Claro esta en estas paginas de opinión, nos reunimos cada
uno en nuestros foros de interés social y cultural a
expresarnos y eso es de respeto para todos ante la libertad
de expresión y cátedra. Yo me expli-co aquí con los míos,
los amantes de la playa, y para mí como la playa es prosa,
es poesía, es una cuarteta, co-mo a golpe de mar, iré
explicando lo que es para mí una playa.
Recordándome con la libertad que practican los de puenting,
alpi-nismo, buceo deportivo, parapentes y barra de bar hasta
la cogorza olímpica. Creo que el libro de gustos está en
blanco, pero para mí la playa es una necesidad, el salir
airoso de toda la semana y aprovechar el fin de la misma,
esperando el buen tiempo a principios de año. Eso no tiene
precio. Si por mí fuera, bajaría a la playa durante todo el
año. Bajar a mi Ribera, mi rincón emblemático de mi Ceuta,
es como una promesa, una devoción el poder bajar cuanto
antes, año tras año, entrar en sus aguas besándola y
santiguarme con ella antes del baño, afición de éste caballa
que le sale del alma. Si por mi fuera estaría con ella ese
momento entre sus aguas hasta una eternidad. Con la mente
cansada y el cuerpo extenuado, entre sus frías aguas sa-ladas
me voy reposando, entregán-dome al brillo de tu mar, como
latino y mediterráneo. No veo mejor igno-rante a ese que en
vez de playa está en su casa en pijama y con camiseta de
tirantes. Yo fiel socorrista voluntario por nuestra Cruz
Roja, orgulloso estoy de haber ayudado a tantos caballas y a
otros tantos de fuera, en muchos percances en la playa. Este
que se pone a jugar al fútbol con el que tie-ne otro color y
otra religión, recor-dando al camerunés Guillerme, aquel
negrito que disfrutó con los es-pañoles en una tarde de
fútbol y pla-ya, que se fue para su tierra entre abrazos y
lágrimas de unos caballas solidarios con los de otras
costumbres, pero que bello ejemplo el fútbol y playa, sin
saber idiomas, se une a la gente. Y como olvidarme de aquel
inmi-grante que cogió en brazos hace ya años a un mozo que
sufrió una herida importante y no podía-mos subir la
escalera con él a cues-tas, Mustafá lo subió con una toalla
en la pierna, allá donde estés, Mus-tafá, Dios te lo pague
por ayudarnos en el socorro y auxilio. Si me rindo a la
fantasía salada de mi tierra, que es la alegría de esta
ciudad, que me quemen las espaldas con bandera roja y
gualda, aquí tienes mi mano, un hermano caballa, para
servirte en ayuda en la playa, que aquí solo vacilamos los
caballas de poder bañarnos entre dos aguas, que aquí en
Ceuta las guapas caballas no piropean la ropa, sino al
hombre que va dentro, tostado por el sol.
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