El pasado sábado tuve la fortuna
de poder asistir a una de esas invitaciones que honran a un
amigo de verdad. Estuve en Jerez de los Caballeros, esa
ciudad en la que pasé ocho años muy agradables y desde la
que vine a Ceuta, en 1978.
El sábado en Jerez de los Caballeros invitado por mi amigo
Emiliano Vázquez de Mondragón Campo, asistí a la boda de su
hija Leonor, y desde luego no puedo mostrar más que
agradecimiento a la familia Vázquez de Mondragón por las
atenciones que, como siempre que coincidimos, me
dispensaron. Gracias de verdad.
Entre los muchos invitados a esta boda también asistió, por
amistad y por cierto grado de familiaridad, José Antonio
Peche Primo de Rivera, una de las personas más honradas que
me he encontrado, políticamente, en la sociedad de nuestros
días.
Compartí mesa con José Antonio Peche, y dejando distancias o
diferencia de pensamiento, si es que las hay, coincido con
él, totalmente, en la desfachatez que hay hoy en muchos de
los que viven de la política, cambiándose o haciendo
abstracción de su pasado, con tal de poderse encaramar a un
puesto que les lleve a vivir mejor y haciendo menos.
José Antonio Peche Primo de Rivera y yo recordábamos a un
chaval, en los años 74 o 75, estudiante entonces de
bachillerato, que era presentado por el alcalde de Jerez de
los Caballeros, Antonio Granados, al gobernador civil de
Badajoz, José Zurrón, que anteriormente había sido alcalde
de Ceuta.
La presentación que el alcalde jerecista hacía de este
chaval se resume en estas cinco palabras:” es consejero
local del movimiento”. Muy bien, entonces lo eran muchos.
Este chaval, ahora un señor, a su manera, “ se ponía la
camisa azul y cantaba el Cara al Sol mucho más que yo” me
decía José Antonio Peche. Así es, y además en estos momentos
ese chaval, ya señor, no es ni mucho menos de Falange, sino
del partido con más fuerza y poder a nivel nacional y a
nivel de Extremadura, el PSOE.
Y partiendo de aquí me decía José Antonio, que en aquellos
años Rodríguez Valcárcel, presidente de la Cortes, le
ofreció ser gobernador civil y él lo rechazó. Este
ofrecimiento en aquel momento “tenía sentido”, él es
abogado, hijo de un diplomático, cónsul plenipotenciario,
nieto de quien era, marqués de Rianzuela y de apellido Primo
de Rivera, lo tenía todo para ostentar un alto cargo, a lo
que dijo: “no, conozco mejor mi hacienda, sé criar mi ganado
y en un cargo de este tipo a lo mejor no voy a saber cumplir
como es debido”.
Tengo que repetirlo, uno, aunque no coincida, si no
coincide, en la forma de pensar con él, tiene que coincidir
plenamente en su forma de actuar. Yo coincido totalmente.
En una conversación con esta persona que sabe llevar el
chaquet en su momento, pero también sabe ponerse las botas
de agua para ir al campo, no podía faltar un repaso a su
familia materna, de la que él habla con naturalidad, de cómo
podría haberse hecho “algo más” por salvar a su tío José
Antonio en vez de permitir que se le asesinara tan vilmente.
Ni entra, ni quiere entrar en más que ese “algo más” que no
se hizo. Un verdadero señor.
Hablábamos también de cómo su madre estuvo tres años en la
cárcel, también, en Alicante y como un barco alemán, desde
aguas internacionales a 40 o 50 kilómetros de la costa
advirtió a quienes controlaban entonces Alicante:” Si muere
un Primo de Rivera más bombardeamos Alicante”. La
advertencia sirvió para que su señora madre no corriera la
misma suerte que había corrido dos o tres días antes José
Antonio Primo de Rivera.
Y lo que más le agrada a un hombre que, como él, tiene
antecedentes en la política del siglo pasado, es ver que de
las muchas cosas que van saliendo, unas verdaderas, otras no
tanto, su familia no ha sido acusada, jamás, de haberse
hecho con nada que no le perteneciera.
Habla de su abuelo y de su dictadura o mejor “dicta blanda”,
de que se le acusó de mujeriego, de algún lío de faldas, y
él admite que un hombre viudo, como era, “algo tenía que
tener”, pero que fuera de eso los que vivieron aquella etapa
jamás maldijeron su apellido.
Una invitación que agradeceré siempre, unos amigos de hace
muchos años. Así estuve en Jerez de los Caballeros.
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