PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 25 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Gigi, la hija de Pedro Román
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Conocen ustedes a Gigi, la hija de Pedro Román, víctima de la Operación Malaya? ¿Qué dicen ocultando sus risillas hipócritas de popes ortodoxos ante un premio del Euromillón? ¿Qué si es la jovencita que se presentó voluntariamente con su padre en un aeropuerto, para ser detenida y ablandada, como es práctica habitual del Justiciero-Torres en un inmundo calabozo sin agua y sin retrete? Sí esa misma. ¿Qué si por ser hija del que fuera pionero de la promoción inmobiliaria en Salamanca y afamado productor de cine resulta una pijotera insoportable? No. Mejor se la describo a ustedes, aunque antes que yo supo describirla Joan Manuel Serrat en una de sus inolvidables canciones “Es menuda como un soplo y tiene el pelo marrón. Y un aire entre tierno y triste, como un gorrión”.

Gigi es un gnomo frágil y delgadito. Aparentemente. Porque luego, en su delicadeza, pertenece a esa estirpe de mujeres españolas bravías, con el ADN de la Reina Católica, la carga genética de las astures que preferían matar a sus hijos antes que dejarles caer en manos de los romanos y la testiculina de Doña Jimena, que fuera consorte de Mío Cid. Vamos, que Gigi es una Mariquilla Cojones en el más amplio sentido de la palabra y cuando el juez Torres, a quien soy profundamente hostil y más desde que traté de leer el nebuloso ladrillo pseudojurídico, al que el tipo tuvo la inmensa osadía de denominar pomposamente “Auto de procesamiento de la Operación Malaya”, vale, desde que mantuve bajo mis ocho dioptrías el invento en folios y me atacó una crisis de ansiedad ante tal cúmulo de tediosos fundamentos de Derecho y tan pésimamente redactada exposición de hechos, desde entonces, detesto a ese individuo mucho más. Pero Gigi, le sostuvo la mirada “¿Se da cuenta del lío en el que la ha metido su padre?” ¿Qué pretendía el togado? ¿Tratar de malmeter a una hija contra su progenitor y asustarla? ¡En hueso de aceitunita dio el de los protectores faldones negros! Por cierto, pese a ocupar los más bajos escalafones en las listas de la oposición, cualquier faldón negro con puñetas de encaje puede arruinar con un revoleo de muñeca la vida y la honra de cualquier español. Pero cuando gane el PP esto cambiará, lo ha prometido Aznar.

¿Qué preguntan con esas bocas de garduñas cotillas? ¿Qué que le contestó la niña al tipo? Pues ¿Qué le va a contestar una hija española, una castellana de alma de meseta y tradición táurica, la nieta, biznieta y tataranieta de una estirpe de médicos llamados pedro Román, hombres de honor, hombres de Dios? La jovencita apretó los dientes y no hurtó la mirada, porque este jodido gorrión se le plantó al “temible” Torres “Confío plenamente en mi padre, diga usted lo que diga, mi corazón está con mi padre y sé que jamás me perjudicaría, jamás” Y el que bajó los ojillos huidizos tras las gafas de metal fue el Torres. El mismo que dictó un Auto injustificado de prisión para el padre aferrándose a una antigua operación inmobiliaria perfectamente lícita, legal y transparente. ¡Tíos,que miedo! Mala cosa, nauseabunda cosa las ordalías públicas y publicitadas en programas de basura del corazón. Mal profesional y mala persona quien permite conculcar el honor y la intimidad de los “presuntos”, ataca a las hijas para dañar a los padres ¡Ay que nos están tocando a esos que hemos parido! No confiamos, tememos y rogamos nunca despertar envidias o inquinas de los Poderosos, porque nos destruirán. Como han tratado de destruir a Pedro Román, el padre, al que la hija visita a diario en los locutorios del Centro penitenciario, con calores agosteñas, con bochornos, sin vacaciones, a la vera del padre está la Hija y entra sonriendo, dejando los pesares y la zozobra en la puerta de hierro azul y luego, a la salida, llama a ese ángel de Dios que es la madre, Maripi y a los hermanos y les envía por el teléfono un océano luminoso y evanescente de fuerza y de esperanza. Gigi es la hija que todos soñaríamos tener, la que mira directamente a los ojos al Justiciero y dice ¿Por qué? Y no atiende a balbuceos ni a razones irracionales, valiente, como lo da la tierra, española, de la raza de Agustina. Eso es, con raza. Gigi, la hija de Pedro Román.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto