Los últimos 50 años han aportado
un inmenso avance en el control y la curación de
enfermedades, que a principios de los años 50 del pasado
siglo eran mortales de necesidad.
Sin embargo, hay que saber mirar para ver bien el mundo que
nos rodea, por cuanto a enfermedades vencidas siguen otras
nuevas con las que hay que empezar a luchar desde el
principio.
En los años 50 hablar de cáncer era hablar de muerte segura,
la duración del paciente podía ser de medio año, de uno, de
dos a lo sumo, pero al final no había solución.
Todavía recuerdo el día que siendo yo muy joven,
prácticamente un chaval, me dijeron que mi padre tenía esa
maldita enfermedad. Ya desde ese momento sabíamos que un mes
antes o dos más tarde moriría, y al año siguiente, en la
flor de su vida, nos dejaba para siempre.
Afortunadamente hoy, esta maldita enfermedad es curable, o
se puede retardar su nefasto desenlace, y prueba de ello es
que varios deportistas de élite, en fútbol, en ciclismo y en
otros deportes lo han superado. ¡¡Cuánto me alegra cada uno
de los casos de superación de esa “puta” enfermedad!!.
Pero hoy el mundo se mueve con una velocidad tan grande que
de esa celeridad se han “contagiado”, también, las
enfermedades infecciosas.
Las infecciones se propagan, según el último informe de la
OMS, ahora con mayor rapidez de lo que lo habían hecho
anteriormente, y no es que no se puedan atajar las que se
conocen, sino que, “cada año surgen una o más nuevas
infecciones”.
La OMS considera que desde finales de los años 70 se han
identificado 40 nuevas patologías, unas enfermedades que en
los años 60 eran totalmente desconocidas.
Pero hay más, había enfermedades que parecía que habían sido
desterradas para siempre, y no ha sido así, tales como: el
cólera, la tuberculosis, la meningitis ..., además de que
aparecieron otros virus como el Ebola.
Todo esto hace que, ahora mismo, los gastos en combatir
enfermedades existentes hoy son muchos, pero los gastos en
investigación para prevenir o para combatir lo que puede ir
apareciendo, tienen que ser más grandes todavía.
Hace cincuenta años, los antibióticos parecían frenar todo,
hoy hay medicamentos que ya no sirven para las enfermedades
de toda la vida, cuando han vuelto a aparecer. Ahora los
antibióticos han perdido gran eficacia debido al aumento de
resistencias.
Significa esto que se ha progresado, se ha avanzado en los
controles, pero por otro lado han surgido otros tipos nuevos
que presentan resistencia a los nuevos fármacos utilizados.
Para la OMS las últimas amenazas son: a.- el bioterrorismo,
b.- el vertido de residuos químicos tóxicos y c.- la
aparición de nuevas enfermedades como el Síndrome
Respiratorio Agudo y Severo.
Veo en un artículo de Ciencia y Futuro que “ con el Síndrome
Respiratorio Agudo y Severo se confirmó el temor de que un
patógeno nuevo o poco común tenga profundas repercusiones en
la salud y la economía global”. Termina esta reflexión con “
el temor continúa con la gripe aviar”.
Y la OMS que no quiere ser conformista, ni tampoco ocultar
los peligros que acechan, en cuanto a enfermedades, asegura
tajantemente que “ sería pecar de ingenuos y de exceso de
confianza pensar que no aparecerá otra enfermedad como el
sida”.
El solo hecho de pensar en ello pone carne de gallina, y más
ahora que esa enfermedad, hasta hace poco maldita y
“vergonzosa”, parecía un poco apartada de los graves
problemas de nuestros días.
Y para que veamos hasta donde puede correr el riesgo nos
confiesa la OMS “ si emergiera un virus pandémico
transmisible no se podría evitar la propagación”.
La noticia no es para estar tranquilos y mucho menos cuando
asegura que podría llegar a afectar al 25% de la población.
El riesgo de pandemia no lo niega ningún científico, este
riesgo persiste y la única esperanza que nos aportan es “la
cuestión no es si se producirá, sino cuándo”.
La colaboración de todos los países se hace imprescindible.
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