El atentado del pasado lunes día
13 en la imperial ciudad de Mekinés, en el que un
funcionario de la oficina de impuestos dependiente del
ministerio de Finanzas, Hicham Dukali, graduado hace seis
años por la Escuela Superior de Ingenieros de Casablanca
intentó volar un autobús de turistas con una bombona de
butano, está desencadenando toda una serie de interrogantes
en Marruecos pues, esta vez, el asesino pudo ser capturado
vivo. Apenas veinticuatro horas más tarde los servicios de
seguridad arrestaban a cuatro individuos próximos al mismo
de los que, al menos dos, habrían reconocido su intención de
formar una célula terrorista, echando una nueva e
insospechada luz sobre el suceso. A bote pronto y sin apenas
tirar de teléfono (cada vez cuido más el uso de los
móviles), se me ocurren las siguientes reflexiones:
- El ministerio de Interior elevó, en julio pasado, al nivel
máximo la alerta contra el terrorismo tras disponer de
“informaciones fiables” sobre riesgos de atentado en el
país. De hecho Casablanca, la capital económica del Reino,
sufrió en marzo y abril dos brutales atentados terroristas
que causaron la muerte a seis de sus autores y a un
inspector de policía, dejando tras si un reguero de sangre
de cuarenta y cinco heridos.
- Como es sabido la fenomenología del terrorismo puede
incidir, tanto por activa como por pasiva, en eventos
sociales de importancia. Precisamente, el próximo 7 de
septiembre se celebran en Marruecos unas elecciones
generales en las que los islamistas moderados del PJD salen
como favoritos. ¿Podrían una serie de atentados terroristas
incidir en el resultado?. Seguramente.
- Uno de los “feudos” urbanos de los islamistas moderados
del PJD es casualmente Mekinés, al frente de cuyo
ayuntamiento se encuentra el hábil y elegante Belkora. ¿Mera
coincidencia que el último atentado golpeara, precisamente,
esta ciudad…?.
- El alevín de terrorista, de treinta años, no era conocido
por sus ideas extremistas (¿”takiya”?) y no estaba, por
tanto, fichado como tal por la policía. Hicham Dukali fue
reclutado para el conocido movimiento islamista alegal “Al
Adl Wal Ihsan” (Justicia y Caridad) en la ciudad de Tánger,
donde estudiaba matemáticas, formando activamente parte de
este movimiento islamista radical desde 1.998.
- Este hecho abre las puertas a dos preocupantes hipótesis
pues “Justicia y Caridad”, sin duda el movimiento de masas
más importante del Magreb, mantiene entre sus decenas de
miles de militantes una disciplina de milicia, paramilitar,
por lo que considero altamente improbable que uno de sus
militantes decida un atentado por sí mismo. ¿Entonces?. Solo
caben dos respuestas: o “Justicia y Caridad” está infiltrado
por elementos “yihadistas”, o bien se está abriendo paso en
el mismo una corriente rupturista enganchada al terrorismo
armado (existe por otro lado un sector que aboga por su
legalización y la participación política). ¿Qué ocurrirá a
la muerte del iluminado y fanático Jeque, ya de avanzada
edad y con numerosos achaques…?; ¿sobrevivirá como tal su
organización?. Es muy dudoso que su hija Nadia, la
“republicana”, mujer al fin y al cabo pueda heredar el
carisma y ascendiente de su padre.
Uno de los interrogantes para las elecciones del 7 de
septiembre es, precisamente, el comportamiento electoral de
los varios centenares de miles de simpatizantes de “Justicia
y Caridad”, máxime cuando dos nuevas formaciones políticas
de inconfundible sello islamista (además del tradicional PJD,
Partido de la Justicia y el Desarrollo) concurren por vez
primera a las mismas.
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