
aquellos ministros, secretarios, subsecretarios y,
secretario de los subsecretarios, más todo lo que conllevan
esos cargos, a los que hay que añadir una enorme suma de
funcionarios.
Comprendo que, todo esto, moleste a aquellos personajillos,
polítiquillos del tres al cuarto y demás fauna, que sueñan
con ser, al menos, subsecretario en esta tierra nuestra, en
cuanto se le conceda el rango de Comunidad Autónoma. No es
por nada, mis queridas y admiradas criaturitas, lo mejor que
podéis hacer es buscar un buen sillón, sentaros al fresquito
de poniente en la puerta de vuestras casas, armándose de
paciencia como Job. Y en cuanto veáis crecerle pelos a las
ranas, podéis tener la seguridad de que vuestros ansiados
puestos están al caer.
Siempre que he opinado sobre el asunto, me he pedido primer
para ser ministro de Agriculltura cuento, para ello, con
unos terrenos que me ha cedido un amigo donde tengo
sembradas, seis kilos de patatas, doce lechugas y una
coliflor.
Y para ministro de Pesca, eso no quiero que se dude ni un
sólo momento, mi gran amigo el Puchi, que para eso tiene una
patera, que hará una jartá de agua, pero que cuando sale a
pescar, pesca lo suyo. Los otros días, sin ir más lejos,
cogió seis doncellas, un pulpo de unos veinte gramos y, el
no va más, compró en el mercado un cartucho de calmar de dos
kilos.
Dejarnos al Puchi y a servidor, fuera de esos dos
ministerios, sería no pensar en el futuro de esta tierra,
acabando con los dos más grandes ministros que puede dar en
toda su historia. ¿O no?
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