Al final, apenas media docena de
partidos son los que van a guisar el cus-cus (“cortar el
bacalao” no es propio de esta tierra) por lo que me centraré
en las tres primeras formaciones políticas del ranking
electoral marroquí, que además y de alguna manera cubren un
amplio espectro ideológico: los nacionalistas y
conservadores del viejo partido del Istiqlal (fundado el 11
de enero de 1944), los socialistas posibilistas de la USFP y
los islamistas moderados del PJD. El punto de color lo ponen
los “Verdes” de Su Majestad, el ‘Partido del Medio Ambiente
y el Desarrollo’ fundado el 27 de abril de 2002 y dirigido
por Ahmed Alami (con 2 diputados en la Cámara de
Representantes y 3 en la de Consejeros), quien fundamenta su
programa en la protección ambiental, base de un crecimiento
sostenible del país capaz de impulsar una amplia justicia
social. Ni que decir tiene de su apuesta por las energías
renovables.
Los istiqlalíes, nacionalistas y conservadores (defienden
los valores de un Islam “de la tolerancia” y la recuperación
de la integridad territorial del país), proponen una serie
de medidas avanzadas por su secretario general, Abbas El
Fassi, a la agencia oficial de noticias marroquí MAP y que
podemos resumir en tres puntos:
- Reforma jurídica, introduciendo cambios en el Consejo
Superior de la Magistratura.
- Reforma fiscal, bajando impuestos a las empresas
estableciendo tres rangos: microempresas (autónomos para
entendernos), pymes y grandes empresas incluyendo al sector
financiero.
- Reforma social, impulsando una tasa de crecimiento de un
6% reduciendo paralelamente la inflación un 2%. Con ello se
pretende bajar la tasa de desempleo del 10 al 7%,
extendiendo la cobertura médica al 80% de la población.
Por su lado la ‘Unión Socialista de Fuerzas Populares’ (USFP,
implicada en responsabilidades de gobierno desde 1998) rompe
aguas intentando calar en un desconfiado electorado el
reclamo del empleo. En palabras de su secretario general,
Mohamed El Yazghi, la USFP promete dos millones de nuevos
puestos de trabajo de aquí al año 2012. A mí tamaño órdago
no deja de recordarme aquella promesa de Felipe González y
Alfonso Guerra (¿se acuerdan, verdad?) de un millón de
puestos de trabajo; luego vino la dura reconversión
siderúrgica y naval (Cádiz y Gijón, Hornos Altos en Asturias
y Sagunto) o minera, cuyas consecuencias aun colean; de la
“quemada” siderúrgica solo se salvó el País Vasco, adivinen
ustedes por qué… Pero volviendo a la USFP los socialistas
propugnan, sensata y oportunamente, la creación de un nuevo
ministerio que englobe políticas de igualdad y servicios
administrativos de género social, haciendo un guiño al
electorado femenino (48% del total) y al cumplimiento
pendiente (sangrante en el medio rural y en los cinturones
de las grandes ciudades) del nuevo código de la “Mudawana”.
La USFP fundamenta su programa en cinco puntos: libertad,
democracia, progreso social, solidaridad y modernidad, con
el que pretende articular un modelo de sociedad “fundada en
los Derechos del Hombre” (sic), si bien no especifica
claramente a cual de ellos se refiere: los Derechos Humanos
de las Naciones Unidas o la Carta de Derechos Humanos
Islámicos de El Cairo…
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