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OPINIÓN - MARTES, 21 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Conferencia Episcopal
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Nadie, desde fuera, podía pensar, en las últimas elecciones a la presidencia de la Conferencia Episcopal, que el cardenal Rouco Varela iba a ser desplazado de dicha presidencia, para acceder a ella el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez.

Entonces, cuando se iban a celebrar las elecciones, hubo exceso de confianza, acaso basada en la máxima ignaciana, como dice José Manuel Vidal, en “Benedicto XVI, el papa enigma”, de que “ en tiempos de turbación no hay que hacer mudanza”, pues, “tal y como está el papa en Roma y las relaciones con el Gobierno aquí, lo mejor es dejar las cosas como están y no cambiar de liderazgo”. Esto es lo que se pensaba desde el círculo cercano a Rouco Varela, y esto es lo que hizo perder luego las elecciones.

Roma apoyaba al cardenal Rouco Varela, pero la victoria fue para Ricardo Blázquez, un moderado que, curiosamente, había sido de la órbita de Rouco.

Las intrigas se venían fraguando desde varios meses antes y aquí, como sucede en otros aspectos de la política – esto no hay que verlo fuera del ámbito de la política- se dejó notar, y de qué manera, la mano del obispo de San Sebastián, monseñor Uriarte.

Rouco, creyendo que volvería a ganar se presentó para su tercer mandato. No esperaba lo que sucedió, ni lo esperaban tampoco sus seguidores.

La primera sorpresa llegó cuando se hizo el primer sondeo y recibió, tan sólo, 43 votos, mientras que Ricardo Blázquez recibía 16 y Carlos Amigo 13. Rouco necesitaba 52. Era difícil lograr los 9 que le faltaban.

En el entorno del cardenal, casi sin tiempo para reaccionar, se empieza a tomar en serio la alternativa del obispo de Bilbao. Lleva tiempo en el ambiente que varios obispos descontentos planeaban presentar un candidato alterno, que sería monseñor Blázquez, y fue aquí cuando los obispos “progresistas” se unieron a los nacionalistas y a los moderaos descontentos, con un doble objetivo: en primer lugar bloquear esa tercera reelección del cardenal Rouco y además presentar un candidato que pudiera ganarle al líder de la denominada derecha eclesial, monseñor Cañizares.

Hasta aquí el planteamiento y desde aquí las actuaciones de los obispos Uriarte, de San Sebastián y Vives, de Urgel, eligiendo como candidato para ganar a Cañizares a Ricardo Blázquez, un abulense moderado, ya en Bilbao, no nacionalista pero con peso entre los nacionalistas, que no era mal visto por nadie y que arañaría votos de todas las partes.

Los preparativos de Uriarte salieron perfectos, y en la tercera votación, Blázquez logró 40 votos, mientras Cañizares lograba 37, con lo que este fue nombrado vicepresidente. Era el contrapeso.

Hasta aquí todo bien, pero Roma no era esto lo que esperaba, Roma, ya lo he dicho, apoyaba a Rouco y a partir de aquí habrá consecuencias que comentaremos, por lo menos hasta hoy.

De momento Blçazquez había ganado y era presidente de la Conferencia Episcopal, pero se va a quedar fuera de órbita, digamos que va a tener, está teniendo, su penitencia.

Hasta ahora le han pasado ya varios para cargos de más categoría que el obispado de Bilbao, y así le pasó Ureña desde Murcia para el arzobispado de Zaragoza, que no es cualquier cosa dentro de las dignidades de la Iglesia católica en España, y lo último y más llamativo, también le ha pasado un auténtico desconocido como es el castrense Francisco Pérez, que desde Madrid ha sido enviado al arzobispado de Pamplona para sustituir a Fernando Sebastián.

Roma sigue siendo Roma, sus directrices se pueden regatear en un momento dado, aquí se zancadilleó la voluntad de Roma con la fuerte presión de catalanes, vascos y algunos descontentos, pero el final, cuando llega la hora de los ascensos, será el que desde el Vaticano se marque y aquellos que pasan de lado tendrán su antirrecompensa.

Eso es lo que puede terminar de frenar la brillante carrera político-religiosa, de este monseñor abulense, de Villanueva del Campillo que se adaptó a Bilbao, que allí es respetado pero que ..., a partir de aquí va a tener muchas dificultades para lograr algún otro ascenso. Es lo que parece.
 

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