Mañana parece que llegará a unos
húmedos Oscos (el cielo llora desde el domingo) para pasar
unos días de asueto, justo a diez kilómetros justos de mi
refugio montañero, el Presidente “por accidente” de España,
en palabras del ‘Wall Estreet Journal’: el inefable José
Luis Rodríguez Zapatero. “El anuncio de las vacaciones
presidenciales -informaba “La Vanguardia” en su edición del
viernes- ha llenado de gozo a los hosteleros, que esperan un
aumento de visitantes”. Normal. Para la comarca supone un
buen “tirón” que al actual inquilino de La Moncloa se le
ocurriera pasar una breve temporada de asueto por estas
hermosas y bravías tierras y, como es de bien nacidos ser
agradecidos, las buenas gentes de Los Oscos sabrán tenerlo
en cuenta. Solo el anuncio de su estancia ha supuesto en los
medios de comunicación una importante inyección de imagen,
que no dejará de proyectarse para el importante sector de
turismo rural, extensible a los concejos vecinos de
Taramundi y Vegadeo. Miel sobre hojuelas.
Casualmente estos días y envueltos en polémica judicial, a
unos treinta kilómetros de la residencia campestre del
“Presi” (los asturianos somos así de coloquiales) miembros
de la “Asociación para la Recuperación de la Memoria
Histórica” exhuman los restos de catorce hombres del
cenetista “Batallón Galicia” (entre ellos los del famoso
comandante José Moreno Torres), aniquilados con saña el 29
de octubre de 1.937 en el puerto del Acebo, entre Grandas de
Salime y Fonsagrada. Toda España era un inmenso camposanto.
En una guerra, por cruel que fuere, hay que batirse y uno
asume que si hay que matar, se mata y si hay que morir, se
muere. Pero una cosa es el enfrentamiento en batalla y, otra
muy distinta, el “paseíllo al amanecer”, el asesinato
gratuito, la vesania, las torturas…”Unos le dan bofetones,
otros le dan puntapiés, otros le clavan agujas en las uñas y
en los pies”, canta la copla popular. Bien está que se haga
memoria con los muertos, para todos lo muertos a un lado y
otro de las trincheras, en la retaguardia, en los campos y
en las ciudades… Que España de una vez por todas entierre
dignamente los restos de sus hijos aun repartidos por
eriales y cunetas, dando carpetazo a una historia que,
¡nunca más!, deberíamos permitir que pudiera repetirse.
No sé si es casualidad o causalidad que ambos
acontecimientos coincidan estos días en el tiempo y el
espacio ni si, el Presidente Zapatero, se acercará al
kilómetro 15 de la AS-28. Pero Rodríguez Zapatero,
Presidente le guste o no de todos los españoles, tiene estos
días una ocasión de oro para coger el toro por los cuernos
rindiendo homenaje -al fin y al cabo él ha sido el promotor
de la “Memoria Histórica”- a los muertos, a todos los
muertos de nuestra Guerra “Incivil” en palabras de Unamuno.
No hay familia en España que no llorara a los suyos, caídos
quizás en ambos bandos. Hágase justicia pues y pasemos
página. Paz, piedad y perdón.
Todavía hoy en la zona, amigo lector, se mantienen las casas
de algunos de los protagonistas de esta tragedia. Desde la
fonda en la que fusilaron a Moreno, no sin antes torturarlo
salvajemente, a la de su asesino, que salió arropándose con
la chaqueta de cuero del comandante. Canta otra de las
coplillas:
“¿Quién tendrá los dientes de oro del comandante Moreno?.
Seguramente los tiene Carolo de Silvela guardados en su
ropero”.
|