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OPINIÓN - DOMINGO, 26 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Las banderas
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

He recorrido muchos países en los que dominan distintas tendencias políticas y en todos ellos su bandera es el signo de identidad, el emblema que les distingue, por encima de todo, de sus vecinos.

Una bandera representa, o es la mejor forma de representar, a un territorio salvo aquí en España, donde, desde hace una treintena de años cada parcelita de terreno pretende tener su particular señal de identidad con una bandera diferente que le opone, no que le distingue, a la bandera que representa a todo el país. El asunto de la banderas raya ya lo esperpéntico y está ocasionando miles de disgustos cada día.

Pero, por fin, la reciente sentencia del Tribunal Supremo que afirma que la bandera nacional debe ondear permanentemente en los edificios públicos, debería ser el punto de arranque para terminar con esa guerra que está desuniendo y rompiendo la unidad territorial. Y digo que debería terminar con esa guerra, pero, muy al contrario, está teniendo unas consecuencias especiales en ciertos lugares de nuestro país, como por ejemplo en Euskadi.

No se esperaba otra cosa, y es que el nacionalismo de Sabino Arana ha reaccionado contra la decisión de la Justicia, como estamos viendo en los últimos días.

Durante estos días se celebran las fiestas de Bilbao y en su día grande, el pasado 24, a duras penas y casi a escondidas se izaba la bandera nacional española.

No apareció la bandera nacional de España en la fachada del Ayuntamiento, todo el tiempo que ha dictaminado la ley, con lo cual, por unos minutos, muy pocos, el peneuvista Iñaki Azkuna acató una legislación que casi siempre se ha incumplido.

En el ambiente de imposición nacionalista, la única actitud firme y sensata para el cumplimiento de la ley ha sido la del Partido Popular. Los demás o han pasado del tema o se han manifestado tibiamente como Txema Olega, portavoz socialista en el Ayuntamiento de Bilbao que abogó por “dejar a un lado las polémicas”.

Tal como están las cosas, es cierto que no es nada fácil soportar las presiones de los nacionalistas más moderados y no digamos de los radicales, pero que miembros de un partido nacional como son PP o PSOE, actúen con esa tibieza que mostró Txema Olega, me parece que, cuando menos, es preocupante la defensa que gente así puede hacer de la unidad de todo el territorio nacional.

El presidente del PP de Vizcaya, Antonio Basagoiti instó al alcalde de Bilbao a que no arriara la bandera de España, sino que la dejara junto a la ikurriña en un lugar destacado, durante todos los días para así cumplir con la ley.

Lo que se viene haciendo en la mayor parte del País Vasco es incumplir la ley para evitar tensiones.

Se mira para otro lado, por miedo, con lo que se anima al terrorismo a seguir con sus métodos.

Lo realmente lamentable es que el brazo político de ETA argumente que la bandera española es un símbolo que atenta contra Bilbao, o contra todo el País Vasco.

La conclusión a la que podemos llegar con este lío de banderas, como con otro tipo de manifestaciones es que, treinta años después del advenimiento de la democracia, ciertos gobernantes prefieren no molestar cediendo ante ETA, porque creen que así se logra la paz.

Y prueba de que el camino de la paz debe ir por la vía de la ley y de hacerla cumplir, está, una vez más, en el hecho del día 24 con otro atentado más, y precisamente en el País Vasco.

Si lograr la paz es que los etarras o proetarras campen a sus anchas, tenemos el ejemplo en la Semana Grande de Bilbao, donde el Ayuntamiento ha cedido a los proetarras, además de caseta, también subvención.

Vemos, por tanto, que se obstaculiza todo lo relativo a cumplir con la ley para que la bandera nacional esté donde tiene que estar, pero todo son facilidades para que los terroristas reciban homenajes en las fiestas de Bilbao.

Afortunadamente el Foro de Ermua sigue con la honradez y dignidad que le caracteriza. De ellos hablaré un día.
 

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