Poco a poco la ciudad crece, se
moderniza y avanza hacia una realidad sostenible frente a la
magnitud evolutiva que se avecina en nuestro entorno. Hay
que llegar a ser competitiva, hay que llegar, pero primero
hace falta saber llegar y luego mantenerse y adaptarse a las
circunstancias que nos rodearán.
En primer lugar la Ciudad debe plantearse muy seriamente
dónde quiere ser fuerte y competitiva. Hemos pasado de
apostar por un turismo cultural y patrimonial, al de ocio,
de cruceros y ahora al congresual.
¿Tiene Ceuta potencialidades turísticas?. Debemos ser
claros. La ciudad en sí misma no es un destino de primera
magnitud como lo es la Costa del Sol, el Levante o Canarias
como destinos de sol y playa, pero sí cuenta con
especificidades muy atractivas, con componentes
geoestratégicos que, unido a su incuestionable legado, su
clima y sus infraestructuras pueden convertirla en un
adecuado escenario de encuentros congresuales con su
correspondiente ampliación de oferta hotelera. Turismo de
congresos, turismo del mar... Ceuta no puede vivir de
espaldas a una de sus míticas realidades, el mar. Sus fondos
marinos no están lo suficientemente explotados
turísticamente y un esfuerzo inversor en este concreto punto
no quedaría mal realizado.
Aparte no habría que descartar infraestructuras capaz de
captar un turismo de calidad con el atractivo extra que
supone la situación geográfica: en la España africana, a un
paso de Europa, con los servicios y comodidades propios de
una sociedad avanzada y aun sólo paso de la mágia que
proporciona el Marruecos más tradicional.
El Turismo es fuente de ingresos, es dinamizador de la
economía de un lugar y Ceuta ni puede, ni debe prescindir de
este elemento del que, por su potencial, puede sacar réditos
interesantes dando los pasos adecuados, con amplitud de
miras y con una política de acción transversal en el que
casi todas las áreas del Gobierno tienen qué decir en la
consecución de logros basados en el éxito del sector
turístico.
Una interesante apuesta con visos de un mejor futuro.
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