Anoche estuve en una tertulia en la que se especulaba con el
nombre DEMOCRACIA hasta límites insospechados. La casi mitad
de los contertulianos son de derechas (aunque digan que son
centristas de toda la vida), la otra casi mitad de
izquierdas y unos pocos, poquísimos, demócratas sin
dirección especificada.
En cierto momento de la charla, cuando más fuerte hablaban
los de la mitad de la casi mitad de derechas (los más
recalcitrantes nostálgicos del franquismo), apareció por la
zona una espectacular mujer que atrajo todas las miradas y
que consiguió, en un segundo, lo que ninguno de los
tertulianos consiguieron durante las tres horas que
llevábamos discutiendo: hacernos callar.
Sin embargo, al punto nos dimos cuenta que no era una mujer
sino un travestido extraordinariamente decorado y entonces
el tema derivó sobre la ley que los ampara. Ley que hizo
saltar espuma a través de las bocas de los componentes de la
mitad de la casi mitad de derechas (los más recalcitrantes
nostálgicos del franquismo), espuma que hizo el milagro de
que varios vasos fueran retirados, prestamente, por haber
sido contaminados por no se sabe cuantas especies de
bacilos, microbios o virus esputados por las “honorables”
bocas de esos próceres nostálgicos.
Ya sabemos que Ceuta es un bastión de nostálgicos del
franquismo que aún siguen creyendo tener prebendas y
privilegios que niegan a los demás y, de entre todo ese
elenco de espectros vivientes, destaco a alguien a quién no
puedo ni quiero considerar como camarada dentro del mismo
medio de comunicación como es éste diario. Ignoro si me he
topado con un monstruo destructor de cualquier esencia de
libertad e igualdad democrática, pero si sé que sus
artículos carecen de toda lógica, comprensión y democracia.
Me estoy refiriendo a una articulista de la que un buen
amigo mío exclama que le da miedo. Desconozco si es
holandesa (de alemana sólo tiene las trazas de Goebbels)
pero española no creo que sea, los restos de nazismo no se
lo quitan nadie y la mierda soez que suelta con su pluma
sólo la mancha a ella misma. La retrata cual es y la rebaja
hasta límites imaginables; límites a que llegaron ciertos
mandamases (y no tan mandamases) de exagerado protagonismo
chulón, dantesco y pérfidamente goebbeliano. Tan
insurrealista personaje no me produce náuseas; me produce
una risa tremenda; una risa inmisericorde… leo sus escritos
como si leyera malos chistes, tan malos que no pueden
representar, ni de lejos, lo castizo del país. Y
precisamente por ello, por lo malos que son, me producen esa
risa que no llega a ser histérica. Las cabezas cuadradas no
encajan como articulistas, aunque se les permita, en los
periódicos de nuestro tiempo, de nuestro siglo. Quedan cada
vez más cuadradas. Transformadas en esos tipos de imprenta
plomizos y deteriorados. Repetitivos hasta la saciedad.
Tal vez se trate de un travestido, los travestidos
acostumbran a soltar tacos como los más burdos e ignorantes
miembros de la humanidad y ello implica que sean tan poco
femeninos a más de que sus rostros difícilmente pueden
sugerir amor verdadero. Sus voces de ultratumba sí que dan
miedo. Sus contoneos se asemejan más a una vieja lavadora
desprovista del contrapeso que a cualquier otra cosa. Lo
malo de todo ello, que no es lo que expreso más arriba, es
que sus escritos destilan el mismo odio que ellos (los
travestidos) se lo han creado e incrementado dentro de sí
mismos.
El descosido cerebral de esa articulista queda tan
patentemente remarcado por el odio, que derrocha y desborda
los límites de la decencia más elemental de la actitud
social, que la hace creer en que la razón está de su parte
cuando lo cierto es que la sinrazón asoma por cada uno de
los cabos del descosido cerebral que asoman a través de su
mirada, de su mente y de esa forma de expresarlo por
escrito. Bastante tuvimos y tenemos con don Camilo, al Cela
me refiero, no al don Camilo de Giovanni Guareschi. Aunque
se le parezca. Ignoro si será descendiente de un tal Jacobus.
En cuanto a la bandera del País Vasco -que viene descrita en
el diccionario de la Real Academia Española como ikurriña-,
resulta lamentable esa petulancia tan tremenda de que hace
gala la mencionada articulista. Fue inicialmente la bandera
de Vizcaya pasando posteriormente a serlo del País vasco
entero (Julio de 1894). Ciriaco de Iturri, socio de más
edad, izó por primera vez la bandera nacional vasca, la "Ikurriña".
Para que lo sepa y no cometa errores en el futuro, le diré
que el diseño de la ikurriña comprende un fondo rojo, color
del Señorío de Vizcaya, sobre el que se superpone una cruz
verde de San Andrés, patrón de Vizcaya por si no lo sabe
igualmente, y sobre ésta cruz verde se sobrepone otra cruz,
de color blanco, que representa el símbolo del catolicismo.
Respete a los muertos, Sabino Arana (1865-1903) tuvo su
propio ideal, como lo tuvo José Antonio Primo de Rivera
(1903-1936), en base a la libertad individual y si basó la
bandera vasca en la “Unión Jack”, la bandera española se
basó en una planta a la que se dio el mismo nombre “bandera
española” Lantana camara nana (arbusto generalmente provisto
de toscas espinas, de 1-2 m de altura en las formas típicas,
pero apenas rebasan el palmo en las variedades nana; hojas
opuestas, toscas y reticuladas, ovales acuminadas y
dentadas, perfumadas; flores pequeñas, con tubo delgado y
con el extremo primero de color amarillo oro, después
anaranjado y finalmente color cinabrio; las flores se
presentan reunidas en una densa umbela que se alarga en
espiga) y su diseño se remonta al reinado de Carlos III
(1759-1788) pero de uso exclusivamente militar. Para saber
más, vayan a La Moncloa, les informarán detalladamente.
Tampoco confunda a todos los vascos con esos asesinos
etarras.
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