Dicen y servidor lo confirma que:
“no es más rico el que más tiene, sino el que menos
necesita”. Teniendo en cuenta, tal asunto, me considero un
hombre inmensamente rico. Me basta y me sobra con tener lo
justo para vivir. La ambición nunca ha tenido lugar en mí
particular diccionario. Por eso cuando miro a mi alrededor y
veo a tantos y tantos ambiciosos siento pena, de todos
aquellos que por su desmedida ambición, son esclavos del vil
metal, hasta tal punto les lleva la misma que no les importa
lo más mínimo, ponerle el pie en el cuello a aquellos que
llaman amigos o vender a su propio padre.
Ante esto uno se pregunta, para qué les vale tanta lucha por
conseguir el maldito parné. Es que, algunos de estos
ambiciosos, creen qué se los van a llevar cuando estiren la
pata. Cosa que tendremos que hacer todo. Lo de estirar la
pata me refiero
También dicen, y sus motivos tendrán para decirlo que:
“tanto tienes, tanto vales”. Pero el dinero, para desgracia
de todos esos ambiciosos, no es todo en la vida. Hay cosas
mucho más importante que el maldito parné que al fin de
cuentas a veces les vale, a todos ellos, para comprar
ciertas voluntades pero, jamás, para comprar la felicidad. Y
no hablemos de la dignidad del ser humano. Esta a igual que
algunas voluntades, la felicidad y, sobre todo, la libertad
y la inteligencia no tienen precio. Para su desgracia no las
pueden comprar. ¿Entonces, qué les queda?.
Pues les queda lo que, para todos ellos, es la mayor de las
fortunas que les puede proporcionar la vida, el dinero. Y
como dice la canción: “recontando su dinero un avaro se
pasaba el día”. Los ojos les brillan cuando siente entre sus
manos, ese trozo de papel sucio y maloliente que metaliza
los corazones y sus corazones laten a velocidades
increíbles, mientras siente el mayor placer de sus vidas.
Esta fauna de personajes existe en todos los pueblos,
ciudades o capitales de provincias. En una palabra es una
plaga que se encuentra en cualquier confín de la Tierra.
Abundan tanto como la plaga de topillos que están
destrozando las cosechas de Castilla La Mancha. Por si no lo
saben, no hay que ir muy ejos para contemplar a
personajillos pertenecientes a esa fauna..
La mayoría de ellos, son gentes que jamás han sido ni han
tenido nada en sus vidas, y que tienen la certeza que ha
llegado la hora de conseguir dinero al precio que sea, sin
pararse a pensar que, el día menos pensado, puede aparecer
un juez Torres que le ponga en el lugar que les corresponde.
Y todo por un puñado de asquerosos billetes.
Sin señalar que está una jartá de feo, no se llamen a
asombro si, un siglote estos en que no se tenga nada mejor
que hacer, aparece por estos lares, algún que otro juez
dispuestos a tirar de la manta. A servidor, por supuesto, no
le va a coger de sorpresa.
Esta fauna llena de analfabetos, más inútiles que el de una
muñeca, tiene la creencia de que son invulnerables a
cualquier acción que se ejecute contra ellos. Sus
inteligencias no dan para más y, mucho menos, si están
asesorados por los listillos de turno, cuya nivel
intelectual no está muy lejos del de sus asesorados.
El que esté libre de pecado que tire la primera piedra,
diría la sabia de mí abuela que de todos estos
personajillos, tenía un conocimiento pleno. Por qué
aprendería, servidor, tanto de los consejos de mí abuela.
Gracias, viejita
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