El proyecto para la puesta en
marcha de un campo de golf en la ciudad autónoma de Ceuta
pone de manifiesto la decidida apuesta del Gobierno de Juan
Vivas por encontrar nuevos atractivos en el escaso
territorio local para atraer turistas. Si recientemente se
ha relanzado el aprovechamiento de los fondos marinos
locales, que protagonizarán un vídeo específico de promoción
de la ciudad, la entrada en funcionamiento de dicho campo,
todavía sin fecha concreta, debe ser abordada por sus
promotores y por las instituciones desde una triple
perspectiva social, económica y ambiental.
Es más que previsible que se alzarán voces desde el punto de
vista de entidades dedicadas o especialmente preocupadas por
la protección del Medio Ambiente que alertarán sobre los
riesgos de una infraestructura de estas características, por
lo que la Administración debe tener como objetivo específico
establecer un diálogo sosegado y apolítico acerca de las
ventajas e inconvenientes de la implantación de esta
infraestructura en Ceuta.
Hay varios factores que deben ser tenidos en cuenta por
todos los agentes que participen en ese debate: las
perspectivas de bonanza económica que atrae el golf parecen
indiscutibles: en España hay 270.000 federados con un
crecimiento medio anual en los últimos 20 años del 10% y el
golf ha dejado de ser simplemente un deporte para
convertirse en una importante industria que genera
anualmente más de 2.000 millones de euros en España. Lo que
hasta hace poco era considerado un deporte elitista se está
convirtiendo en una actividad masiva y el golf ya es el
tercer deporte en número de licencias del Estado, inductor
además de negocio para otras industrias como son el turismo,
la hostelería o la inmobiliaria.
Por otro lado, un campo de golf medio consume unos 0.3
hectómetros cúbicos de agua anuales, es decir 150 millones
de litros de agua al año para un campo medio de 9 hoyos.
Además, este tipo de campos suelen requerir la destrucción
de suelo vivo vegetal y su sustitución por acolchado para
césped, contaminación por abonos químicos, herbicidas y
plaguicidas, desplazamiento y/o exterminio de especies de
fauna y flora... De que la Ciudad encuentre un punto de
equilibrio entre el factor económico y el medioambiental
dependerá su éxito o fracaso.
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