Se acercan las elecciones
generales, esas que van a decidir quién o quiénes gobernarán
a los españoles durante los próximo cuatro años. Como es
lógico, los dos grandes partidos, jugarán todas sus bazas
para tratar de gobernarnos. La balanza según las encuestas,
en las que no creo, está muy igualada. Al parecer todo va a
depender de ese millón de votos de los indecisos que, a
última hora, inclinarán con su decisión a un o u otro lado.
O sea a uno u otro partido. Y como dicen los entendidos,
ellos, los indecisos, los que deciden a última hora, serán
los que con sus votos darán la victoria a uno de los dos
grandes partidos. Aun que, después, viene el cuento de los
pactos e igual el que saca mayoría no gobierna.
Los pactos, no más que son el truco del almendruco, pues
gracias a ellos gobiernan quienes, precisamente, no quiere
el pueblo que gobierne. Lo que viene, una vez más, a darme
la razón de que el pueblo, al que pomposamente llaman
soberano, es del más puro garrafón. Pero sigamos con las
encuestas que son, en ocasiones, otro truco del almendruco.
He explicado, en varias ocasiones, los motivos que me llevan
a no creer en las encuestas a pesar de que, eso tengo que
reconocerlo, en la mayoría de las ocasiones, son casi
perfectas, acercándose en un tanto por ciento muy elevado a
los resultados finales.
Si embargo, todas esas encuestas que se van realizando meses
antes de que lleguen las lecciones generales, dejan mucho
que desear puesto que dependen, en gran manera, para quién o
para quiénes se hagan dichas encuestas.
No es de extrañar, pues, que cada uno de los partidos
arrimen el ascua a sus sardina. Y donde ayer te decían que
tal o cual partido, llevaba tres puntos de ventajas, hoy te
dicen que la distancia se ha recortado y, ambos partidos,
están en empate técnico. Así que, personalmente y en
persona, lo digan los jóvenes y las jóvenas o el mundo
mundial, he decidido creer sólo en esas encuestas que se
hacen cuando, desde el Ministerio del Interior, se dan los
resultados finales.
A partir de estos momentos, aunque las luchas intestinas en
cada partido empezaron hace tiempo, se acentuarán las
puñaladas traperas, los abrazos de Vergara y la aparición en
escena de los “Brutos” en cuestión apoyando a los trepas de
turno. A igual que las recomendaciones de los mandas de
gorra y pito hacia algunos de sus pelotas o lameculos, para
que ocupen las plazas de diputados o senadores.
Vamos, esto no es nuevo, se da hasta en las grandes alturas,
donde algunos que deberían desaparecer del mapa político,
haciéndoles un favor al partido, siguen manteniéndose en el
mismo, luchando contra aquellos que de estar en esas listas,
redundarían en beneficio del partido, incluso podrían
llevarles a ganar las elecciones generales.
La implicación de cualquiera de ellos en esas listas, hace
subirse por las paredes a todos esos que ocupan, en la
actualidad, puestos de poder en el partido. Bajarse del
carro del poder, para cederles sus sitios a otros, no entra
en la mente de quienes tanto nos quieren y que, todo lo
hacen por nuestro bien. Jamás para su propio beneficio sin
bajarse del carro del poder ¡Anda ya!
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